El rostro del general iraní muerto en un ataque de EE. UU., Qasem Soleimani, estaba disperso en la multitud: sonriendo benévolo en pancartas, con una mirada seria y desafiante estampado en camisetas, y hasta convertido en un peluche que un niño sostenía mientras avanzaba arrastrado en su coche por su madre.
El funeral del militar iraní, que ayer llegó a la capital Teherán en su recorrido de tres días por el país de Medio Oriente (que concluirá este martes en su ciudad natal, Kerman), dejó aún más claro que lo que ocurrió el pasado jueves: al matar al general de las fuerzas Quds, las milicias internacionales de los Guardianes de la Revolución Iraní, Estados Unidos no solo dio un golpe militar; le entregó a su enemigo un mártir en cuyo nombre declarar un conflicto.
“Este es nuestro 11 de septiembre”, dijo en una entrevista con el medio internacional La Vanguardia el general de los Guardianes de la Revolución Husein Kanani Mogadam, en referencia al atentado a las Torres Gemelas en 2001 por parte de Al Qaeda que desató la llamada guerra contra el terrorismo. Lo importante, añadió el militar, es “definir cómo, cuándo y a qué hora se va a llevar a cabo la venganza”.
Acumulando venganzas
Como explica Julián Zapata, cofundador del Centro de Estudios Islámicos en Colombia, “Soleimani ya era un héroe”, por sus acciones militares en Medio Oriente, como el combate al Estado Islámico en Irak y Siria, “pero con su muerte, Estados Unidos lo convirtió en un mártir, en una leyenda, que los iraníes como descendientes de los persas adoran con especial devoción”.
Pero los iraníes no son los únicos dados a los símbolos bélicos. El presidente estadounidense anunció este fin de semana que tiene en la mira 52 posibles objetivos militares en este país de Medio Oriente.
El número, lejos de provenir de un análisis militar del terreno, fue escogido por corresponder a la cantidad de estadounidenses que estuvieron detenidos hace 40 años en la embajada de Washington de Teherán durante cerca de un año.
Trump, en medio de la campaña para la reelección en 2020 y de un juicio político dirigido por los demócratas en el Congreso, interpreta cada vez más seriamente el rol de general de una guerra, mientras el mundo se pregunta hasta qué punto llegará el papel.
Entretanto, continúan los llamados a la calma: el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, resumió la situación actual: “Vivimos en tiempos peligrosos (...) Mi mensaje es simple y claro: detener la escalada, ejercer una moderación máxima, retomar el diálogo y renovar la cooperación internacional”.
Pero la multitud ayer en las calles de Teherán gritando “muerte a Estados Unidos”, y las publicaciones de Trump en Twitter asegurando que “Irán nunca tendrá un arma nuclear”, dibujan un escenario contrario a la calma, en el que luego del llanto puede venir la venganza.