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Petro está acabando con Colombia, está dejando una situación insostenible, unas grietas profundas y unas heridas incurables. Y no en unos sectores en particular, sino de forma transversal. Presidentes con tan mala fe deberían ser juzgados y encarcelados, pero ya sabemos que aquí el peor de los criminales goza de inmunidad eterna.
Por Diego Santos - @diegoasantos
A quienes hemos estado en la oposición desde el primer día que iniciara el gobierno de Gustavo Petro, el tiempo nos ha dado la razón. Nunca le mentimos a los colombianos sobre lo que estaba sucediendo en el país; no faltamos a la verdad cuando hablamos de desgobierno, ni los engañamos cuando denunciamos que Colombia estaba siendo descuadernada por parte del mismísimo Ejecutivo.
El consejo de ministros que presenciamos millones de colombianos el martes pasado, que bien podría denominarse ‘el consejo del boxer y de los cuchillos’, constató lo que hemos denunciado sin parar en la oposición: que Petro les ha incumplido a los colombianos; que ha desprotegido a la sociedad; que le ha dado alas al terrorismo, y que no sabe cómo ejecutar un plan de acción.
La improvisación, el dogmatismo, la incompetencia, la vanidad, la chabacanería, la desobediencia y el importaculismo son los atributos bajo los cuales se han dirigido las riendas del país en los últimos dos años. Mientras decenas de personas son asesinadas en el Catatumbo, y decenas de miles son desplazadas sin tener a dónde ir, Petro y los suyos prefieren celebrar un reality de odio en la Casa de Nariño. “Se tiraron el consejo de ministros”, dijo Armando Benedetti riéndose de los funcionarios que ‘apuñalaron’ a Petro.
Pese a que no faltan personas que señalan que todo el show del martes no es más que una cortina de humo que le sirve a Petro para consolidarse en el poder, la cuerda no se puede tensar de manera infinita. La cuerda, tarde o temprano, se rompe. Y a Petro se le está rompiendo. En un mes, el gobierno ha tenido cinco crisis gravísimas -salud, Venezuela, Catatumbo, Trump y el consejo de ministros-, todas reflejo de una incompetencia que no se había visto en gobierno alguno. La cuerda, insisto, no da para todo.
Petro está acabando con Colombia, está dejando una situación insostenible, unas grietas profundas y unas heridas incurables. Y no en unos sectores en particular, sino de forma transversal. Presidentes con tan mala fe deberían ser juzgados y encarcelados, pero ya sabemos que aquí el peor de los criminales goza de inmunidad eterna. ¿Y quién reparará todo esto? ¿Cuánto tiempo nos tardará el recuperarnos? ¿Quién va a creer en una estabilidad institucional y jurídica si en 2030 pueden volver los mismos que nos han destruido?
Los opositores no les mentimos, pero hemos sido incapaces de construir un plan creíble para que nos crean; tampoco hemos dado con una narrativa que genere esperanza. Estamos inmersos en una suerte de hipnosis que nos impide pensar, una hipnosis en la que nos reímos mucho de los consejos de ministros, pero actuamos casi que igual. Ojalá lo acontecido el martes represente un punto de quiebre en nuestro trabajo como oposición. Urge un meticuloso análisis de este consejo, porque ahí, en esas seis horas, se encuentran todas las oportunidades de construir mensajes y soluciones para la población que nos dijo no más en 2022.