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Charles Duhigg en su newsletter The science of better, mencionaba que el segundo viernes de enero era conocido como el “quitters day” porque era el día en el que las resoluciones de fin de año empezaban a fallar para la mayoría de las personas.
Por Amalia Londoño - amalulduque@gmail.com
Mi abuela era una mujer a la que le gustaba celebrarlo todo, tenía cajas de disfraces y sacaba máscaras, collares y vestidos cada que tenía una reunión en su casa.
Cumplía años un 31 de diciembre y queriendo unirnos a todos en su sentimiento, hacía siempre una celebración digna de su nuevo año.
Este 31 hubiera cumplido 100 años, lo recordó una prima esa noche y me hizo pensar que el año nuevo no marca necesariamente un comienzo.
Es probable que, para muchos, sea solo una excusa para sentir que algunas cosas ya quedaron atrás, enmarcadas en un número que ya no es el que rige el presente.
Y eso ayuda a seguir.
Es como una página en blanco.
Aunque no lo es.
Es una idea.
Lo que algunos llaman “fresh start”, la oportunidad de contarse a sí mismo una nueva historia.
Es creer que se vuelve a empezar, aunque haya caminos que tengamos que continuar con las cargas, las ausencias, los dolores y los restos que dejan los años que han pasado.
Charles Duhigg en su newsletter The science of better, mencionaba que el segundo viernes de enero era conocido como el “quitters day” porque era el día en el que las resoluciones de fin de año empezaban a fallar para la mayoría de las personas.
Me hizo recordar a una de mis amigas más cercanas que me escribió un mensaje de fin de año diciendo: “veámonos antes de que nos atropelle la cotidianidad”.
Suena como si la rutina fuera la culpable de suspender los propósitos y es probable que así sea para algunas personas.
La gestión del tiempo, las labores que se suspenden en vacaciones y todo lo que aporta estar lejos de las pantallas, son tal vez una recarga que se pierde fácilmente una vez volvemos a hundirnos en grupos de WhatsApp, conversaciones por Teams y toneladas de mails diarios.
Aunque ya he mencionado varias veces lo nocivo que puede ser el uso de dispositivos, casi todos estamos convencidos de que lo manejamos bien y podemos controlarlo. Por esta época la diferencia es, tal vez, que logramos comprobar como la atención cambia si en los días de descanso logramos distanciarnos de las redes y de todas las presiones que implican.
Para esta idea del nuevo comienzo, quienes estudian las ciencias del comportamiento reconocen el valor positivo de estas ilusiones, coincidimos todos en que no se debe contener el optimismo y en que puede potenciar la creatividad.
La recomendación para sostenerlo y no quedarnos en ese segundo viernes de enero, es aprender a plantearnos objetivos más cercanos, metas que sean como escalones y no como las cimas de una montaña.
Además, es importante proponerse acciones, en lugar de centrarse en todo lo que queremos dejar de hacer porque sabemos que no nos conviene.
Ya pasando la segunda semana del 2025, podríamos concentrarnos en el presente. La hermosa casualidad del cumpleaños de mi abuela cada año nuevo fue en mi niñez un recordatorio de que no solo hay que tener propósitos, sino también atención suficiente en lo que sí hemos logrado, en lo que hoy tenemos y en la importancia de celebrarlo.