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Y pensando en dejar las listas a un lado para darle paso a algo más retador, concluí que para este año nuevo, solo deberíamos saber elegir mejor dónde poner nuestra atención”.
Por Amalia Londoño Duque - amalulduque@gmail.com
Entre los balances que algunos escriben sobre el año y que otros prefieren dejar pasar en la mente para evitar frustraciones por lo que no se ha logrado, yo prefiero volver a lo que era mi vida el 31 de diciembre del año anterior.
Este cierre de año, al menos en mi vida, sugiere también el cierre de la vida como la había conocido hasta ahora porque el 2024 me cambió todo.
Y pensando en dejar las listas a un lado para darle paso a algo más retador, concluí que para este año nuevo, solo deberíamos saber elegir mejor dónde poner nuestra atención.
Suena fácil, ¿no?
La vida, así de fugaz y con sus inesperados sucesos, va pasando frente a nosotros mientras estamos distraídos.
El lema de nuestra era debería ser “intenté vivir pero me distraje”, sugiere Johann Hari en su libro 'El valor de la atención'.
Decía el autor, en una entrevista que le hicieron para un periódico español, que cada vez hacíamos más fuerte la incapacidad para sentirnos presentes.
Sin embargo, en las redes sobran conversaciones motivacionales sobre cómo vivir de manera más consciente.
Abunda información y sobran dispositivos porque mientras todo eso pasa, lo cierto es que las pantallas sí nos alteraron el sentido del tiempo y han hecho que ahora estemos más en otras vidas que en las nuestras, en otros tiempos, conectados a los temas de conversación que son tendencia o viendo paisajes, conciertos, momentos a través de las pantallas.
Si comparo el año en el que yo nací con lo que vivo hoy, podría jurar que la información se multiplicó más de 10 veces. Los mensajes se expanden fácil, llegan a través del celular y nos cogen manejando, en una cita médica, mientras recogemos a nuestros hijos en el colegio o durante una reunión de trabajo.
No reconocen tiempos ni son oportunos, los mensajes ahora, solo llegan.
Y claro, nos distraen.
Johann Hari dice también en su libro, que el hábito que tenemos actualmente de hacer scroll o pasar entre una información y otra rápidamente, solo refuerza su teoría sobre lo poco que profundizamos sobre los temas que nos interesan.
Su experiencia al desconectarse durante varios meses fue vertiginosa, en una entrevista aseguró que “si estás entrenado por esta maquinaria que te alimenta de recompensas, de likes, de seguidores... Cuando desaparecen, primero experimentas un alivio, pero luego empiezas a echar de menos los corazones, las reacciones, las polémicas. Estamos entrenados en el narcisismo”.
¿Qué tanto dependemos de este ritmo frenético en el que nos metió el mundo digital?
¿Qué cosas hacemos con detenimiento, lentitud y calma?
¿A qué actividades les dedicamos horas enteras sin distracción?
En su libro Hari habla de los “Estados de flujo”, esos estados en los que nos dejamos llevar por la concentración en una actividad, olvidándonos del tiempo y de todo lo que sucede alrededor.
Estados que se dan naturalmente en la niñez y que vamos perdiendo con los años.
Mi deseo para este 2025 es que podamos recuperarlos.
Les deseo atención pura, sin distracciones.
Atención decidida, foco y concentración en las personas que más nos importan, en los proyectos que más nos soñamos y en las labores cotidianas, que son en definitiva, las que narran nuestra vida.