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Urabá, viaje de alto riesgo

HAY QUE DECIRLO , son muchos los peligros que corren los que viajan a Urabá, pues a la vía, además de estar muy mala, la bordean montañas que arrojan lodo y rocas gigantes.

  • Urabá, viaje de alto riesgo | Hernán Vanegas, Enviado Especial Cañasgordas | Por épocas de invierno, las montañas entre Santa Fe de Antioquia y Cañasgordas arrojan gigantescas piedras sobre la vía. Muchas, por su tamaño y porque su caída es imprevisible, generan pánico entre los viajeros.
    Urabá, viaje de alto riesgo | Hernán Vanegas, Enviado Especial Cañasgordas | Por épocas de invierno, las montañas entre Santa Fe de Antioquia y Cañasgordas arrojan gigantescas piedras sobre la vía. Muchas, por su tamaño y porque su caída es imprevisible, generan pánico entre los viajeros.
27 de agosto de 2010
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Son sólo 50 kilómetros de un trayecto de 710 que arranca en Medellín y termina en Arboletes, pero basta ese pequeño tramo para sentir que el viaje hacia Urabá puede resultar una pesadilla.

Lo peor ocurre entre Santa Fe de Antioquia y Cañasgordas, un tramo en el que la carretera atraviesa una zona montañosa que lleva años vomitando piedras y toneladas de lodo. Las rocas se ven especialmente cuando se abandona Santa Fe y se empieza el ascenso a Manglar, corregimiento de Giraldo.

Esa lluvia de rocas paraliza la vía cada que toneladas de este material bajan de la montaña y se quedan atascadas en la carretera, cuando no es que arrastran carros, motos, barandas y lo que se les atraviesa. Por esa razón casi nadie ha construido casa al costado derecho de la vía. "Sería una decisión mortal", responde un campesino.

Esta semana, precisamente, en el sitio La Chorquina, a unos 15 kilómetros de Santa Fe, un alud de rocas bajó y cerró la vía. Ayer ya había paso e Invías seguía llenando volquetas con material para acabar de despejar el tramo.

Hacia Cañasgordas
Si se sigue subiendo hacia Urabá, luego de pasar esta cadena de montañas rocosas, el paisaje va cambiando, la carretera va perdiendo la calidad y se vuelve mitad huecos y mitad vía pavimentada.

"Desde que la pavimentaron se ha perdido el pavimento en un 40 por ciento", calcula Édgar Vásquez, busero hace más de 20 años.

Pero, ¡y qué paradoja!, el mal estado del asfalto es lo de menos. Lo más duro y que les hace echar bendiciones a viajeros y conductores, son las montañas, que también llevan años tratando de reacomodarse y en ese ajuste de su geografía derraman cantidades alarmantes de lodo y piedras cuando llueve duro.

Y ahí no hay corazón valiente que valga, pues aunque los más osados se encomiendan a Dios y a la Virgen del Carmen para que los proteja, muchos ya ni viajan.

Lo confirma el conductor Édgar, de Sotraurabá, quien confiesa que la empresa ha mermado los viajes ante los pocos pasajeros que se atreven a desafiar la carretera.

"Antes se despachaban 5 viajes por noche, ahora están saliendo sólo dos buses, a la gente le da miedo viajar".

Liliana Flores, que ayer hizo el trayecto, dice porqué los miedos: "estamos en invierno y uno sabe el peligro, yo iba a salir el jueves por la noche, pero mejor salí hoy (ayer) al mediodía", expresó.

Obvio que la vía ha dejado muertos. Muchas cruces en las orillas lo confirman. Y familias en ruinas, como la de Marcos Duarte y Luz Marina Garcés con sus ocho hijos, a quienes el derrumbe que cayó el pasado 21 de julio en el sitio Los Naranjos, en el kilómetro 66 en jurisdicción de Cañasgordas, se le llevó la casa. Hoy la familia sigue alojada en la casa cultural de esa vereda mientras le llega la ayuda definitiva de una nueva vivienda.

Los Naranjos era ayer el sitio más crítico, pues sólo se da paso a ratos mientras Invías sigue tratando de estabilizar la montaña. Pero es tanto lodo y tanta la inestabilidad, que nadie sabe calcular cuándo habrá paso libre.

Por ahora el viaje de Medellín a Turbo, que normalmente tarda 9 horas, está demorando 16. Es la realidad que viven buseros, camioneros y viajeros en general. ¡Claro!, los que se atreven a desafiar semejante peligro.

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