Cuando el nuevo embajador de Estados Unidos en Colombia, Philip S. Goldberg, estuvo en el país por primera vez, hace 30 años, no pudo visitar Medellín por la situación de violencia derivada del narcotráfico que atravesaba la ciudad. Transcurría 1989, uno de los años más difíciles de la historia reciente, y Goldberg hacía parte del personal diplomático en la embajada ubicada en Bogotá.
Siguió su carrera en otros países y regresó entrada la década del 2000, como coordinador del Plan Colombia, pero en ese momento el país pasaba por un punto crítico en el conflicto armado y se quedó, de nuevo, sin visitar la ciudad.
Con el tiempo se convirtió en embajador en Bolivia, hasta que en 2008 un conflicto diplomático del gobierno de Evo Morales con la administración de Barack Obama llevó a su expulsión. Solo hasta esta semana, once años después y bajo una nueva presidencia, Bolivia volvió a tener un representante norteamericano.
En su tercer paso por Colombia, Goldberg visitó Medellín, en donde recorrió con el alcalde de Medellín Federico Gutiérrez, sectores populares como La Sierra, exploró las inversiones norteamericanas en la ciudad y habló con EL COLOMBIANO sobre la agenda diplomática.
¿Cuál es su meta como embajador?
“Queremos ayudarle a Colombia para hacer tanto como sea posible para mejorar la democracia, la prosperidad y la seguridad. Es un país amigo y, hasta cierto punto aliado. Nuestra meta es crear oportunidades para prosperar económicamente, en la seguridad y compartir los valores que tenemos en común. Por ejemplo, cuando trabajamos para erradicar el cultivo de coca, los problemas del narcotráfico y la ilegalidad, esto impacta a Estados Unidos también”.
¿Cómo califica la estrategia del gobierno para reducir los cultivos ilícitos?
“Hay un gran esfuerzo para erradicar la coca e incautar la droga. Cuando el gobierno Duque asumió había 23 grupos de erradicadores manuales. Ahora son alrededor de 100 y tienen la meta de crear 150. Es un gran esfuerzo que tiene un costo humano para los que llevan a cabo esa tarea. De nuestra parte hemos duplicado los fondos disponibles este año para hacer la erradicación. Es un esfuerzo en conjunto”.
¿Sigue el interés en que se hagan fumigaciones?
“Es una decisión soberana del gobierno colombiano y deben tomarla aquí. Existen decisiones de las cortes en cuanto al uso de la fumigación aérea. Sin embargo, pensamos que el glifosato y la aspersión aérea son una herramienta segura y eficaz para llegar a zonas no accesibles para los erradicadores. Hay demasiado peligro en algunas partes donde cultivan la hoja de coca”.
Cada año Colombia espera la certificación por parte del Departamento de Estado. ¿Cómo ve el futuro de esta?
“Lo que puedo decir es que hay un gran esfuerzo. Tenemos un plan compartido con el gobierno para reducir la cantidad de coca a la mitad para el año 2023. A mi juicio, seguimos bien y no creo que valga la pena hablar del proceso en los Estados Unidos”.
En la agenda de los dos países también está el tema de la paz...
“Hemos contribuido en un billón de dólares desde 2016 para aportar eneste esfuerzo. También apoyamos la construcción de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial. Como dice el presidente Duque, la paz tiene que venir también con la legalidad y por eso tenemos apoyo para mejorar el sistema judicial o para implementar el Estado de Derecho en lugares donde no hay presencia suficiente del Estado. Queremos apoyar a Colombia en ese camino”.
Llega a Colombia en pleno Paro Nacional. ¿Cómo ve la movilización social y el manejo que le da el gobierno a este impasse?
“Para nosotros es muy simple. Como un país democrático, los Estados Unidos apoya el derecho del ciudadano a protestar pacíficamente. Cuando haya violencia, la rechazamos. Lo que ha pasado en los últimos días es, en su mayoría, un ejemplo de la protesta democrática pacífica, pero hemos visto también momentos de violencia, que no son parte de un país en democracia”.
Hay quienes en esta fase de protestas en la región culpan al Foro de Sao Paulo o a la izquierda. ¿Usted qué detonante ve en las crisis?
“Cada situación tiene su propia lógica. En Bolivia hay una crisis creada por un fraude electoral y otros asuntos políticos. En Chile, manifestaciones que muestran una frustración dentro de la clase media. En Ecuador fue algo diferente. En Venezuela es un régimen ilegal con un dictador”.