La Biblioteca comunitaria Sueños de papel es un espacio pequeñito, con un propósito inmenso: ayudar a que sus asistentes, sobre todo las niñas y los niños se extrañen del mundo, lo cuestionen. Que desde esa casita prefabricada, instalada en lo alto del barrio La Cruz, en Manrique, el mundo se vea de otra forma.
Le puede interesar: La novela sobre la masacre contra gays en Envigado
En esas están sus fundadoras —Wendy Vera (psicóloga y magíster en Hermenéutica literaria) y Yésica Mazo (estudiante de bibliotecología)— desde el 2016, cuando la biblioteca era apenas un sueño, y todas las actividades se hacían de forma itinerante. Empezaron con talleres de guitarra, literatura y cine, a veces en la calle, a veces en una casa, donde podían, donde las dejaban.
Hasta que les prestaron la sala de una casa y esa sala terminó convertida en biblioteca, en la primera sede de Sueños de Papel, como la llamaron las niñas y los niños. Ahí estuvieron hasta que empezó la pandemia. La segunda sede tuvo lugar en el sector El Hoyo, y hace más de un año se pasaron para La Cruz.
Entre una mudanza y otra al grupo de la biblioteca se unieron Valentina Ruiz (profesional en Estudios literarios) y Daniela Monsalve (Trabajadora social). Entre todas y a través de las actividades fueron conociendo la comunidad y sus expectativas.
“Hemos estado trabajando desde la promoción de la lectura, la escritura y la oralidad, pero más que un ejercicio solo de aprender a leer es un acercamiento a la literatura como una posición política. Leer, escribir y sobre todo hablar es una postura”, dice Daniela.
Para saber más: Los libros más vendidos de este 2023 en Colombia
Es política, pero no es un asunto partidista, sino de discurso y de acción. De cómo se entiende el ordenamiento social, de cómo se vive y se interactúa con él, y eso lo han entendido a través de los talleres.
“Es un entorno tan de confianza que logran en medio de la actividad ir soltando lo que les duele o lo que les está preocupando y en torno a eso que evidenciamos en los talleres vamos armando los horizontes pedagógicos, metodológicos y didácticos desde los cuales nos enunciamos en la biblioteca”, dice Daniela.
Así, el horizonte sea ha tornado feminista y Daniela es quien más se han encargado de desarrollarlo, de pensar qué leer, por qué leer y a quienes leer para responder a esas necesidades, o mejor, a tantas incomodidades de las niñas y las adolescentes.
Manrique fue la comuna que más reportó casos de violencia intrafamiliar en 2022 . Fueron 1039 y la mayoría fueron reportados por mujeres.
Le recomendamos leer: Manrique La 45: la resistencia salsera de la fiesta
“A los hombres también los aporrea el patriarcado, pero hay unas violencias que se exacerban en nuestros cuerpos, por ejemplo, el acoso sexual callejero, la violencia sexual, la violencia política, estética... Eso empezó a hacerse visible con los discursos, las historias y las experiencias de las niñas”, dice Daniela.
El trabajo se concentra ahí, en escuchar para saber qué es lo que preocupa, lo que duele y por qué. Extrañarse de ese dolor, no aguantarlo, aunque eso que duela —el acoso, el abuso, el rechazo, la burla y la anulación— parezca normal. No lo es. Es más, es una forma de violencia y nombrarlo, así es dejar de normalizarlo. Solo así el mundo se lee distinto y ese, finalmente, es el propósito.
El trabajo se divide en tres grandes líneas: Infancia, enfocada en promoción de lectura, teatro y talleres de creación manual; Juvenil, enfocada en la lectura y el cine; y mujeres, enfocada en la lectura como posición política. Para cada línea hay una sala en la biblioteca, donde no solo hay libros, sino también juguetes, música y un lugar para todo el que va, no importa si es de otro barrio. En la biblioteca todos son bienvenidos.
“Yo creo que lo más valioso de Sueños de Papel es que cuando están en el proceso, las niñas empiezan a abandonar la aprobación masculina, el interés constante de que el chico que me gusta diga que está bien... Empiezan a construir pensamiento propio, o sea como cuando hablamos en la academia de la subjetividad política, es eso, es el pensamiento propio que ellas empiezan a tejer y que no lo empiezan a tejer solas, sino en colectivo, reconociéndose con otras, entendiendo que hay otras posibilidades de habitarse”, dice Daniela.
