Las algas literalmente son las plantas del agua, sin importar si es dulce o salada o si están en la superficie o en la profundidad, y tienen la capacidad de realizar fotosíntesis con la energía de la luz del Sol; de producir oxígeno, lo cual permite la respiración de muchos de los organismos que viven en los ambientes acuáticos; de absorber CO2 y así ayudar a detener el calentamiento global; de ser el refugio y el hábitat de miles de especies; de absorber contaminantes orgánicos en muchos casos; de reducir en más de 95% las emisiones de metano procedente de la actividad digestiva del ganado; e incluso de servirle al humano como fuente de alimento, fertilizante, forraje o como materia prima en la producción de biocombustibles.
En su definición moderna, son consideradas organismos eucariotas, lo que equivale a decir que se caracterizan por presentar siempre un citoplasma compartimentado por membranas lipídicas y un núcleo celular organizado.
Además, diversos estudios sobre la biología de las algas le han atribuido propiedades antibacterianas, antiinflamatorias y antioxidantes, por lo que están consideradas como un “recurso abundante de moléculas bioactivas”.
¿Cómo es el proceso de fotosíntesis de las algas?
Todos sabemos que la fotosíntesis es el proceso mediante el cual los organismos vegetales transforman la energía lumínica en energía química para así alimentarse, complementando otros nutrientes que obtienen del aire, la tierra y el agua, un proceso que no solo los beneficia así mismos, sino que también beneficia al resto de los seres vivos a través de procesos alimenticios y de descomposición propios de las cadenas tróficas.
Ahora, ¿qué sucede cuando los organismos que deben hacer este proceso se encuentran en un ecosistema acuático? Es muy sencillo: la vida de todos modos reverbera.
O sea, “el proceso básico de fotosíntesis consiste en que los organismos vegetales capturan la energía solar mediante los cloroplastos de las células vegetales, que son órganos donde se concentra el pigmento llamado “clorofila”, y que es el que le da el color verde habitual a los vegetales. En las algas marinas que realizan la fotosíntesis esto es exactamente igual”, explican en el blog Gracilarias de Panamá.
“Además de esta captación de luz por parte de los cloroplastos, las hojas toman del aire elementos como dióxido de carbono (CO2) y oxígeno (O2), y las raíces absorben agua y distintos minerales de la tierra. Todos esos elementos son procesados y sintetizados por los organismos para convertirse en glucosa, que a su vez serán transformados en otros elementos como sacarosa, almidón, proteínas, lípidos y celulosa, según las necesidades del vegetal”.
No obstante, y aunque ya se ha dicho que el proceso, en esencia, es igual en las algas, cabe mencionar que estos organismos se han adaptado evolutivamente para poder desarrollar la fotosíntesis de forma eficiente, teniendo en cuenta que su acceso a los recursos es, en muchas ocasiones, restringido.
“Dependiendo de la profundidad a la que se ubiquen las algas marinas, la disponibilidad del factor lumínico (sin el cual no hay fotosíntesis alguna) puede llegar a ser casi nula. Esto se traduce en que realicen una concentración intracelular activa de CO2, puesto que agua y minerales tienen de sobra, pero así se han asegurado la optimización de sus capacidades para la tarea más difícil: captar energía lumínica casi inexistente”, comentan en el blog.
También pueden capturar grandes cantidades de dióxido de carbono
Según un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, por investigadores del Instituto Max Planck de Microbiología Marina, en Alemania, las algas pardas pueden ser capaces de eliminar de la atmósfera hasta 0,55 gigatoneladas de dióxido de carbono al año y contrarrestar así el calentamiento del planeta.
“Las algas absorben dióxido de carbono de la atmósfera y lo utilizan para crecer. Liberan hasta un tercio del carbono que absorben en el agua de mar, por ejemplo en forma de excreciones azucaradas. Dependiendo de la estructura de estas excreciones, son rápidamente utilizadas por otros organismos o se hunden en el fondo marino”, argumentaron.