Azly Pareja Jaramillo tiene 17 años. Esculpe la arcilla y enseña a otros a hacerlo, dicta talleres, es voluntaria en la Cruz Roja, integra una agrupación musical y está en segundo semestre de Derecho en el Tecnológico de Antioquia. Cada faceta de su vida, elegida en distintos momentos en la búsqueda de identidad y pasiones, le ha abonado experiencias, conocimientos y habilidades.
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Pero hay para ella algo más importante: ha ido cultivando el liderazgo y el compromiso de trabajar por las comunidades más vulnerables, una idea que tiene en mente incluso cuando piensa en su futuro más lejano o en su sueño más ambicioso hasta el momento: ser candidata a la alcaldía y convertirse en la primera alcaldesa por elección popular de Medellín, si es que antes otra mujer no lo ha logrado.
Hace casi seis años, recuerda, empezó siendo brigadista en el colegio con la Cruz Roja y ha aprendido sobre primeros auxilios, cambio climático y trabajo social con poblaciones vulnerables. Después, en la comuna 6, Doce de Octubre, donde vive, Azly llegó a un taller de escultura y pronto se enamoró de la técnica, ha visto cómo con la arcilla las personas moldean sus pesares por experiencias tan dolorosas como la guerra o el desamparo.
—Al principio no era muy buena, pero a través de las esculturas fui regulando mis tristezas, la inquietud, la ansiedad. Empecé esculpiendo cuerpos de mujeres, porque estamos acostumbradas a que nuestros cuerpos los esculpen los hombres. Y, hace dos años, me dieron la oportunidad de ser profesora en el taller, los que llegan por primera vez a aprender creen que soy otra alumna, pero me quieren mucho, me tienen mucho respeto y como una admiración.
Estando en el taller, hace casi cuatro años, Azly conoció a sus compañeros de la banda de rock en la que canta. Cuenta que hacen mezclas con otros géneros, como el bambuco o el jazz, y que están grabando un álbum que van a lanzar pronto. Hace poco, a la hora de decidir qué estudiar en la universidad, dudaba entre artes o derecho, pero eligió el segundo porque cree que pocos abogados en la ciudad ayudan a las comunidades más vulnerables a cambio de nada, y eso es lo que ella quiere hacer.
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Derribar estereotipos
Entre clases de escultura, ensayos musicales, brigadas en las comunidades y la academia, la adolescente se ha ganado a pulso el reconocimiento a su liderazgo que apenas comienza. Se dejó convencer de amigos y familiares de presentarse al Concurso Mujeres Jóvenes Talento 2024 que se premió durante la Gran Noche de los Talentos y Liderazgos de las Mujeres. El pasado martes 17 de septiembre, Azly salió temblorosa y lagrimeando al escenario del Teatro Metropolitano como una de las 13 galardonadas, entre las que fue una de las 8 ganadoras de Mujeres Jóvenes Talento, en la categoría junior.
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Dice que no esperaba ganar en una competencia a la que se presentan “mujeres muy tesas, con trayectorias más largas”. Es cierto. Las ganadoras esa noche se destacan por el trabajo y los logros en liderazgo social y comunitario, investigación, ciencias, medioambiente, deporte, recreación, artes, liderazgo político y emprendimiento. Sí son muy tesas. Y muchas veces pasan desapercibidas.
Eso dio origen a la existencia del concurso, que justamente este 2024 cumplió 20 años desde que reemplazó en la ciudad el reinado de belleza que se realizaba en la Feria de las Flores. La idea era ir tumbando estereotipos sobre los roles de las mujeres, apoyarlas, reconocerlas y exaltarlas por lo que aportan a la sociedad, al desarrollo comunitario, a la academia, a la defensa de los derechos humanos. Azly cree que tan solo pensando en las ganadoras de dos décadas, desde su creación en 2004, ha dado buenos frutos el reemplazo del reinado.
La secretaria de las Mujeres de Medellín, Valeria Molina, destaca que este año se rompió récord en postulaciones, con 483 en total. En la categoría de Reconocimiento a los Liderazgos para mujeres mayores de 29 años ganaron Marcela Londoño Carvajal, en liderazgo en servicio público; Cristina Gallego Gallego, en liderazgo político; Érica Muriel Holguín, en liderazgo social y comunitario; Martha Valderrama Barrera, en liderazgo en investigación; y Diana Parra Salazar, quien se llevó la mención especial “Más Vivas que Nunca” por su trabajo en beneficio del bienestar de otras mujeres.
