La carrera a la presidencia de Estados Unidos se define desde el Centro Médico militar Walter Reed, a través de internet y con una Casa Blanca en cuarentena. A un lado está el mandatario Donald Trump, hospitalizado desde el viernes por coronavirus. En el otro, el demócrata Joe Biden, punteando en las encuestas, pero sin salir a eventos de campaña porque su avanzada edad (77 años) hace que su riesgo ante la pandemia sea mayor.
El Gobierno dice que la hospitalización es solo por “prevención”. Si algo le sucede, la Convención Republicana tendría que elegir a un nuevo candidato, que probablemente sería el vicepresidente y compañero de fórmula, Mike Pence. Y, si tiene que soltar las riendas del país, sus secretarios podrían acudir a la sección 3 o 4 de la enmienda XXV de la Constitución para transferir el mando a Pence de manera temporal.
Este año la contienda presidencial ha sido especialmente volátil: jornadas aplazadas de las primarias y los caucus; la propuesta de Trump de cambiar la fecha de los comicios; el país al borde de una crisis económica; desinformación y un primer debate que dejó más preguntas que respuestas en los votantes. Y ahí comienza la primera inquietud: ¿dónde quedan las propuestas en medio de una campaña de ataques?
Cuando en el debate Biden intentaba hablar, Trump lo interrumpía. Si el moderador le pedía silencio, el republicano desobedecía. “Usted no quiere que responda porque sabe que estoy diciendo la verdad”, le cuestionó el demócrata en una ocasión. Él le habló al público norteamericano, directamente a la cámara, mientras Trump alentó su discurso de polarización.
Por eso, el profesor de política de American Universiy, Emilio Viano, considera que Biden salió mejor librado de esa conversación, que fue calificada por Newyorker como “el peor debate de la historia”.
“Hay una polarización profunda que el mismo mandatario impulsó. Una muestra de esto es que le dice a los supremacistas blancos que se mantengan al margen, pero atentos a lo que suceda. Está dando un mensaje peligroso a gente armada ”, asegura Viano.
Un estudio de Pew Research Center dejó evidencia de esa división. El informe, publicado en septiembre, indica que la campaña está protagonizada por teorías de conspiración y una sociedad marcada por discordias que van desde la vacuna del coronavirus hasta las noticias falsas que circulan en redes sociales.
Esas mismas plataformas han señalado la cuenta del presidente como un foco de contenidos sin verificar. Otro informe de la Universidad de Cornell concluyó que el republicano fue “el factor más importante de desinformación”.