Empresas de diferentes sectores se dieron cita en el foro ‘Responsabilidad Social Empresarial: un reto para las compañías’, realizado por EL COLOMBIANO y Valora Analitik.
El papel de las empresas va más allá de producir bienes y servicios, crear empleos y pagar impuestos. El mundo les está exigiendo mayores compromisos tanto sociales como ambientales, como preocuparse por el bienestar de la sociedad y el entorno en el que habitan, ya que de estos obtienen los insumos y recursos que necesitan para operar.
Bajo este panorama, el tejido empresarial colombiano, tanto público como privado, ha tenido que dirigir esfuerzos en estrategias que hagan más eficientes el uso de los recursos, generen un impacto social y mitiguen los daños al medio ambiente.
De hecho, según datos recopilados por la firma Jaime Arteaga y Asociados, 175 de las 1.000 empresas con más ventas en Colombia han destinado un total de $8,5 billones en inversión privada en 2023, de los cuales $3,7 billones fueron destinados al desarrollo social (con una inversión social voluntaria de $900.000 millones) y $4,8 billones fueron para inversiones ambientales.
Sobre lo anterior conversaron empresas y entidades de diversos sectores económicos durante el foro “Responsabilidad Social Empresarial: un reto para las compañías”, donde abarcaron los desafíos que implica incorporar procesos sociales y sostenibles a las estrategias corporativas.
El evento contó con más de 2.000 personas, las que se inscribieron para participar de forma presencial, que, además, tuvo transmisión en vivo a través de YouTube.
‘Sostenibilidad sostenible’
Alquería es una de las empresas B más grandes del país. Esta calificación es otorgada por B Lab, una entidad norteamericana sin fines de lucro, la cual evalúa la sostenibilidad de las compañías y propone mejorar aquellos estándares que necesiten rectificación.
Se basa en un modelo de negocio orientado a la mejora del entorno socioambiental. Para Adriana Velásquez, directora de Sostenibilidad y Sociedad de Alquería, uno de sus retos ha sido, por ejemplo, que la industria láctea del país se ha comercializado tradicionalmente en bolsas plásticas.
Esto los llevó a asumir la tarea de desarrollar productos y empaques que ayuden a reducir su huella ecológica a lo largo de la cadena de valor y así convertirse en una empresa plástico neutro.
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“Para ser sostenibles se debe construir una relación de mutuo beneficio. Por ejemplo, con el plástico nosotros no solo lo recogemos, sino que se convirtió en una buena excusa para contribuir con las asociaciones de recicladores. Por eso, en la sostenibilidad tiene que estar de por medio la generación de capacidades, ser económicamente viables y que no se nos olvide que esto es una carrera de largo aliento. No es salir bonito en la foto y que después no sepamos qué estamos haciendo”, comentó Velásquez.
De forma complementaria, Santiago Londoño, gerente general de Haceb, afirmó que la “sostenibilidad debe ser sostenible”.
“Uno muchas veces tiene buenas intenciones, pero estas se quedan cortas porque, al final, para llevar a cabo los proyectos de sostenibilidad a la dimensión social y ambiental se requiere desarrollar capacidades organizacionales. Nos ha pasado que tenemos una iniciativa potente, pero no logramos escalarla. Pero de eso se aprende”, indicó Londoño.
Agregó que desde Haceb le están apostando al objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número cuatro, que es la educación de calidad.
“Hace poco, en alianza con el Cesde, construimos un programa de información técnica en instalación, reparación y mantenimiento de gasodomésticos y electrodoméstico. Este busca educación para la empleabilidad. Por otro lado, también estamos definiendo el papel de esta industria”.
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Sobre esto último, dijo, están pasando de desarrollar productos a soluciones: “Entonces ya no hablamos de refrigerar, sino que de conservación consiente, a través de un artefacto lograr preservar los alimentos con eficiencia energética y utilizar materiales sostenibles, entre otros”.
Integrar a las comunidades
Otro de los grandes retos que tiene el sector empresarial en esta materia es cómo integrar a las comunidades a los procesos. De acuerdo con María Paula Platero, coordinadora del Fondo Social de la Andi, las iniciativas sociales y medioambientales de las compañías permiten llegar, entre otras cosas, a las zonas más apartadas del país, lo que se convierte en una oportunidad de generar bienestar e incorporar a las poblaciones vulnerables.
“Las empresas estamos cubriendo necesidades en educación, infraestructura, salud, entre otros, que de pronto el Estado no ha logrado suplir en algunos territorios. Pero esto no es malo, es una forma también de posicionar y de visibilizar el rol de las empresas, más allá de una retribución económica. Es cómo devolvemos a las comunidades y las integramos en los procesos”, comentó Platero.
A su turno, Viviana Hurtado, socia directora en TalentLab Colombia, Perú y Andina, manifestó que en el camino de la responsabilidad social y ambiental siempre se está en un constante aprendizaje.
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“Dentro de este proceso, no podemos hacer exactamente lo que hacen otras organizaciones. Es importante definir cuál la relación contexto-compañía. Un desafío importante, por ejemplo, es cómo hacer que la responsabilidad social y ambiental se integre a los modelos y estrategias del negocio”, apuntó.
Así pues, pese a los desafíos, las empresas colombianas continúan demostrando un fuerte compromiso con el desarrollo social y la sostenibilidad. La focalización en comunidades vulnerables, la gestión eficiente de la inversión y la integración de criterios de sostenibilidad en las operaciones son elementos clave que cada vez toman más fuerza y que reflejan un impacto positivo en la sociedad.
