Respondiendo a su estilo tosco y confrontativo, el gobierno de Brasil declaró persona non grata al máximo responsable de la Embajada de Venezuela en dicho país, Gerardo Antonio Delgado, cuatro días después de que la presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, Delcy Rodríguez, calificara de la misma forma al embajador brasileño en Caracas, Rui Carlos Pereira.
“Se trata de una decisión adoptada por simple reciprocidad”, dijo a Efe un vocero del Ministerio de Exteriores de Brasil.
La medida sigue lo adoptado por Canadá el lunes tras ver que su máximo diplomático, Craig Kowalik, encargado de negocios en Caracas, sufría el mismo veto por parte del régimen chavista. “Anuncio que el embajador de Venezuela (Wilmer Barrientos) ya no es bienvenido, y también declaro al encargado de negocios persona non grata”, afirmó la ministra de Exteriores canadiense, Chrystia Freeland.
Pero el choque con Brasil es el que sin duda suscita más interrogantes y, a pesar de que algunas de sus causas son evidentes –por el viraje a la derecha en Brasil y el consecuente distanciamiento–, genera escepticismo en expertos de ambas naciones sin importar si simpatizan o no con los gobiernos de turno.
Enfrentamiento inútil
Del lado venezolano, Alfonso Hernández, politólogo y docente de la Universidad del Zulia, ve en el enfrentamiento fustigado por Delcy Rodríguez contra el gigante sudamericano muchas más pérdidas que beneficios.
“Son apenas posiciones políticas en las que la Constituyente muestra una vocería superior al canciller, dado su suprapoder, ante lo que ve como intervencionismo extranjero, señalando concretamente a Brasil y Canadá. Pero no gana mucho con eso. Venezuela estaría perdiendo, fuera del Mercosur y alejando la posibilidad de que este grupo reconsidere su retorno. Esto no representa ningún beneficio y perjudica las relaciones comerciales y culturales”, dijo.
Explicó que Brasil siempre ha sido un aliado estratégico para Venezuela, en especial cuando ambos países eran gobernados por Lula da Silva y Hugo Chávez. “En 2002, por no ir más lejos, en momentos del paro petrolero, el gigante surtió de combustible y otros productos a Caracas. También, la mayor parte del progreso en infraestructura venezolano fue impulsado por Odebrecht”, agregó.
Desde Brasil, una potencia regional, sorprendentemente la opinión apunta en el mismo sentido. El gobierno de Michel Temer demuestra, en opinión de Dawisson Belém Lopes, politólogo y docente de la Universidad Federal de Minas Gerais, su creciente debilidad regional al recurrir a la presión diplomática ignorando las numerosas herramientas con la que cuenta el país para asegurar sus intereses.
“Brasil no necesita tomar posturas agresivas en política exterior. En su historia reciente nunca lo había hecho hasta que llegó Temer. Hace dos años que ambos países no logran mantener altura. Eso evidencia un detrimento del liderazgo regional de la nación. Esta tiene muchos recursos para lograr resultados positivos en política exterior. De todas formas entró en el juego teatral de Caracas”, consideró.
En cualquier caso el más afectado parece el régimen venezolano si, tal como recordó Hernández, se tiene en cuenta que Brasil no es el único país en distanciarse, sino que su aislamiento responde al hecho de que otras potencias locales como Argentina, tras un viraje a la derecha, presionaron para expulsarlo de instancias como el Mercosur (ver cronología).
Política interior fallida
De modo que en los cálculos de ambos gobiernos no está un beneficio externo, sino que en opinión de los analistas, intentan demostrar firmeza ante un entorno político interno debilitado: en Caracas por supuesto, ante la grave crisis económica, política y social, en donde todavía funciona la argucia del enemigo externo. En Brasilia, con un gobierno debilitado por su poca legitimidad y acechado por el fantasma de la corrupción.
Por lo tanto, el enfrentamiento diplomático entre Brasil y Venezuela es para los expertos un asunto más simbólico, que a la hora de reportar beneficios para sus protagonistas aún se queda en el aire.