x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

Una colina sobre una montaña: Guasón 2: Folie à deux, de Todd Phillips

07 de octubre de 2024
bookmark

El engaño no dura mucho pero si usted, querida lectora, no lo sabía, es bueno prevenirla: la secuela de aquella película de hace cinco años dedicada al Guasón, el villano más icónico de Batman, es un musical. Y hablo de engaño porque al ser el género cinematográfico más divisivo de todos (todavía hay quien cree que Moonlight era una película superior a La la land sólo porque nadie cantaba en ella), tanto su director, Todd Phillips, como sus protagonistas, evitaron decirlo en la campaña de prensa previa. Lo que hace de “Guasón 2” tal vez el primer musical vergonzante que se recuerde.

No debería ser así, porque la parte musical es lo que mejor funciona en esta película. Tanto la escena en la que el casi siempre brillante Joaquin Phoenix interpretando a Arthur Fleck, canta For once in my life en esa mezcla de instalación carcelaria y manicomio al que ha ido a parar después de sus crímenes, como la versión de That´s life de Lady Gaga para su banda sonora, pagan la boleta de los que vayan a verla en cine. La cantante y compositora, además, como siempre que actúa, lo hace con convicción y fiereza, encarnando a Lee Quinzel (o la versión en este universo de Harley Quinn), la chica que conocerá Arthur en su encierro y que se convertirá en la ilusión de un futuro posible si llega a ganar el juicio al que lo llevará el sistema, después de una larga discusión sobre si fue otra personalidad criminal dentro de su mente la que cometió los asesinatos por los que se le acusa, o fue él, en conciencia plena de sus actos.

Esa doble personalidad que se discute legalmente, es el tema central de la película. Por eso Phillips decide comenzarla con un corto animado, como los de los Looney Tunes de los años cuarenta, que le encarga a Sylvain Chomet, el director de Las trillizas de Belleville en el que la sombra violenta de Arthur, el comediante, se roba su show y lo encierra. Un relato que termina con sombra y personaje fusionados recibiendo una paliza por parte de la policía. Parece un resumen y un aviso de lo que veremos por parte de Phillips, que ha llevado su incomodidad con el éxito de la primera parte a algo que luce como una inmolación pública. Hace cinco años escribí acá que Guasón había tenido tanto éxito porque capturaba el espíritu de su tiempo, esa necesidad de los oprimidos, de los que son vistos por el poder como un chiste, de devolver el golpe y encender la llama de la rebeldía.

Es como si Phillips deliberadamente quisiera apagar el fuego que encendió, y evitar ver a tipos con máscaras de Guasón en las marchas al Capitolio o en las manifestaciones contra el capitalismo (porque agitadores hay en todos lados), haciendo todo lo posible por desanimarlos: poniendo a cantar a su personaje, subrayando que los que no se aprovechan de su fantasía, la castigan con violencia. El problema es que crea una secuela que no debió existir porque que se avergüenza de lo que había construido y en lugar de subir otro peldaño, prefiere tirarse por las escaleras. Nadie ríe ahora. No hay de qué.

Sigue leyendo

Te puede Interesar

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD