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En Medellín no nos interesa la derrama económica que dejan los pedófilos ni los enfermos que creen que pueden venir a cumplir siniestras fantasías de manera impune.
Por Juan Camilo Quintero M. - @JuanCquinteroM
Lo ocurrido la semana pasada en un hotel Provenza que fue sellado luego de que un extranjero fuera hallado en su habitación con dos menores de edad (12 y 13 años) es, por desgracia, solo la punta del iceberg de un problema mayor del que todos hablan en voz baja y con algo de vergüenza. Si bien Medellín, desde hace algunos años, siempre ha estado en el radar de los extranjeros como un destino atractivo, bien por la calidad de su gente, por la buena gastronomía, y hasta por el reconocimiento como la ciudad más innovadora del mundo, lo que está pasando hoy nos desborda y amerita una discusión seria, sin eufemismos ni verdades a medias. En otras palabras o cogemos el toro por los cuernos o nos embiste.
Hoy, sería absurdo negar que parte del turismo, no todo, que llega a la ciudad lo hace captado por una tríada perversa: Pablo Escobar, sexo y drogas. Atractivos que todos los antioqueños rechazamos, la verdad sea dicha, sin saber muy bien qué hacer, con una problemática que si bien es de vieja data, en los últimos cuatro años creció de manera exponencial. Alguien dijo, que éramos un burdel a cielo abierto y estas palabras aunque indignan por equivocadas y por su doloroso reduccionismo, son una alerta que debe movilizarnos como sociedad.
Creo que llegó el momento, ya no solo de hablar sino te exigir acciones contundes desde la institucionalidad pero también desde la sociedad civil. Necesitamos exponer y condenar social y penalmente a las mafias que controlan, estimulan y permiten que este tipo de turismo impere en la ciudad. Necesitamos que los niños vuelvan a clase y que vivan cada etapa de su desarrollo como lo que es: la posibilidad de asombrarse con la vida. Hay que proteger a nuestros jóvenes de los criminales que los venden por algunos dólares pero también de los que están dispuestos a pagar por ellos.
Necesitamos visibilizar nuevos paradigmas para la juventud pero también para una ciudad que, aunque resiliente, es claro que aún busca su vocación y que en esta ruta siempre estará asediada por la tentación de la ilegalidad y del dinero fácil.
Llegó el momento de hacer una gran campaña y que todos sepan que en Medellín hay cero tolerancia con el turismo sexual. Que en Medellín no nos interesa la derrama económica que dejan los pedófilos ni los enfermos que creen que pueden venir a cumplir siniestras fantasías de manera impune. En Medellín no queremos dólares manchados con la sangres de nuestras niñas y niños. Bienvenidos los turistas, pero si la intención es hacer turismo sexual mejor les va a caer todo el peso de la ley. Enhorabuena, la Alcaldía de Medellín está al frente del tema, respaldamos y exigimos más resultados para poner punto final a esta situación.
Si dejamos atrás el hecho de ser la ciudad más violenta del mundo, con mayor razón, entre todos, lograremos superar esta infamia y hacerla parte del olvido. .