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La covid-19 no es ni la primera ni la última pandemia

Existen varios riesgos potenciales. Los países deben estar preparados. Hay maneras.

  • 6 nuevos virus con potencial pandémico se han descubierto en los últimos 20 años. Foto: Brian McGowan vía Unsplash
    6 nuevos virus con potencial pandémico se han descubierto en los últimos 20 años. Foto: Brian McGowan vía Unsplash
10 de octubre de 2020
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En los últimos 20 años la humanidad ha enfrentado 4 brotes de virus con potencial pandémico –Sars (2002 en China), Mers (2012 en Arabia Saudita), ébola (2014 en África occidental), gripe aviar (2003 y 2013 en Asia, principalmente China)– y dos que se volvieron pandemias, determinadas así por la Organización Mundial de la Salud (OMS) –gripe porcina (2009 en Estados Unidos) y covid-19 (2020 en China)–.

Todos tienen en común que son virus zoonóticos, es decir, son transmitidos de animales a seres humanos por medio del contacto directo o el consumo de alguno de sus derivados (carne, leche, huevos). “Las zoonosis representan un gran porcentaje de las enfermedades infecciosas recientemente identificadas, así como de muchas de las ya existentes. Algunas como la provocada por el VIH comienzan como una zoonosis (inició en los chimpancés de África central), pero más tarde mutan en cepas exclusivas de los humanos. Otras pueden causar brotes recurrentes de enfermedades, como la del virus del ébola y la salmonelosis. Hay algunas, como la covid-19 causada por el nuevo coronavirus, que tienen el potencial de generar pandemias mundiales”, se lee en una guía publicada el 29 de julio por la Organización Mundial de la Salud.

El pasado 7 de septiembre, el director de esta entidad, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo en una rueda de prensa que “esta no será la última pandemia (...). La historia nos enseña que los brotes y las pandemias son una realidad. Pero cuando llegue la próxima, el mundo debe estar preparado, más preparado que esta vez”.

Ante una afirmación sin titubeos la pregunta ya no es si ocurrirá o no, sino cuándo llegará la próxima y qué tan preparado estará el primer país que identifique el virus y el resto del mundo. Así lo afirma Dámaris Intriago, magíster en medicina molecular graduada del Imperial College de Londres. Para la investigadora, hay varios factores comprobables que hacen que con mayor frecuencia la humanidad se enfrente a este tipo de enfermedades. Estas son algunas.

Los animales, en su hábitat

Uno de los principales factores, indica Dámaris, es la cercanía de poblaciones humanas con especies silvestres. Estos son animales que desarrollan todo su ciclo biológico sin intervención del ser humano. No son objeto de domesticación ni mejoramiento genético ni cria regular, según se lee en la Ley 611 de 2000, del Ministerio de Ambiente de Colombia.

“Los virus no son seres vivos y necesitan un hospedero para vivir. Los animales silvestres suelen ser reservorios y al destruir esos ambientes naturales o invadirlos se mata el reservorio animal y el virus busca dónde replicarse para vivir. Algunos animales no tienen síntomas aunque porten el virus, pero cuando pasa al ser humano muestra consecuencias mucho más graves y rápidas”, precisa la investigadora.

Según un estudio de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) publicado el año pasado, el 31 % de los casos en los que las enfermedades se propagaron de los animales a los seres humanos se produjeron porque sus entornos naturales fueron invadidos y destruidos.

Es ahí donde el tráfico de fauna silvestre se convierte en otro de los factores de riesgo y una de las causas de que estos virus aparezcan con mayor frecuencia. Se estima que el tráfico de fauna silvestre mundial tiene un valor de entre 7.000 y 23.000 millones de dólares, indicó National Geographic en 2018.

Por eso, el pasado 5 de mayo el Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF, envió una carta abierta a los formuladores de políticas mundiales sobre covid-19 y comercio de vida silvestre. “Sabemos lo que hay que hacer para disminuir en gran medida la probabilidad de futuras pandemias. El tráfico de vida silvestre aumenta sustancialmente el riesgo global compartido. Los mercados de vida silvestre que venden animales vivos de diferentes especies, almacenándolos juntos en condiciones insalubres, son ambientes propicios para la aparición de virus peligrosos para las poblaciones humanas”, se lee en el manifiesto.

Amazonas, ¿una bomba?

Las pieles de los jaguares, la excentricidad de las serpientes venenosas, los coloridos plumajes de las aves y los curiosos monos, tortugas y caimanes hacen del Amazonas uno de los epicentros del tráfico de fauna silvestre y uno de los candidatos a ser el lugar donde se origine la próxima pandemia. En eso concuerdan la investigadora Dámaris Intriago y Diego Roselli, profesor de Epidemiología de la Universidad Javeriana.

Otra de las razones, además del tráfico de animales silvestres, son los mataderos de ganado y los refrigeradores de estas carnes ubicados en el Amazonas brasilero. Una investigación publicada el 11 de septiembre por Mongabay, una agencia de noticias especializada en conservación y ciencia ambiental, sugiere que “estos frigoríficos podrían ser la zona cero de la próxima pandemia”.

