República Democrática del Congo ajusta hoy siete meses sumida en un brote de ébola que se convirtió en la segunda epidemia de esta enfermedad más grave de la historia en el ámbito mundial. Esta se declaró el pasado 1 de agosto de 2018 en el noreste del país y hasta ahora el Ministerio de Salud ha confirmado 879 casos, entre los que han muerto 553 personas.
No es la primera vez que el ébola pone en alerta al Congo. En cuatro décadas se han registrado diez brotes. Este se presenta en la provincia de Kivú Norte, un área con cerca de 7 millones de habitantes, y donde según la agencia EFE actúan cerca de cien grupos armados ilegales, lo que dificulta el accionar de las autoridades para atenderlo. Incluso, estos han atacado los centros de tratamiento donde están las personas contagiadas (ver recuadro).
“Sabemos que conocemos muy poco de esta enfermedad”, indicó a EL COLOMBIANO Luis Encinas, experto en ébola de Médicos Sin Fronteras (MSF), organización que ha tenido proyectos en la zona desde 2006. La situación es más compleja debido a que en ese sector silvestre de África, cercano a la línea del Ecuador, existe un reservorio, es decir, una “población de seres vivos que aloja de forma crónica el germen de una enfermedad, que puede propagarse como epidemia”, según lo define la RAE.
“Hay cierta especie de murciélagos que viven en esta zona. Este virus llega, contamina a un mono o al ser humano y se transmite de hombre a hombre por medio de fluidos”. De hecho, en otros países ubicados cerca del Ecuador africano como Uganda, Gabón, Nigeria, Mali y Sierra Leona ha habido casos similares.
El ébola es un virus cuyos síntomas son fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular y escalofríos y que si no se trata a tiempo puede ocasionar la muerte. Por este motivo, el personal médico que atiende a las personas infectadas o sospechosas de portar el virus debe estar vacunado y cubrir todo su cuerpo con trajes especiales. Además, todos los pacientes son aislados, para prevenir su propagación.