Estamos recordando cómo hace 20 años ocurrió en Colombia uno de los actos terroristas más repugnantes y repudiado: la voladura del avión HK 1803 de Avianca en pleno vuelo.
Ciento siete personas fueron pulverizadas por ese acto demencial que no tenía antecedentes entre nosotros.
Fue una época cruel. La noche más oscura de nuestra historia. Momentos en los cuales la mafia pretendió arrodillar no solo al Estado sino a la sociedad toda.
La manera como el narcotráfico permeó el alma y las entrañas de mucha gente, nos marcó para siempre y todavía sus efectos se ven entre nosotros.
La mafia muere y renace cada día. Es omnipresente y multiforme.
Desgraciadamente no aprendimos la lección. El sueño del dinero fácil y del poder de la metralla se reproduce todas las noches y todos los días en una sociedad sin valores.
Siguen los sicarios, los traficantes, los asesinos, los extorsionadores y los ladrones públicos, encomendándose a la Virgen y al Divino Niño, para que "su vuelta" les resulte exitosa.
Cuando mataron a Pablo Escobar nos encontrábamos con el gobernador Juan Gómez y con el director de la Policía, el general Padilla, en el despacho.
Citada por el doctor Juan una rueda de prensa a los dos o tres días siguientes yo le dije: Gobernador, pídales a los periodistas que matemos a Escobar, pero de verdad.
Él, muy sorprendido, me pidió explicación.
Gobernador, le dije, es que ahora puede nacer "el mito" y entonces lo tendremos vivo para siempre.
Desgraciadamente es lo que sucede hoy. Con el único deseo de sintonía y por lo tanto de dinero, de mucho dinero, los medios de comunicación y en especial la televisión procuran que no olvidemos.
Pero no es un documental. NO. Es una telenovela o un seriado que con circunstancias de modo, tiempo, lugar, belleza, sexo, dinero y poder llevan a mucha gente a querer esa vida.
Es que en el capítulo final pierde "El Capo" y triunfa la justicia, alegan los traficantes de las emociones.
Sí, pero después de cientos de capítulos, durante los cuales los mafiosos se acostaron con las mujeres más bellas, disfrutaron de las mejores fiestas, se codearon con todo el poder y lo compraron, obtuvieron ganancias a manos llenas.
Y a nuestros jóvenes eso es lo que los seduce... por lo menos vivir ese "paraíso" unos años aunque sepan que les espera la muerte o la cárcel.
¿Qué responderán los dueños de los canales y los anunciadores de esos programas cuando les indagamos por qué el 31 de octubre pasado, miles de niños se disfrazaron de "El Capo" y miles de niñas de "La Perris"?
Nada. Se ríen, porque lo importante son sus ganancias.
No nos engañemos. Cada día clonamos a Pablo y a todos los capos de la mafia, que han acabado al país. En "Las muñecas de la mafia", "El cartel de los sapos" o así le pongamos el nombre de Pedro Pablo León Jaramillo.
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