x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

Las bodegas ya no lloran

No es malo tener una ideología, ni es malo trabajar para un gobierno que ayudaron a elegir. Lo que molesta es la hipocresía, lo que enerva es darnos cuenta de que sus principios no eran sólidos y que sus luchas no fueron sinceras.

25 de febrero de 2025
bookmark
  • Las bodegas ya no lloran

Por Daniel Carvalho Mejía - @davalho

Eran otros tiempos, parecen ya tan lejanos: las redes y las calles se llenaron de ciudadanos movilizados; las razones eran legítimas, las causas eran nobles. Los movía la preocupación; había empatía, primaba la indignación.

Numerosos líderes digitales, sociales y sindicales, de manera elocuente y vehemente, luchaban por los derechos, por la educación y la salud; denunciaban con razón los errores de los gobiernos anteriores en materia de corrupción y nepotismo; contaban masacres y asesinatos; vigilaban con celo las incoherencias que hallaban en las carreras diplomáticas y las contrataciones públicas; se mostraban como grandes defensores de la separación de poderes y de la Constitución de 1991.

Eran tiempos de llamados histriónicos a una dignidad que, decían, iba a volverse costumbre. Parecían tan sinceros. Su épica nos invitaba a aplaudir la idea de que, finalmente, la sociedad civil y la juventud eran conscientes de su importancia como actores de nuestra democracia. Poco a poco, las legítimas expresiones ciudadanas fueron cambiando su cara. Dejaron de ser espontáneas; se convirtieron en bodegas: pasaron a ser estrategias electorales pagas, a menudo amplificadas a través de sitios y cuentas falsas. Y cuando justificaron públicamente que sus intereses les permitían mover la línea ética, ya no hubo marcha atrás.

Ahora priman las mentiras espectaculares; la difamación es un arma corriente y los ataques personales nuestro pan de cada día. Los susodichos líderes primero callaron; luego mintieron una y otra vez, hasta que se les hizo costumbre el doble rasero. Hoy comparten mesa con afamados corruptos; los escuchamos atacar a las instituciones; leemos a diario sus acrobacias para justificar lo que antes criticaban; los descubrimos disfrutando de palcos junto a personajes infames y gozando de interesantes contratos con el estado. Siguiendo el ejemplo del líder supremo, los vemos promover de forma peligrosa y amenazante la cancelación de ciudadanos que de manera argumentada se atreven a criticar al gobierno.

No es malo tener una ideología, ni es malo trabajar para un gobierno que ayudaron a elegir. Lo que molesta es la hipocresía, lo que enerva es darnos cuenta de que sus principios no eran sólidos y que sus luchas no fueron sinceras. Su grandilocuente preocupación por el país se convirtió en una búsqueda mezquina por mantener los beneficios personales; su empatía se volvió insensibilidad ante la injusticia social, las masacres, la desaparición de líderes sociales, el desplazamiento, la intolerancia; su indignación se hizo indigna. Pasaron de tener todas las soluciones a tener todas las excusas. La máscara cayó bajo el peso del dinero. Hoy las bodegas no lloran, las bodegas facturan.

Sigue leyendo

Te puede Interesar

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD