92
años tenía el maestro Ramón Vásquez cuando falleció tras tropezar en un accidente casero.
En las películas de Hollywood suelen mostrar que los hallazgos de valiosas piezas de arte aparecen después de que los protagonistas desentrañan una red de intrigas y pistas confusas. Sin embargo, algo muy diferente sucedió en una modesta casa del barrio Conquistadores de Medellín, donde apareció un mural pintado por el reconocido artista plástico antioqueño Ramón Vásquez Arroyave, insigne y prolijo muralista en cuya obra dejó su estilo inconfundible.
De acuerdo con los relatos de los vecinos, hace poco menos de dos semanas en una de las casas ubicadas en la Calle 37 con carrera 63B –que actualmente están tumbando para darle paso a una torre de apartamentos– apareció el inmenso mural de más de tres metros de ancho con casi dos metros de largo.
De acuerdo con los residentes todo ocurrió mientras los obreros encargados de la demolición golpeaban un muro de una de las habitaciones. “El mural como que estaba tapado con unas láminas de drywall de yeso muy bien puestas. Como ya se había tumbado el techo, ese drywall se debilitó con los aguaceros. Entonces, parece que cuando un muchacho le dio un martillazo al muro, ahí cayó y dejó ver el mural”, narró un vecino.
Según cuentan los residentes, la sorpresa de los obreros fue mayúscula pues no es cosa de todos los días en brega encontrarse una pintura tan grande “encaletada” entre una pared.
Desde la calle vecina se puede observar parte del colorido mural. Otros vecinos que han podido ver con más detalle la obra desde sus apartamentos explicaron que la pintura representa a un grupo de niños, habituales personajes en las obras del muralista. Algunos juegan, otros aparecen desnudos o vestidos de duende, mientras que algunos más —portando harapos o vestidos como campesinos— ejecutan labores agrícolas y hasta venden periódicos.
El mural también tiene varios símbolos: un niño rubio y bien presentado que le pasa una antorcha a una niña, otro sostiene en una de sus manos a un pájaro enjaulado y, en su otra mano, otro en libertad. A ellos se suma un enigmático gato gris de ojos verdes bien abiertos. En la parte posterior de la obra, cuentan que aparece la firma del autor en la que combina la R con la V, signo característico.
A la comunidad le inquieta saber cómo llegó esta obra –que sería inédita– hasta esa amplia casa de dos plantas. Infortunadamente ninguno de los residentes que atendió recordó quién fue el dueño de la propiedad antes de que esta fuera vendida a la empresa Hábitat del Parque para construir allí una torre de 20 apartamentos.
Y al consultarle a la empresa, una de las empleadas dijo no estar enterada del hallazgo, una versión que carece de veracidad, pues este hallazgo se hizo hace ya casi dos semanas. El interrogante seguirá, por ahora, sin resolverse.
“Se sentía como un niño”
Aunque para muchos ciudadanos de a pie el nombre Ramón Vásquez Arroyave no diga mucho, su obra sí está grabada a fuego en la cotidianidad de los antioqueños. De hecho, es relativamente habitual encontrarse alguna de sus reproducciones tan característica por los deslumbrantes colores y las alargadas formas con las que generalmente se retratan niños o quijotes, sobre todo en los consultorios de la ciudad.
Vásquez, nacido en Ituango en 1922, tuvo una meteórica carrera artística que lo llevó en la década de 1940 al Instituto de Bellas Artes de Medellín dirigido entonces por Antonio J. Cano y en donde fue pupilo de Eladio Vélez y Gustavo López, según el obituario que escribió tras conocerse su muerte el periodista John Saldarriaga.
Vásquez trabajó como publicista e ilustrador en diarios como EL COLOMBIANO (al que estuvo vinculado por cinco décadas) y también fue docente.
