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Estar en casa

La enfermiza conectividad que nos dan las redes hoy en día, se trasfiere a lo físico y a una ansiedad social que termina por convertirse en un: cualquier cosa, menos solo en casa

25 de febrero de 2025
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  • Estar en casa

Por Amalia Londoño Duque - amalulduque@gmail.com

Estábamos conversando y alguien dijo “me dio FOMO”, una persona no entendió y al que estaba hablando le tocó explicar qué significaba:

Fear of missing out, “miedo a perderse algo”, tradujo.

¿En serio hay un término para eso?, preguntaron.

Y aquí va lo mejor del asunto, “yo ni siquiera he sentido esa emoción”, dijo uno.

“A mi en vez de miedo, me da cierta satisfacción perderme planes”, dijo otro.

“Lo que sí es cierto, es que uno en la casa viendo por redes sociales donde están todos los otros, sí tiene que sentir algo”, concluyeron.

No supe qué decir en ese momento, llevo un tiempo ya en el que por temas de familia, por mis hijos y por tiempo, prefiero quedarme en casa cuando tengo un espacio libre.

De hecho, a veces siento que estoy dándole un regalo a mis hijos que con menos de cinco años, durante el año, tienen más agenda social que cualquier adulto.

Me confronta la agenda que nos golpea en el calendario del celular llenando de colores las horas de cada día con reuniones, una tras otra, sin respiro y sin tregua. Yo, por ejemplo, he llegado al punto de agendar trayectos para medir y no llegar tarde, pero también para planear cómo puedo aprovechar mejor esos tiempos en los que me traslado de un lugar a otro.

Estamos con las agendas llenas y cuando hay espacio, por todos lados nos dicen: ¡Hay que salir!

Los compromisos sociales aplastan y el plan de quedarse en casa, va desapareciendo. Ya quedarse en casa es una eventualidad o algo raro para muchos.

En una entrevista que le hicieron hace poco a la filósofa Marina Garces, decía la ensayista que “Para poder gozar de la amistad hay que perder el miedo a la soledad. Todo ese miedo es el que crea esta necesidad casi adictiva de la vida social y escenificada, aunque sea solo en las redes, en las que siempre hay otros.”

Coincido en eso de perder el miedo. La enfermiza conectividad que nos dan las redes hoy en día, se trasfiere a lo físico y a una ansiedad social que termina por convertirse en un: cualquier cosa, menos solo en casa.

Y es peor cuando ese temor se trasfiere a familias y como padres, empezamos a buscar llenar los espacios vacíos que pueden tener nuestros hijos, como si verlos enfrentarse al paso del tiempo sin hacer nada, significara un fracaso en su desarrollo.

“La sociedad de consumo es una sociedad de grupos”, para salir, siempre necesitamos más gente. Y, a pesar de haber comprobado en pandemia que podemos sobrevivir en casa, parece que la herencia que dejó la cuarentena para muchas personas, fue justamente lo contrario.

¿Por qué hay tantas personas huyendo de su propio espacio?

Estar en casa es un lujo; convivir en familia estando en casa, es un regalo.

Algo se habrá confundido entre las lecciones de la pandemia para que después del encierro, tantos hayan terminado por elegir una socialización desesperada.

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