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Germán Ávila hizo énfasis en que su función no es ser el contradictor del Presidente ni el encargado de controlarlo, y que este será el ministerio de Hacienda del gobierno del presidente Petro.
Hoy será una especie de prueba de fuego para ver que le espera al país con el nuevo ministro de Hacienda, Germán Ávila, pues se reúne por primera vez como parte de la Junta del Banco de la República y hay gran expectativa sobre qué pasará con las tasas de interés.
Ávila ha dicho que como ministro presionará por una baja más agresiva de las tasas de interés, que están en 9,5%. Hasta ahora la junta del Banco se ha mantenido por el camino de la prudencia, con bajas moderadas.
La decisión no es fácil. Hay quienes, como el exministro de Hacienda José Antonio Ocampo, consideran que “lo prudente es que el Banco mantenga las tasas vigentes en su reunión”. Y explicó que si bien él ha sido partidario de reducciones más rápidas de las tasas, esta vez pide mantenerlas por “la situación fiscal crítica que tiene el país y el aumento de tasas de los TES”.
Si bien la decisión de si se suben o se bajan las tasas de interés la toma la junta en pleno, conformada por siete miembros, en este caso puede ser definitivo el voto del Ministro de Hacienda. ¿Por qué? De los siete miembros, cuatro son cercanos o nombrados por el gobierno Petro, es decir la mayoría. Pero hasta hace unos días, el ministro era Diego Guevara y mantuvo una posición razonable. En cambio, el nuevo ministro, Germán Ávila, en su primera rueda de prensa y en un comunicado posterior hizo énfasis en que su función no es ser el contradictor del Presidente ni el encargado de controlarlo y que este será el ministerio de Hacienda del gobierno del presidente Petro.
¿Qué quiso dar a entender? ¿Que no está dispuesto a llevarle la contraria, así sus propuestas no sean las más convenientes para el país? Este es un mensaje que puede inquietar a los mercados que tendrán los ojos puestos en el nuevo director de orquesta de las finanzas del país, que se conoció con Petro militando en la guerrilla del M-19.
Colombia se ha destacado por tener ministros ortodoxos, serios, de gran reconocimiento académico y entre los expertos, como Rudolf Hommes, Juan Camilo Restrepo, Roberto Junguito, Mauricio Cárdenas, José Antonio Ocampo, entre muchos otros. Y en general la inmensa mayoría se han caracterizado por no ser populistas. Ávila, por su parte, ha sido un conocedor del sector de la vivienda de interés social.
Si bien, lo que se espera es que un ministro trabaje de manera coordinada con el presidente de turno, el jefe de la cartera de Hacienda siempre ha tenido un peso mayor porque debe ser una especie de barrera de contención, que no está dispuesto a acatar todo lo que le pidan si va en contra de la estabilidad macroeconómica del país, más en este gobierno que se ha mostrado proclive a gastar sin mayores frenos.
Por eso salió el ministro Diego Guevara, que duró apenas tres meses en el cargo, porque se atrevió a decirle al presidente Petro que era necesario un ajuste fiscal mayor a los 12 billones que se anunciaron inicialmente. Y el mandatario, que está en campaña electoral, lo que menos quiere oír es que debe ser austero con el gasto de cara a las elecciones de 2026.
Si Ávila está en la tónica de decirle que sí a todo lo que venga de la Casa de Nariño, sin evaluar escenarios y posibles grandes gafes, tenemos que empezar a preocuparnos, más cuando dijo que no van a trabajar en función exclusiva de ciertos interlocutores, de los mercados internacionales o de algunas visiones económicas de sectores de la opinión pública, en referencia a los llamados de analistas sobre la necesidad de un mayor ajuste de por lo menos 40 billones de pesos este año. Aunque Ávila no descartó ajustes presupuestales dijo que no se tocarán los programas sociales.
Quiéralo o no, un mayor recorte terminará por imponerse teniendo en cuenta que el recaudo de impuestos se sobredimensionó, mientras que los gastos crecen a pasos acelerados. Por eso el descuadre en las finanzas públicas fue del 6,8% y el cumplimiento de la regla fiscal quedó en entredicho.
Si no utilizan la tijera no habrá reforma tributaria que alcance y el boquete fiscal seguirá creciendo. A no ser que recurran a medidas descabelladas como la de deuda a mayor costo o la de imprimir papel moneda sin mayor sustento. Hablar de más impuestos en las actuales circunstancias no parece lo más apropiado, menos cuando ya se le aprobó al Gobierno una mega reforma tributaria en 2022 y se impusieron nuevos gravámenes con la conmoción interior para el Catatumbo. Sin embargo, el Gobierno considera que se debe mantener el IVA del 19% a los juegos de suerte y azar en línea y está revisando otros más.
Por ahora Ávila, que se estrena con muchos grandes retos, hizo varios anuncios: presentará una nueva reforma tributaria, hará una evaluación de la deuda interna y externa y eliminará los subsidios para el diésel en las camionetas de alta gama. Hay que darle un compás de espera y ver qué tanto apretará las riendas de las finanzas públicas.