Solo con un poco de suerte tras andar corcoveándose en el auto durante 35 minutos por lo que semeja un carreteable que se confunde con la tierra amarilla del desierto, se descubre Doche a la distancia
Este caserío de 80 habitantes, perdido a orillas del río Cabrera es una punta de La Tatacoa, la segunda despensa paleontológica de Colombia y una de las principales de Suramérica que habla de un gran ecosistema que comunicaba el Orinoco con el Amazonas, como han sugerido científicos.
Asentado ya hace años en esta vereda de Villavieja (Huila), Diógenes Angarita cuenta la historia con la sapiencia de quien ha trasegado mucho por la vida y ganado la partida a punta de observar su entorno.
A un lado, Ómar Ramírez, presidente de la Junta Comunal, muestra en una carretilla tres docenas de piezas de lo que fue la cabeza del fémur de un megaterio que pobló la región hace 13 millones de años, y otros huesos de este antepasado del oso perezoso. El resto del ejemplar yace en un lugar que no se revela hasta que no lleguen expertos a desenterrarlo. Del hallazgo han transcurrido varios lustros y la esperanza muere de a poco.
Cerca al caserío, que hace parte de los estratos fosilíferos de Los Hoyos en la vía de Villavieja a Doche y a Baraya, no se conocen más hallazgos, comenta Édgar Bustos, otro lugareño. Los fósiles abundan en La Victoria y, en especial, Las Ventas, donde se han hallado 26 formas de peces, 2 de anfibios, 31 de reptiles, 5 de aves y 87 de mamíferos, 151 en total, algunas no identificadas y pertenecientes a distintas épocas, dice un estudio de la Universidad Surcolombiana.
Ramírez muestra la cabeza del fémur y varios huesos grandes. Todos estuvieron en identificación en Ingeominas. Están numerados, pero nunca se excavó el cementerio donde permanece el resto. “Porque no hay carretera”, dice.
El desierto tiene seis zonas de rico contenido fosilífero, identificadas por la Universidad Nacional. El viento y la lluvia entregan sin afanes esos tesoros de aquellos tiempos de grandes animales, como astropoterios, purusaurus (caimán de hasta 13 metros), gliptodontes y enormes tortugas.
El año pasado recuperaron en La Victoria una caparazón de tortuga y fragmentos de mandíbula de astropoterio y purusuaro.
Animales que resucitan, como espera hacerlo Doche, un caserío sumido en la pobreza y el olvido que busca mejores días gracias a estos fósiles.
La historia no termina aquín
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6