Poco a poco su estilo de figuras espigadas que al trazo o acompañadas de fluorescentes colores representaban generalmente figuras mitológicas, paisajes, quijotes y sobre todo niños comenzó a ser más notoria y su fama se extendió por Antioquia y por el país.
“El maestro fue uno de los grandes artistas colombianos que hizo muchísimos murales. Tuve la fortuna de conocerlo, así como su taller (en Las Palmas) y sus pinturas. A él le agradaba mucho pintar niños porque él decía que se sentía como un niño”, comentó Henry González exalumno de Vásquez y hoy funcionario del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia.
Una de las personas que conoció mejor al maestro es el escritor Orlando Ramírez Casas, quien también fue su biógrafo. Ramírez se lamentaba en uno de sus blogs que si bien la obra del maestro Vásquez era ampliamente conocida, la persona detrás de ellas no gozaba de la fama que merecía tener.
“El desconocimiento sobre él quizás sea el resultado de que ha tenido una prolífica obra, y que toda la vida ha estado entre nosotros. Le tomamos confianza y se volvió parte del paisaje. Distinta sería su suerte si se hubiera ido a Londres o a París, y se hubiera codeado con galeristas y críticos de otros ambientes menos parroquiales. Tal vez hubiera regresado a su tierra convertido en personaje mitológico. No se cubre uno de gloria quedándose a vivir en Aracataca”, escribió Ramírez.
Sin embargo, González refuta a Ramírez y señala que en el círculo de artistas plásticos locales, Vásquez es todo un referente. Para defender su punto, el alumno indicó que varias obras de Vásquez están en los más importantes edificios de la ciudad. Por ejemplo, su pintura “Seis momentos de la raza antioqueña” se encuentra en la Asamblea de Antioquia; “Forjadores de artistas” está en el Palacio de Bellas Artes; “Primero el paciente”, se halla en el Hospital Pablo Tobón Uribe; “Ciencia y libertad”, adorna la Universidad de Medellín; “Escenas infantiles” engalana el Hospital Universitario San Vicente Fundación; entre otros.
“Es más, una de su sobras más importantes e imponentes es el fresco realizado en el Salón de la Constitución del Capitolio Nacional, que trabajó entre 1982 y 1986 para celebrar el centenario de la Constitución de 1886”, apuntó.
La obra volvió a mojar prensa el pasado 6 de septiembre cuando el entonces congresista Roy Barreras le pidió a la ministra de Cultura borrar el mural de Vásquez y cambiarlo por algo más “apropiado” porque lo consideraba “machista, misógino y racista”. “El cambio también es en los espacios del Congreso. Pronto en ese mural habrá un tributo a la mujer”, apuntó Barreras.
Finalmente, González indicó que es muy posible que otras obras de Vásquez se hallen en varias casas de la ciudad a la espera de ser descubiertas pues según recuerda era habitual que el maestro usara los muros de esos espacios como sus lienzos.
“Es más, me acuerdo que él pintaba hasta en fincas y en alguna ocasión él me dijo que le hizo un mural al maestro de música Rodolfo Pérez. Además, él vivió en varios lugares y en cada uno dejó sus pinceladas como pasó en la casa de Calazans en la que vivió. Lo que pasa es que él no le pintaba a todo el mundo, sino a sus allegados”, recordó González.
¿Qué pasará con el mural?
Otra de las preocupaciones que tiene la comunidad de Conquistadores es el futuro de la obra, pues no saben si la voluntad del propietario de la casa será la de mantenerlo. EL COLOMBIANO indagó con las autoridades culturales de la ciudad y del departamento para conocer que pueden hacer para su conservación.
Desde el Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia indicaron que es poco lo que se puede hacer ante la actual situación pues según tienen entendido ni la obra ni el inmueble en el que se halla contarían con alguna protección patrimonial que permita el accionar de esta institución.
La misma pregunta le fue trasladada desde el pasado viernes a la Secretaría de Cultura de Medellín; sin embargo, desde esta entidad no habían entregado respuesta al cierre de esta edición.