En la categoría Mujeres Jóvenes Talento, además de Azly, ganaron Salomé Restrepo Muñoz, en medioambiente y sostenibilidad; Laura Villegas Villa, en ciencias exactas; Manuela Aguiar Guiral, en deporte, recreación y actividad física; Danna Suárez Tejada, en ciencias sociales; Juliana Vanegas Martínez, en artes; Susana Villegas Sánchez, en liderazgo social, político y comunitario; y Stefanía Tascón Parra, en emprendimiento.
Érica Muriel Holguín se ha formado en arte, trabajo comunitario, desarrollo local y ha dedicado su vida al liderazgo social de la mano de las organizaciones de la sociedad civil. El reconocimiento que le entregaron resaltó uno de los logros más importantes que ha tenido: crear un colectivo de mujeres en el Sinaí, un barrio de la comuna 2, Santa Cruz, habitado por unas 2.800 personas, muchas de ellas víctimas de desplazamiento o migrantes.
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La idea surgió después de notar las graves consecuencias que dejó la pandemia en la salud mental de las mujeres. Con una amiga psicóloga empezó a hacer actividades, se ganaron estímulos para un proyecto sobre estilos de vida saludable y terminaron promoviendo la salud mental de 80 mujeres desde niñas a adultas mayores.
—El año pasado hicimos intercambios, que es invitar a algunas personas dueñas de pequeñas empresas o de empresas que están en crecimiento, que les cuenten a las mujeres la experiencia de cómo es montar negocios, porque tenemos varias que cocinan espectacular o cosen muy bien, tienen un oficio que puede ser un emprendimiento.
Posibilitar la autonomía económica de las mujeres no es lo único en lo que concentran esfuerzos. Este año se han enfocado en fortalecer otros espacios y actividades para el autocuidado, como yoga, cine, talleres de manejo de emociones. Las niñas, las jóvenes y las adultas han encontrado allí un refugio donde pueden conversar, encontrarse con ellas mismas y con otras mujeres. Darse un respiro en medio de las tareas domésticas y de cuidado que casi todas tienen en el hogar. Aprender que su salud física y mental es asunto prioritario.
Érica cuenta que su amor por el trabajo comunitario lo heredó de sus abuelos Teresa y Jesús Antonio, con quienes vivió en el campo de niña, en Puerto Berrío, libre, tranquila, maravillada con la naturaleza, viéndolos aplicar una inyección al vecinito enfermo, recomendar remedios a base de plantas para el dolor de estómago, integrar la junta de acción comunal de la vereda, hacer convites para limpiar el tanque de agua comunitario o para construir la escuela. El resto del impulso lo encontró en organizaciones sociales con las que se ha topado, dice, como la Fundación Ratón de Biblioteca, creada por Clemencia Gómez de Jaramillo, a donde llegó cuando era una adolescente; o la corporación cultural Nuestra Gente, donde se formó en teatro, entró al grupo Espantapájaros y con sus compañeros buscó la forma de tener impacto en la comunidad a través del arte.
Llegó a Medellín para empezar el bachillerato sin pensar que aquí cosecharía el legado de sus abuelos de lo que ella llama el “ser comunitario”. Es la primera profesional de la familia e hizo una maestría becada en la Universidad Eafit. Estudió administración pública convencida de que quería saber cómo funcionaba el sector para acompañar a las comunidades en la planeación de desarrollo local, en la formación de planes de cultura. Hoy es la coordinadora de proyectos y representante legal de la Corporación Cultural Nuestra Gente, donde ha sido tallerista de literatura, coordinadora y líder de proyectos. También cree que el concurso ha sido un escenario para visibilizar los aportes y liderazgos de las mujeres, lo que se convierte en la inspiración de otras niñas y jóvenes, como Azly, quien, a su vez, es ya inspiradora.
Con los $9 millones que recibió cada ganadora, Azly va a viajar, porque esa es la condición del concurso. Europa o algún país de Latinoamérica le pasaron por la cabeza, claro, pero decidió recorrer Colombia todo lo que pueda, quiere empaparse de la cultura y gozarse la diversidad de su propio país. Otro anhelo es exponer sus esculturas y ser reconocida por la música.
—A largo plazo me gustaría ser una mujer más política, participar en ese escenario. Incluso, me gustaría, en algún momento, popularmente para representar a la ciudadanía.
Érica destinará el premio a los ahorros para comprar su casa propia y va tras el deseo de hacer un doctorado. Pero de lo que más habla es de atesorar siempre lo que aprendió de sus abuelos. Por eso, su otro sueño es volver a la vereda para hacer trabajo comunitario como el que hacían ellos.
—Debo volver a la academia a hacer mi doctorado, no porque vaya a ganar más plata, sino porque parte incluso de la investigación que debo hacer quiero que sea un tema que le aporte a mi comunidad, que es mi otro hogar y que me posibilita ser y crear en mi libertad.
