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Hiroshima 78 años después: G7 se reunió en Japón para hablar de los riesgos de las armas nucleares

Masao Ito tenía 4 años cuando en agosto de 1945 cayó la primera bomba atómica. Mató a 140.000 personas en su pueblo. Es uno de los pocos sobrevivientes y hoy tiene 82 años.

  • En Hiroshima se construyó un museo para mantener viva la memoria de las víctimas de la bomba atómica y Masao trabaja allí. Los líderes del G7 se reunieron en Hiroshima este fin de semana y hablaron de nuevas sanciones contra la Rusia de Vladimir Putin. FOTO GETTY
    En Hiroshima se construyó un museo para mantener viva la memoria de las víctimas de la bomba atómica y Masao trabaja allí. Los líderes del G7 se reunieron en Hiroshima este fin de semana y hablaron de nuevas sanciones contra la Rusia de Vladimir Putin. FOTO GETTY
21 de mayo de 2023
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El 6 de agosto de 1945, Masao Ito, entonces de cuatro años, paseaba en triciclo cerca de su casa en Hiroshima (Japón) cuando una bomba –única en su momento– cayó del cielo. Cambió su vida para siempre.

Y aunque sobrevivió a la primera bomba atómica lanzada por Estados Unidos, y logró volver a su casa, el horror le dejó una huella imborrable.

Su padre, que trabajaba más cerca del centro de la ciudad, buscó a su hermano de 12 años en medio de un paisaje apocalíptico. Cuando lo encontró, estaba tan quemado que sus padres se negaron a que Masao lo viera. Ese niño murió unos días más tarde en casa. Además, la hermana de Masao, quien tenía 10 años en ese agosto trágico de 1945, se encontraba en la casa de un pariente cercano, que quedó totalmente destruida por la bomba.

“La gente que huyó del hipocentro se dirigió a la periferia, donde estaba nuestra casa. Tenían quemaduras terribles y apenas podían caminar”, le contó a la AFP este sobreviviente que hoy tiene 82 años.

Sus padres invitaron a quienes se salvaron de los bombazos a descansar en su casa. “Pero murieron, uno tras otro”, prosiguió.

Con el calor de agosto, los cuerpos tenían que ser trasladados, aunque no había cementerio donde llevarlos.

“Fueron transportados a un espacio abierto, no en ataúdes, sino uno sobre el otro. Luego se derramó gasolina para quemarlos”, recordó Ito. Y añadió: “Fue simplemente horrible, un olor horrible. Una escena que desearía poder olvidar”.

Masao Ito, quien trabajó en un banco y ya está jubilado, trabaja desde hace casi 20 años como guía voluntario para el museo del memorial de la paz en Hiroshima.

Ito forma parte del número decreciente de “Hibakushas” de la primera generación, es decir los sobrevivientes de los bombardeos atómicos que mataron 140.000 personas en Hiroshima y 74.000 en Nagasaki.

Y su relato cobra relevancia porque este fin de semana, los líderes de las democracias industrializadas del G7 se reunieron en Hiroshima para dialogar con ellos y analizar los riesgos de este tipo de armas.

Por eso, Ito aprovechó para decirles que “si poseen armas nucleares, pueden sentirse tentados a usarlas, y pueden ocurrir accidentes. Simplemente es mejor no tenerlas”.

Con gafas grandes y un broche que representa un misil torcido coronado por un símbolo antinuclear, reconoció que un mundo sin armas atómicas parece utópico, mientras que Rusia y Corea del Norte profieren regularmente amenazas.

Pero Ito cree que el G7 puede enviar un mensaje claro desde Hiroshima: “Mientras haya armas nucleares, es posible que tu ciudad se convierta en Hiroshima. ¿Estás dispuesto a aceptarlo?”

La infancia de Masao Ito quedó destruida por la bomba. Su padre murió de la radiación y la empresa familiar quebró. Él y su madre huyeron de Hiroshima para escapar de sus acreedores.

Contrajo tuberculosis y pasó más de un año en un sanatorio, donde recibió un paquete estadounidense con medicamentos y una Biblia. La leyó, pero cuando se tropezó con un pasaje que instaba a los cristianos a “amar a sus enemigos”, se enojó y tiró la Biblia contra una pared.

“¿Por qué debería amar a América?”, aseguró que fue lo que pensó, tirado en una camilla, en ese momento.

Ito se convirtió posteriormente al cristianismo, pero su cólera no se aplacó. Cuando empezó a ofrecer visitas guiadas por la paz, se sintió incómodo ante la inscripción que figura en el cenotafio de Hiroshima: “Descansen en paz, no repetiremos esta tragedia”.

“Sentí que debía prometer vengar las almas de los muertos para que pudieran encontrar la paz”, subrayó.

Con el tiempo –y sobre todo cuando se encontró con estadounidenses conmocionados por lo ocurrido en Hiroshima– sus sentimientos cambiaron y “comenzó a entender finalmente” lo que significaba la frase de la Biblia.

Según él, los jóvenes estudiantes que figuran entre los grupos de turistas que guía tienen un papel importante que desempeñar.

“Yo no puedo continuar indefinidamente. Les digo: ‘Ahora les toca a ustedes lograr un mundo sin armas nucleares’”, concluyó.

G7 reunido en Hiroshima habló de Rusia

Durante la reunión del G7 en Hiroshima, Japón, se delinearon nuevas sanciones contra el comercio de diamantes provenientes de Rusia, buscando así privar aún más a Moscú de fondos para la sangrienta invasión que desplegó hace más de un año en Ucrania. “Creemos que necesitamos limitar las exportaciones rusas en este sector”, dijo un funcionario de la Unión Europea, quien agregó que fue complejo que el G7 llegara a un acuerdo final en Japón, aunque se avanzó en su planteamiento. Rusia exportó diamantes por un valor de casi 5.000 millones de dólares en 2021, según el Observatorio de Complejidad Económica, un sitio de visualización de datos comerciales vinculado al Instituto de Tecnología de Massachusetts.

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