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El mercenario que se ganó la confianza de Putin cocinando

Yevgeny Prigozhi es el jefe del grupo Wagner y su ejército combate en la guerra en Ucrania. No se sabe de su paradero.

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El mercenario que se ganó la confianza de Putin cocinando
07 de julio de 2023
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El chef de Vladimir Putin no es precisamente un cocinero de estrella Michelin. Tampoco cocina. Es tan adinerado que vive en una mansión con helipuerto y con su propio helicóptero, en la que guarda lingotes de oro dentro de una vivienda con las comodidades de un club de cinco estrellas en el que no es necesario preocuparse por cuál plato preparar para cenar.

Su nombre es Yevgeny Prigozhin, no cocina, pero hace la guerra. Él es el jefe del Grupo Wagner, el ejército privado de mercenarios que se sublevó al Kremlin el 24 de junio y puso al presidente ruso contra las cuerdas con el riesgo de una guerra civil en Moscú, mientras su régimen libra una guerra contra Ucrania por la invasión.

De sus 61 años de vida, la mitad los ha pasado cerca a los oligarcas rusos, pero detrás suyo hay una historia de cárcel, un puesto de salchichas en San Petersburgo y de comidas con los poderosos del mundo que llega hasta 2023. Hoy está desaparecido, pero aparentemente en Rusia, después de haberse sublevado con su tropa de al menos 50.000 hombres.

El expresidiario que cocina

San Petersburgo, 1991. La caída del Muro de Berlín dio paso al fin de la Unión Soviética y con ello los escombros de la URSS entraron en un capitalismo forzado por la supervivencia. El sistema económico cambió y también las oportunidades.

Prigozhin, un delincuente encarcelado por robo recobró su libertad y su única forma de sobrevivir fue montar un puesto de perros calientes en las calles de esa San Petersburgo, que se levantaba de las ruinas.

Vendiendo un plato tan americano como el hot dog reunió el dinero suficiente para montar un supermercado y desde entonces su vida empresarial no se detuvo. Montó un restaurante flotante sobre el río Neva llamado New Island, una cocina de mantel sobre el agua que aún existe y que sirve platos tan lujosos como el pulpo o el cangrejo que bolsillos menos adinerados no pueden permitirse.

Entonces, allí conoció a Putin. El exespía de la URSS trabajaba como secretario de Asuntos Exteriores de la Alcaldía de San Petersburgo y hasta esa isla flotante llevaba a sus invitados diplomáticos, también a los empresarios con los que hacía negocios, para las cenas burocráticas que atañen a los funcionarios de Estado.

Prigozhin no les cocinaba, pero les servía a la mesa porque Putin y sus amigos eran los comensales más importantes. De esa amistad surgió la idea de Prigozhin de crear Concorde Catering, en 1996, una compañía que empezó suministrando la alimentación escolar en colegios y terminó cocinando para la tropa del Ejército.

Hacían negocios y los restaurantes seguían. A la mesa de Prigozhin se sentaron la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff; el expresidente de Estados Unidos, George W. Bush y hasta el ahora rey Carlos III que para los años 2000 era príncipe de Inglaterra. Los poderosos iban a su restaurante y de ahí nació el apodo del “chef de Putin”.

Pero ser el cocinero del Kremlin no es un trabajo para cualquiera. A los chefs del presidente los elige la propia KGB, la agencia de inteligencia del régimen que sigue la pista de todos –absolutamente todos– los que se acercan a Putin y su cúpula del poder.

Infográfico

“Los primeros contratos que él tiene provienen de Putin para catering. Luego comienza a construir su imperio. Una de las primeras cosas que hace es una fábrica de trolls de internet porque en ese entonces la administración del presidente ruso no estaba segura sobre cómo hacer las cosas. Estuvo en la fábrica de bots para manejar campañas políticas cuando todavía era importante eso porque ya Rusia es un estado totalitario”, cuenta el profesor de la Universidad Icesi, Vladimir Rouvinski.