Esto porque “la combinación de ambientes refrigerados necesarios para preservar la carne y las líneas de producción abarrotadas hacen de las empacadoras de carne puntos calientes para la proliferación de virus (...). Los mataderos también son lugares ideales para la aparición de nuevos virus y bacterias debido a la proximidad forzada de humanos y animales, donde los trabajadores entran en contacto con la sangre y las entrañas de varias especies”.

El profesor Roselli apunta que “no tiene nada de raro que la próxima pandemia se origine en el Amazonas. Por eso yo digo que no debemos hablar del mundo pospandemia sino interpandemia. La pregunta es qué tan preparados estaremos los países que estamos cerca”.

Un mundo interconectado

Para el investigador Roselli, el desarrollo de tecnología que permite conectar al mundo, como los aviones, cruceros, canales, es otra de las razones para que la propagación de los virus se conviertan más fácilmente en pandemias.

Él pone como ejemplo lo que sucedió en la construcción del Canal de Panamá y la fiebre amarilla a comienzos del siglo XX. Un documento de la Organización Panamericana de Salud (OPS) cuenta que, al buscar conectar el Océano Pacífico y Atlántico, y contar con la participación de constructores provenientes de Estados Unidos, “fue el caldo de cultivo perfecto para propagar enfermedades infecciosas tropicales, en particular, la fiebre amarilla”.

Esa historia fue clave para descubrir, por ejemplo, que hay afecciones que no se transmiten por contacto humano sino que hay diferentes vectores como los mosquitos.

Un estudio publicado el pasado 19 de septiembre por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, CDC, investigó 1.600 casos de personas que viajaron en avión con riesgo de propagar el nuevo coronavirus e identificó a casi 11.000 personas que potencialmente estuvieron expuestas al virus en los vuelos en los primeros meses de la pandemia.

Desde la perspectiva de la investigadora Dámaris, quien es docente de la maestría en Biomedicina de la Universidad Internacional SEK del Ecuador, fenómenos que gradualmente se han incrementado como los viajes de negocios, las peregrinaciones masivas, los eventos multitudinarios facilitan la interacción entre personas de varias regiones del mundo y la interconexión de aeropuertos hace que un virus se propague más rápido a todo el mundo.

¿Cazadores de virus?

La capacidad de reaccionar para mitigar una enfermedad causada por un microorganismo desconocido es otro de los riesgos para que una infección se convierta en pandemia.

Antes de que llegara la covid-19 había ya ciertas iniciativas que buscaban encontrar patrones para adelantarse a uno de estos fenómenos y que los sistemas de salud no fueran sorprendidos.

En 2017, la revista estadounidense The Atlantic reseñó el caso de proyecto Predict, lanzado en 2009 y financiado con 100 millones de dólares de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), que descubrió en 8 años casi 1.000 nuevos virus. También citan el Proyecto Global Virome (GVP por sus siglas en inglés), lanzado en 2016 con el objetivo de “encontrar y secuenciar casi todos los virus en aves y mamíferos que potencialmente podrían extenderse a los humanos. El GVP estima que existe alrededor de medio millón de esos virus, y encontrarlos costaría 3.400 millones de dólares. Con ese alto precio vendría la seguridad”, se lee en la reseña.

Como unos cazadores de virus, en el sitio web de la GVP se habla de “la enfermedad x” desde inicios de 2018, cuando un grupo de científicos de la organización alertó a la OMS sobre la posible aparición de un patógeno desconocido causado por un virus zoonótico con potencial pandémico. ¿Le suena conocido? Aunque el proyecto no logró predecir el mes, lugar y características del virus que ahora enfrenta la humanidad, sí dio varias alertas.

De hecho, según le dijeron a The Atlantic los virólogos investigadores Jemma Geoghegan y Edward Holme en 2017, estos proyectos son útiles para conocer la evolución de los virus y categorizarlos, pero no para “predecir una pandemia, porque son demasiados virus y es muy difícil conseguir los datos para alimentar un sistema de inteligencia artificial que encuentre patrones de las interacciones que se dan en todo el mundo”.

De acuerdo con un informe del Foro Económico Mundial publicado el 9 de septiembre, citando al director de la OMS, los sistemas de salud de los países deben ser robustos desde ya. Invertir en investigación de sus especies silvestres y la interacción con los humanos y crecer la red de hospitales para un trabajo digno del personal de salud es un buen primer paso. A inicios de septiembre la OMS puso el ejemplo de 6 países de los que se puede aprender para hacer frente a futuras pandemias (ver Para saber más).

Como no se trata de adivinar, como viendo una bola de cristal, lo mejor es pensar en un mundo en pausa entre una pandemia y otra. Y estar preparados, porque no es ni la primera vez ni la última. En el siglo XIX vivieron, por ejemplo, la peste negra, que es considerada la pandemia de peste más devastadora.

31 %
de enfermedades zoonóticas se produjeron por entornos naturales invadidos: Usaid.
6
nuevos virus con potencial pandémico han sido descubiertos en 20 años.
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