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La falsa superioridad moral de lo público en salud

Nunca en los 140 años que llevan funcionando los seguros de salud con la participación de agentes privados en todo el mundo, se habían escuchado semejantes argumentos peregrinos: que esto sea inmoral, inconveniente o innecesario.

30 de septiembre de 2023
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Por Luis Gonzalo Morales Sánchez - opinion@elcolombiano.com.co

En el debate sobre la reforma a la salud en Colombia que propone el actual gobierno, recientemente han emergido curiosos argumentos para justificarla expuestos por polifacéticos columnistas de opinión. Surgen del desconocimiento de lo que es un sistema de salud que reducen a los hospitales que prestan el servicio y al gobierno que les paga; y de otro lado, a la insubstancial ideología de la superioridad de lo público sobre lo privado en el manejo de los recursos públicos. Lo utilizan para descalificar sesgadamente y aun tachar de inmoral la presencia de actores privados de seguros, pero no de otros de esa misma índole, como si existiese utilidad buena y mala.

Si revisaran la historia se darían cuenta que no fue la Ley 100 de 1993 la que creó los seguros de salud que además creen que solo existen en Colombia. Fue en 1883 cuando Otto von Bismarck puso en marcha el primer seguro estatal de salud del que se tenga conocimiento, modelo que a mediados del siglo XX se extendió a casi todos los países del mundo. Surgieron como entidades de naturaleza y control por fuera de la esfera pública bajo la figura conocida como el tripartismo, plenamente vigente en la actualidad.

Desde 1883 y hasta hoy estos seguros se siguen financiando con aportes de trabajadores y empresarios, a lo que contribuye el Estado sustituyendo a quienes no pueden hacerlo. Prácticamente en todos los países del mundo, salvo contadas excepciones, existen seguros de salud manejados por empresas creadas con este fin, que en su inmensa mayoría mezclan entidades públicas y privadas con diversos grados de participación.

Inclusive el sistema de salud británico, que es el modelo en el que se inspira la reforma de este gobierno y al que consideran el paradigma de lo público, además de contar con una entidad especializada que lo maneja, permite que casi el 20% de la población esté cubierta con seguros privados que son deducibles de sus impuestos.

Nunca en los 140 años que llevan funcionando los seguros de salud con la participación de agentes privados en todo el mundo, se habían escuchado semejantes argumentos peregrinos: que esto sea inmoral, inconveniente o innecesario. La creación y acumulación de riqueza generada por el sector privado es la que ha permitido que la humanidad progrese, no la acción del Estado que al contrario ha podido existir gracias a ello. Los seguros de salud nacieron porque enfermarse es una contingencia que debe financiarse con la solidaridad de todos mancomunando recursos. No basta con el Estado para pagarle a los hospitales como creen algunos, al que erróneamente le atribuyen la propiedad de estos recursos.

En el fondo lo que hay en estos planteamientos es la defensa de intereses particulares de castas políticas que lo único que buscan es su propio beneficio y para lo cual acuden a noveles profetas en este campo y a doctrinas acomodaticias para sustentarlo. Acá lo pecaminoso es la ingenuidad de creerles el cuento de que solo los mueve el interés general.

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