Es posible que a muchos de los tantos y tantos millonarios que existen en este planeta les importe saber qué es la domótica y qué significado pueda tener en su vida. Y no solo a los millonarios sino a muchos de nosotros, simples mortales de los que llaman de "a pie", es decir, con un poco más del salario mínimo que de veras es mínimo y mucho más mínimo cada vez. Pero no vamos a lo del salario, vamos a la demótica y lo que pinta en este siglo.
Dicen los que conocen el tema a fondo que la demótica es la ciencia, o el arte, de convertir nuestras nuevas casas o residencias o fincas, en grandes o pequeños cubículos para desarrollar nuestras vidas, pero sin la presencia de objetos tan íntimos y hermosos como las llaves... y las empleadas domésticas. Porque las llaves se acaban y empieza la huella digital activando nuestra puerta... hasta que también desaparezca la puerta y entremos a la habitación por un rayo de luz.
Manejaremos la casa a distancia y podremos saber si los ladrones han entrado y si las ventanas están como deben estar. Es decir, que se acaba una época que estuvo llena de pequeños detalles como correr las cortinas, sacudir los muebles y los cuadros y, sobre todo, para los que van ya lejos en aquello del calendario, desaparecen para siempre las entrañables puertas de tranca ¡Qué fatalidad! No te odio, pero no eres mi amiga, respetada demótica.
PAUSA. "Todo es fácil, sabiendo cómo".
PRESENTADORES. Digamos que así son llamadas aquellas personas que en la televisión se encargan día a día y noche a noche de contarnos lo que sucede en el mundo y a veces lo que va a suceder. Como ahora hay una proliferación de ese oficio, trabajo o profesión, es bueno ir poniendo el cernidor, o como le diga usted a un colador , para que no se nos llene la pantalla de medianos y superiores analfabetos. No aseguro que los haya... pero, como las brujas, que los hay, los hay... y al contrario de lo que se dice sobre las brujas, hay que creer en ellos.
Pero no nos metamos en eso del analfabetismo, toquemos superficialmente algunos puntos menores, como el de algún buen presentador de noticias 24 horas que se pasa de revoluciones y a veces parece que se quiere salir de la franela. Es inteligente, oportuno pero... se le va la mano en energía. Hay que bajar las revoluciones a algunos de esos presentadores y prestar esas revoluciones a los que tienen la chispa atrasada.
En fin, que es preciso mirar bien a esa muchachada que está en la pantalla chica y que no se cansa de gritarnos: ¡No se mueva! Y otros que al terminar su turno intentan darnos un beso y se quedan en un tonto "los quiero mucho"... No nos quiera tanto, muchacho, no es necesario, de eso tenemos un poco. ¿Y qué tal el qué rico de ellas y ellos? Suena tonto, bobalicón... es decir, no suena. Y el "qué bueno"... qué bueno, totalmente falso y también medio bobón. Y casi se perdona todo menos ese terrible monstrico o virus o qué sé yo lo que sea, que ya se está nacionalizando: WAU
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