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La paranoia del golpe de estado

Petro debería sentirse orgulloso de gobernar en una democracia con instituciones sólidas, capaces de hacer control político.

15 de octubre de 2024
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  • La paranoia del golpe de estado

Por juan david ramírez correa - columnasioque@gmail.com

Hablemos sobre el “golpe de estado”, que tanto menciona Gustavo Petro y que usa con un sesgo interpretativo para evadir asuntos de fondo en su forma de gobernar.

El Cline Center for Advanced Social Research de la Universidad de Illinois define un golpe de estado como los “esfuerzos organizados para llevar a cabo una destitución repentina e irregular ―ilegal o extralegal― de la autoridad ejecutiva de un Gobierno en ejercicio”. Anota también que, para que un acto sea considerado golpe de Estado es necesario que los responsables utilicen vías irregulares cargadas de amenazas y el establecimiento de un orden de facto.

Aquí eso no está pasando, pero, en el mundo petrista, el término “golpe de estado” y todos los eufemismos que le ponen, está hecho para enrarecer el ambiente de un país cargado de polarización.

Una investigación realizada por este mismo centro académico determinó que entre 1945 y 2019 se registraron 762 intentos de golpe en 136 países en todo el mundo. En su gran mayoría fueron realizados por militares, facciones dentro del mismo gobierno, revueltas populares y autogolpes. Solo 20 fueron perpetrados por disidentes, es decir, grupos de fuerzas políticas o corrientes opositoras a los gobiernos.

¿Somos un país propicio para golpes de estado? Nuestra historia democrática, caracterizada por la fortaleza institucional y en contraste con lo que sucede en otros países de América Latina, muestra que las dinámicas golpistas no tienen cabida en estas tierras.

Sin embargo, para Petro, todo lo que cuestione a su gobierno y a su personalidad, constituye un de golpe de estado (blando, duro, disimulado, en fin, como quiera llamarlo).

Sucedió de nuevo la semana pasada con la decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de investigar lo ocurrido en su campaña por haber excedido los topes electorales, llevándose por delante el cumplimiento de la ley electoral.

Petro desestima la idoneidad y potestad del CNE para investigar campañas y la equipara a un ataque personal y, por consiguiente, eso configura el inicio de un golpe de estado.

Para claridad de todos: El CNE investiga campañas electorales, no a presidentes. Petro no lo entiende o, de pronto sí, pero lo niega. Eso lo lleva a denigrar de la separación de poderes y los sistemas de pesos y contrapesos de nuestra democracia y lo impulsa a dar golpes de puños a la mesa con los que instiga al pueblo a salir a las calles, exacerbando la polarización que tan jodidos nos tiene.

Pero la noticia es esta: a estas alturas, nadie lo va a derrocar. Aquí la tradición es respetar el orden constitucional y el mandato popular. Además, si hubiera alguna consideración jurídica o política que lo hiciera, sería remota esa posibilidad.

Tiendo a pensar que todo hace parte de la retórica paranoica que habita en su mente y tiene el mismo voltaje de cada verbalización que hace o mensaje que publica en X. Pareciera que le molesta profundamente que su figura no se ponga por encima del sentido del común.

En esta historia, Petro debería sentirse orgulloso de gobernar en una democracia con instituciones sólidas, capaces de hacer control político. Eso sería un buen proceso de coaching para aplacar sus rasgos de personalidad mesiánica.

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