En Santa Elena ya no se siembran flores, se construyen casas. El anhelo de centenares de familias de tener su hogar en la ruralidad de este corregimiento de Medellín llevó a que hoy vivan cerca de 30.000 personas, cuando hace una década eran 16.616. Por esta razón, los seis acueductos veredales están a punto de colapsar, lo que obligaría a racionamientos ante la imposibilidad de abastecer agua para todos.
Parte de la situación se origina en el hecho de que los dueños de las fincas están dividiendo los lotes en parcelas para nuevas viviendas, destinadas a una ocupación privada o bien a hostales y glampings, muchos de los cuales no tienen permiso de las autoridades.
Eliana Katherine Gómez, corregidora de Santa Elena, reconoció la problemática que está viviendo el corregimiento y su lucha contra el control de la urbanización ilegal.
“Tenemos una preocupación por el incremento no solo de los glamping, sino de construcciones que no cumplen con los requisitos, entre ellos uno muy importante, la disponibilidad de agua”, expresó la corregidora.
Uno de los casos a los que hace mención es el que se presenta en la finca Catay, en la vereda El Plan, donde incluso se ha solicitado, con inspección de policía de por medio, la demolición de estructuras porque no cumplen con las exigencias legales para ser construidas, ya que no hay agua suficiente para suministrarles a los 21 lotes que salieron de una gran finca, donde hasta hace tres años solían pastar las vacas.
Suministro ilegal
Luz Marina Cepeda, presidenta de la Corporación Acueducto San Pedro, uno de los seis que suministran agua a este corregimiento, señaló que a esta gran propiedad no se le suministra agua porque no se cuenta con la capacidad requerida para hacerlo ni tampoco hay permisos por los problemas para la disposición de las aguas residuales.
Problemas como este se replican en los 70,5 kilómetros cuadrados del corregimiento, lo que ha dado pie a uno de los mayores problemas para las entidades que suministran el agua: la distribución ilegal del líquido.
“Tenemos casos en los que de una vivienda madre, que cuenta con la reglamentación para recibir el servicio del agua, termina abasteciendo hasta 15 y 20 casas de manera irregular, afectando no solo los ingresos del acueducto, sino también la utilización del recurso hídrico”, dijo Cepeda.
Ante la imposibilidad de abastecerse con el servicio que prestan los acueductos, muchas de estas viviendas toman el agua directamente de los nacimientos.
Una de las habitantes de Catay comentó que el servicio de agua para su predio y los demás de esta parcelación se hace mediante el agua de un nacimiento, que sirve para llenar los tanques de cada vivienda. Esa agua que no pasa por ningún proceso de potabilización.
Acueductos saturados
Los acueductos veredales de Santa Elena fueron construidos para soportar, en promedio, el suministro de entre 800 y 5.000 instalaciones, de acuerdo con su zona de cobertura, ya que algunos solo abastecen unos sectores pequeños, mientras que otros responden por la necesidad de hasta cuatro veredas completas.
Según Cepeda, quien también es representante de la Mesa de Acueductos Veredales del corregimiento, en dos de estos ya tienen que aplicar racionamientos para funcionar. Es el caso del acueducto Multiveredal, que atiende las necesidades de la centralidad y 11 veredas, entre las que están El Rosario y Barro Blanco.
Ocurre lo mismo con el de la vereda Mazo, que debe recurrir al agua de su similar de Piedras Blancas para poder, así sea de forma intermitente, cumplirles a las comunidades beneficiarias.
Los demás, si bien no presentan el problema del racionamiento, pueden correr el riesgo en el mediano plazo porque su capacidad está llegando al límite, incluso con las recientes obras de ampliación que han tenido.
Así ocurre con la Corporación Acueducto San Pedro, que desde hace tres años avanza en el proceso de ampliación para el suministro de agua a 3.500 viviendas y negocios, con una proyección a 10 años. Sin embargo, con las obras recién entregadas, ya está a punto de llegar a su máxima capacidad.
“Contamos actualmente con 1.500 suscriptores regulares, pero tenemos consideramos que los irregulares pueden estar llegando a 1.800, lo que está haciendo que en muy poco tiempo nos podamos quedar cortos”, dijo Cepeda.
Falta gente por llegar
Lo que más preocupa a los responsables de los acueductos y a las autoridades de Santa Elena es que, según las proyecciones del Dane, aún falta gente por llegar al corregimiento.
Las proyecciones de esta entidad hablan de que para el 2030 se estima que sean 44.640 personas que tengan su residencia en el corregimiento, además de las que transitan los fines de semana y días festivos, que en la actualidad se estima que son 9.000.
“Aquí va nuestra preocupación, principalmente en el suministro del agua y la demanda de bienes y servicios. Todo porque también son vías, andenes, servicios de salud, educación que se estaría demandando, sin una planificación adecuada”, señaló la corregidora Gómez.
Solo por el tema de construcciones irregulares, desde la Corregiduría de Santa Elena se han abierto 498 procesos legales por Comportamientos Contrarios a la Integridad Urbanística, aunque el control para evitar las obras irregulares ha sido complejo, porque, según, Gómez, “es muy difícil verificar rincón por rincón de todo el territorio para ver dónde están construyendo ilegalmente varias casas, hoteles o glamping”.
Aguas residuales por las calles
Otra arista de este gran problema es la disposición de las aguas residuales, por cuenta de la falta de pozos sépticos para la creciente demanda de construcciones, llegándose a ver recorrer por las calles del corregimiento las aguas residuales.
“Hay un gran problema con el manejo de las aguas residuales, porque cada vez hay menos capacidad para su recolección y muchas veces, cuando llueve, se ven bajar todos estos residuos por las calles. Santa Elena se está convirtiendo en una cloaca”, manifestó la representante del acueducto veredal.
Para intentar solucionar esta problemática, al menos en la vereda El Llano, se tiene planificada la construcción de un alcantarillado, que tiene un costo de $16.000 millones. Sin embargo, no se ha podido construir por falta de recursos. El beneficio para esta obra es de unas 300 familias.
Pero para la corregidora y la representante del acueducto San Pedro, el tema no pasa por ampliar los acueductos y las redes de alcantarillado para que lleguen más familias, sino que se genere un uso responsable del suelo para que Santa Elena mantenga su vocación rural y, de paso, los recursos naturales no se agoten rápido.
“De construir más ampliaciones, lo haríamos, pero el tema no pasa por ahí, ya el problema no es de infraestructura. Podemos tener el acueducto más moderno, pero el agua se está acabando... y espere cuando llegue el verano para que comiencen los problemas”, concluyó Cepeda.