Siendo así las cosas, la voluntad de mantener el mural o de moverlo a algún museo recaería en la constructora Hábitat del Parque, pues en el momento la casa donde reposa el mural tiene orden de demolición y el permiso de construcción legalmente emitidos por la Curaduría Cuarta de Medellín desde el pasado 30 de mayo; sin embargo, desde la constructora no se ha conocido pronunciamiento alguno sobre el futuro del mural.
¿Pesará más la defensa del arte para el bien común de la ciudad que el afán por terminar rápido un edificio en el que una empresa también tiene invertidos recursos y las metas de sus clientes? Ya veremos que sorpresas nos trae el tiempo.
El maestro enseñó “en todas las escuelas”
El 15 de marzo de 2015 y a sus 92 años de edad falleció el maestro Ramón Vásquez Arroyave, el artista que sería el autor del mural que se convirtió en toda una novedad en el barrio Conquistadores.
Vásquez nació el 5 de agosto de 1922 en la vereda El El Singo de Ituango. Luego de que su padre Francisco abandonara el hogar, a su señora madre –Araminta– tomó a Ramón de cuatro años y a su hermana y juntos viajaron hasta Medellín. Según relató el periodista John Saldarriaga al escribir sobre la muerte del maestro Vásquez, por la falta de recursos la señora Araminta tuvo que internar a los niños en el Hospicio de Casa de Pobres del barrio Boston.
Allí conoció a quien sería su mejor amigo y fiel compañero en las lides artísticas Francisco “Pacho” Madrid. Luego de su paso por el Hospicio, Vásquez pasó a estudiar a los ocho años en el colegio de los Hermanos Cristianos en el barrio Buenos Aires, según detalló Saldarriaga. Allá descolló hasta que en su juventud pudo ingresar al Instituto de Bellas Artes de Medellín donde fue pupilo de Eladio Vélez.
“A veces soy surrealista, impresionista, otras veces soy clásico, paso por todas las escuelas, pero mi método de estudio era que yo no le hacía caso al maestro, siempre me explicaba algo y yo decía: este lo sabe todo, pero yo le voy a ganar” dijo en vida para una entrevista televisiva.
De Bellas Artes salió con todo un bagaje ganado que le permitió junto a Madrid empezar a incursionar en las ilustraciones y en la naciente publicidad de la ciudad.
“La publicidad, precisamente esta, le propició el perfeccionamiento del dibujo a Ramón Vásquez aunque, al decir de algunos críticos, lo desconcentró un poco de la pintura”, escribió Saldarriaga. Sin embargo, esas aseveraciones que hacían los críticos sobre su obra sería el hecho que lo hizo enemistar a Vásquez con este gremio al que en algunas ocasiones calificó de “mentirosos”.
Posteriormente el artista de Ituango se desempeñó como profesor de pintura en institutos de arte. También fue uno de los primeros profesores de la Universidad de Medellín.
Con el paso del tiempo su particular estilo de figuras que tienen la sensación de ser alargadas y con las que representaba los diferentes matices de la condición humana, comenzó a ganar popularidad.
El maestro aprovechó su auge para plasmar en sus pinturas temáticas como la infancia, la mitología, los paisajes de campos, los oficios, las figuras religiosas y los personajes históricos y literarios como sus famosos Quijotes. Todos estos elementos están presentes entre unas tonalidades de colores intensas y que pese a sus diferencias cromáticas se saben combinar de forma armónica en los lienzos.
El 5 de agosto de 1959 el maestro Vásquez contrajo matrimonio con Norfa García en la iglesia de Nuestra Señora de Belén. De esa unión quedaron tres hijos que heredaron la pasión artística. En diciembre de 2014 el maestro Vásquez se cayó entrando a su casa. Esa caída lo llevó a hospitalizarse. Las cosas se fueron complicando hasta que ese sábado a las 8:15 a.m., murió de un paro respiratorio.