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La otra “vaca”

El hecho de que en los dos primeros meses del año, el pago del impuesto vehicular haya subido un 24% es también una demostración del espíritu solidario que inspira a esta región.

09 de abril de 2024
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  • La otra “vaca”

Así como el gobernador Andrés Julián Rendón propuso una “vaca” para terminar las vías 4G que pasan por Antioquia y de esa manera buscar solución a los problemas de movilidad que frenan el progreso, desde mucho antes había ya puesto a caminar otra “vaca” que tal vez no ha tenido tanta publicidad pero es igual o más importante: desde la campaña, el entonces candidato propuso que destinaría el 100% del impuesto vehicular para llevar alimentos a dos millones de antioqueños menos favorecidos y así lo está haciendo hoy como gobernador.

No es propiamente una vaca, es verdad, porque se trata de un impuesto que ya existe y es obligatorio pagarlo. Pero el hecho de que el gobernador haya decidido sacrificar otros rubros en los que se usaba ese impuesto, y el hecho también de que en los dos primeros meses del año, el pago de este impuesto haya subido un 24% con respecto al año anterior, son también una demostración del espíritu solidario que inspira a esta región. A marzo, según las cuentas de la Secretaría de Hacienda departamental, ya habían ingresado 222.626 millones de pesos.

Sin mayor alharaca, el Gobernador logró que la Asamblea de Antioquia aprobara la Ordenanza que permitirá invertir esos dineros, que se calculan en unos $324.000 millones anuales, para impulsar esta iniciativa hasta ahora inédita en la historia de las entidades territoriales de Colombia.

Mientras el presidente Gustavo Petro, y su director de Prosperidad Social, Gustavo Bolívar, repiten una y otra vez que hay que dar comida y agua a la población, pero en la práctica no se traduce en hechos concretos –más allá de los carrotanques varados en la Guajira–, en este caso ya se han tomado acciones que esperamos cumplan con el objetivo.

La idea del Gobernador es crear un fondo a través del cual fortalecer la política pública de seguridad alimentaria del departamento. Sobre todo porque se han disparado las alarmas por un estudio que reveló que 72 de cada 100 menores de 18 años en Antioquia estarían en inseguridad alimentaria. Esa preocupante cifra salió de un estudio realizado por investigadores de Nutrición y Dietética de la Universidad de Antioquia que comprendió la visita a los hogares de 5.833 con menores de edad en 32 municipios del departamento.

Vale la pena detenernos en los datos para entender la dimensión de la problemática. La inseguridad alimentaria quiere decir, según una de las investigadoras “que hay una incertidumbre en el 72% de los hogares sobre la posibilidad de tener alimentos garantizados todos los días”. Pero, tal vez, los que sufren más son una tercera parte de ese 72% (cerca de un 25% del total) porque en ellos esa inseguridad se presenta en estado moderado y grave.

Dicho de otra manera, si bien el 72% tienen temor de no contar con alimentos todos los días, los que lo han padecido en grado moderado o grave son un 25% de los encuestados. Sin duda, motivo suficiente para el empeño del gobernador, y de todos, contra el hambre.

El estudio revela también una paradoja, mientras el 11% de los niños menores de 5 años tienen retraso en su talla, es decir, problemas de crecimiento por falta de buena alimentación (70% están en una talla normal para la edad), un 23% de niños mayores de 5 años presentan, por el contrario, sobrepeso.

Hay, sin duda, tarea por hacer, y en buena hora el gobierno departamental aumentará los recursos destinados a llevar alimento a tantos hogares. También será importante que a la par, se mejoren las condiciones sanitarias en los mismos, llevando agua potable, especialmente en las zonas rurales del departamento, en las que solo un 35,7% de las viviendas cuenta con este servicio (dato 2021). De igual modo, elevar las opciones de educación de las mujeres, especialmente las madres adolescentes, porque los estudios han demostrado que entre más bajo sea el nivel de escolaridad de ellas, más riesgos de pobreza y desnutrición sufren los menores de edad. En el Índice de Desnutrición Crónica, de la Fundación Éxito, se advierte que 66 de cada 100 niños con desnutrición crónica tienen una madre con baja educación.

Sería deseable que en Plan de Desarrollo de Antioquia que está en discusión se tengan en cuenta estos aspectos para garantizar que ese esfuerzo solidario no se pierda en una mera atención asistencialista y que se defina toda una ruta de intervención que apunte a objetivos sostenibles. Decía el nobel de Economía James Heckman que invertir en la primera infancia es una estrategia eficaz para combatir el crimen y apalancar el crecimiento económico, pues el retorno sobre la inversión es del 7 al 10% al año.

Esperamos muy pronto conocer cuál será la estrategia para dar cumplimiento a la promesa de cero hambre en Antioquia y que con ella nuestros niños de verdad tengan un presente con mayor tranquilidad y un futuro con más oportunidades. Que nuestros impuestos se vean reflejados en planes concretos es el deber ser de un Estado que actúa con coherencia y pensando en el bienestar de todos.

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