Vladimir Putin se dirigió a su país este jueves por la noche con un mensaje claro a sus ciudadanos, Rusia no solo está preparada para enfrentar las crecientes tensiones con Ucrania y Occidente, sino que también está ampliando su arsenal militar. Su discurso deja ciertas claves y como era de esperarse, sube la temperatura de un conflicto que ya cumple más de 1.000 días.
Putin reveló que Rusia usó el nuevo misil balístico Oreshnik, de medio alcance, en un ataque contra una instalación militar en Ucrania. Según el mandatario, el misil, que puede alcanzar velocidades hipersónicas de unos 3 kilómetros por segundo, es “imposible de interceptar” por las defensas antiaéreas actuales.
“Los sistemas modernos de defensa antiaérea... no pueden interceptar este tipo de misiles. Es imposible. A día de hoy no existen medios para contrarrestar semejante arma”, aseguró Putin con evidente orgullo.
La prueba de este misil, que se utilizó en configuración no nuclear, según Putin, “fue un éxito total” y alcanzó su objetivo en territorio ucraniano, marcando un nuevo hito en el desarrollo del arsenal ruso.
Otro punto que resulta llamativo, fue la perspectiva bajo la que Putin declaró que el enfrentamiento en Ucrania “ha adquirido elementos de un conflicto global”.
Esta afirmación llega tras los ataques de Ucrania a territorio ruso con misiles ATACMS estadounidenses y Storm Shadow británicos, armas de largo alcance que cuentan con la autorización explícita de Washington y Londres. Según Putin, este apoyo militar occidental convierte el conflicto en algo mucho más grande: “Nos consideramos con derecho a utilizar nuestras armas contra las instalaciones militares de aquellos países que permitan que sus armas se utilicen contra nuestras instalaciones”. En pocas palabras, Putin dejó claro que los países que entreguen armamento a Ucrania podrían convertirse en objetivos directos de las fuerzas rusas.
¿Amenaza a la OTAN?
La advertencia de Putin no es nueva, pero en este discurso refuerza una idea peligrosa: el uso de armas de largo alcance occidentales contra territorio ruso podría significar, según él, que la OTAN ya está combatiendo directamente con Rusia.
“En caso de una escalada de acciones agresivas, responderemos con la misma decisión”, advirtiendo que Moscú no permitirá que las potencias occidentales respalden militarmente a Ucrania sin consecuencias.
Además, Putin vinculó el lanzamiento del Oreshnik como una respuesta directa a las “acciones agresivas” de los países de la OTAN, dejando en entredicho que Rusia como víctima en este tablero geopolítico.
En un tono desafiante, Putin insistió en que las fuerzas rusas están avanzando “a lo largo de toda la línea de contacto” en Ucrania y reiteró que todos los objetivos planteados por Moscú desde el inicio del conflicto “serán alcanzados”.
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“Siempre habrá una respuesta”, afirmó Putin, mientras señalaba que Rusia está preparada para resolver las tensiones por medios pacíficos, pero también para enfrentar cualquier escenario.
El anuncio del Oreshnik como una de las armas más avanzadas de Rusia puede tener implicaciones significativas en la dinámica militar. Este tipo de misiles refuerzan la postura de Rusia como una potencia militar que no solo busca disuadir, sino intimidar a sus adversarios.
En palabras de Putin: “Si alguien duda de nuestra capacidad de respuesta, se equivoca”. Una advertencia que deja poco margen para la esperanza de una solución rápida y pacífica.
Sin embargo, expertos estadounidenses han intentado minimizar la relevancia de esta prueba, describiéndola como “más un espectáculo político que un cambio en las reglas del conflicto”.
Pero Rusia no muestra interés de dar un paso atrás, por el contrario, se le ve desafiante. “No tenemos ninguna duda de que la actual administración de Washington entendió nuestro mensaje”, dijo a los medios después del discurso de Putin el portavoz del Kremlin, Dmitri Pesko.
Hasta ahora, ni Kiev ni la Casa Blanca no se han pronunciado al respecto, sin embargo, se espera que sean las respuestas militares las que hablen.