Por ese pasado de administrar información manipulada en internet terminó después salpicado como una de las personas que habría gestionado la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016 en las que ganó Donald Trump. El propio Prigozhin aceptó que interfirió, y seguirá interfiriendo, en los comicios estadounidenses. Todo un cocinero de resultados electorales.

Los cocineros del Kremlin

En los tiempos de las URSS –y ahora con la misma Rusia– cocinar para el presidente era una tarea para darse golpes en el pecho. Tanto es así que Putin alardea de que su abuelo paterno Spiridon Putin cocinó para Lenin y Stalin, aunque no se conocen documentos oficiales que así lo demuestren.

“Fueron pocas las personas que habiendo pasado mucho tiempo cerca de Stalin salieron de esas. Mi abuelo fue una de esas”, ostentó Putin en un documental reproducido por la prensa rusa.

Putin confía en los cocineros, Prigozhin era el suyo de confianza y entre platos exquisitos y bebidas, y ya con Prigozhin con un pie adentro del Ejército, a él le surgió la idea de crear el grupo de mercenarios Wagner. Se trata de un Ejército privado con experimentados soldados que se retiran del servicio en sus países de origen para ir a combatir conflictos ajenos por más plata que la que les pagan sus Estados de origen.

Justo por eso es señalado por la Casa Blanca de liderar un grupo de mercenarios responsable de cometer abusos generalizados contra los Derechos Humanos, una fuerza militar paralela del Kremlin pese a que en Rusia los ejércitos militares privados son ilegales.

Si bien no están permitidos, en un Estado totalitario Putin todo lo puede y el mismo jefe del Kremlin ya aceptó que contrató al Grupo Wagner para realizar operaciones de combate en todo el mundo, incluida en la brutal guerra de Rusia contra Ucrania.

Prigozhin siempre negó haber sido el creador del grupo hasta septiembre de 2022, cuando a siete meses de la guerra en Ucrania las tropas rusas estaban perdiendo terreno y fueron los soldados de Wagner los que empezaron a ganar batallas en el terreno.

Y aunque apenas para entonces admitió su brazo armado, desde al menos 2017 ya era un sujeto en la mira del mundo. Tiene sanciones de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y la Unión Europea por enviar milicianos a una decena de países y explotar recursos naturales en las tierras que se apropian sus hombres.

De ahí que el Departamento de Tesoro de Estados Unidos lo señala de haberse “involucrado en transacciones ilícitas de oro para financiar el Grupo Wagner para sostener y expandir sus fuerzas armadas, incluso en Ucrania y África”.

Prigozhin explota oro de la África Subsahariana que termina financiando su escuadrón de guerra y tiene conexiones con todo un complejo de empresas como Midas Ressources, Midas Ressources e Industrial Resources.

Los recursos naturales le dan rentas robustas, también la guerra. El 28 de junio, y tras la rebelión de los mercenarios sucedida el día 24 de ese mes, el propio Putin admitió que entre mayo de 2022 y mayo de 2023 el Kremlin asignó 86.000 millones de rublos para mantener al Grupo Wagner: la plata del Estado ruso se usó para contratar asesinos a sueldo.

Esa misma semana el jefe de gobierno de Moscú pasó de condenar a Prigozhin por sublevarse contra el Ejército ruso –la verdadera tropa adscrita al Estado– y de señalarlo por haberle clavado un puñal en la espalda a simplemente enviarlo a Bielorrusia. Mientras se cerraban las páginas de este periódico se desconocía el paradero del sujeto de 61 años que habría viajado a Rusia con un objetivo no claro.

Una sala de estar con el piso diseñado como un tablero de damas, un martillo tamaño humano de decoración con el logo de Wagner, una piscina bajo techo, sauna y jacuzzi, dinero en efectivo, lingotes de oro y arsenal hacen parte de las extravagancias que Yevgeny Prigozhin guarda en su vivienda: una propiedad que consiguió con el negocio de la guerra al que entró a través del paladar del presidente ruso, Vladimir Putin.

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