Medellín vivió ayer uno de los días más caóticos de los últimos años. Un aguacero incesante, que se prolongó por más de 12 horas, provocó el desbordamiento de tres quebradas y arrastró a una madre con su hijo.
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Las lluvias anegaron la carrera 70, la calle 30, la estación Industriales del Metroplús, el soterrado de Parques del Río e incluso afectaron las operaciones en el aeropuerto Olaya Herrera. Las principales vías del sur colapsaron bajo el agua y el lodo, se registraron múltiples deslizamientos de tierra, los embotellamientos fueron interminables y la devastación alcanzó zonas vulnerables como la vereda El Manzanillo, en Altavista, donde varias viviendas resultaron destruidas.
Justo en este corregimiento ocurrió el hecho más grave de la seguidilla de emergencias. Durante la madrugada ocurrió un deslizamiento que provocó el represamiento de la quebrada La Guayabala, que horas más tarde bajó con toda su furia y se llevó por delante una casa donde vivían cinco personas. Tres se salvaron pero murió Julieth Arboleda López, de 37 años, y su hijo José Miguel, de 13 años, está desaparecido y su búsqueda sigue activa.
De acuerdo con los reportes de los organismos judiciales, los restos sin vida de la mujer fueron encontrados en inmediaciones del barrio Cristo Rey, a la altura de la carrera 65 con calle 1A Sur.
“Medellín amanece en alerta por las fuertes lluvias. Varias vías están inundadas en la ciudad. Necesitaremos la solidaridad de todos con muchas familias afectadas. Sigue y seguirá lloviendo”, expresó el alcalde Federico Gutiérrez pasadas las 9:00 a.m.
Los organismos de socorro también atendieron múltiples deslizamientos en varios puntos de la ciudad, como la Loma Los Bernal, la Vereda Jardín, el Conjunto Residencial Guayacanes, la Vereda La Verde, San José de Manzanillo, Altavista Central, el área de Pajarito, la vereda Buga, Rodeo Alto y Belén Altavista.
El Siata, en su balance, indicó que el aguacero arrancó a las 9:40 p.m. del lunes y terminó a las 9:40 a.m. de ayer; hubo alerta en 10 estaciones que marcaron nivel rojo y 13 en nivel naranja en el río Medellín y sus afluentes. Los principales aumentos se reportaron en las quebradas Doña María, La Harenala, La Molina, La Picacha, Santa Elena, El Malpaso, La Sabanetica, La Iguaná y el río a la altura de las estaciones del metro Poblado y Aguacatala; puentes Machado, Fundadores y Girardota. Además, cayeron 45 rayos, 43 de estos en Medellín.
Sobre las 4:00 p.m., cuando se normalizaba de forma paulatina el panorama, se soltó otro aguacero en el barrio Santo Domingo, al noroccidente de la ciudad, lo que causó el desbordamiento de una quebrada y algunas inundaciones a la altura de Carpinelo.
Movilidad colapsó
En materia de movilidad, la principal problemática vino por cuenta de inundaciones en varias vías principales, sobre todo ubicadas en el sur de la ciudad.
De acuerdo con un reporte de la alcaldía, vías como el soterrado de Parques del Río en sentido norte - sur; la carrera 70, entre las calles 14 y 24, en inmediaciones del aeroparque Juan Pablo Segundo; la calle 6 sur, a la altura de la carrera 70; y el soterrado del Metroplús ubicado en la calle 30, en inmediaciones de la estación Industriales, amanecieron anegados.
Por cuenta de los problemas en este último deprimido, las líneas 1 y 2 de buses del metro, que conectan Aranjuez con la Universidad de Medellín, amanecieron con traumatismos en su operación desde las primeras horas de la mañana.
Otras vías como la calle 30, entre la 65 y la autopista sur; la carrera 65, entre calles 30A y 29; y la Autopista Sur, entre calles 33 y la 30, amanecieron cubiertas de lodo, palos y basura. Las labores de limpieza de las vías se prolongaron hasta pasadas las 6:00 p.m. con toda la maquinaria operativa del Distrito.
En la comuna de Belén, otro afectado fue el aeropuerto Olaya Herrera, que estuvo sin operar por varias horas por cuenta de inundaciones en algunas zonas de su pista y en su terminal. Hacia las 7:30 a.m., ese establecimiento pudo comenzar a operar, pero arrastrando retrasos en su programación.
Cinco días de emergencias
El alcalde Gutiérrez recordó que el Distrito se mantiene haciendo seguimiento a las afectaciones que ya se habían presentado desde el fin de semana en Altavista y en el corregimiento de San Antonio de Prado, que juntos suman más de 68 viviendas afectadas, 7 viviendas colapsadas y 7 viviendas con orden de evacuación temporal.
En medio de este balance, Gutiérrez hizo un llamado para proteger las quebradas, ya que en muchas de las emergencias las autoridades han detectado que la capacidad hidráulica de estos afluentes se ha visto afectada por el vertimiento de residuos de gran tamaño, como muebles y escombros.
“Las quebradas no son botaderos de basura, no pueden ser depósitos de muebles, ni de bicicletas viejas, sanitarios o de colchones. Es increíble ver, cada que hay una inundación, todo lo que encontramos en las quebradas”, agregó Gutiérrez Zuluaga.
En la noche se realizó un Consejo Distrital de Gestión del Riesgo en el que todas las entidades se articularon para atender la emergencia y se dispusieron recursos para agilizar las atenciones. “Las lluvias continuarán, seguimos atendiendo emergencias en distintos puntos de la ciudad. La prioridad es proteger la vida, les pedimos estar atentos, prevenir riesgos y seguir las recomendaciones”, dijo Gutiérrez.
Condiciones para más desastres
Las recurrentes inundaciones que afectan a Medellín en épocas de lluvias tienen múltiples causas, tanto naturales como provocadas por el ser humano.
Juan Guillermo Acevedo Jiménez, experto en hidrología de la Sociedad Hidroituango, explica que la predisposición a emergencias en la ciudad se explica por la confluencia de varios factores. El primero es natural y temporal, porque en abril y mayo se registra la migración del frente de convergencia intertropical hacia el norte del continente, lo que históricamente genera alta nubosidad, fuertes lluvias, tormentas frecuentes y alta inestabilidad atmosférica.
A este fenómeno se suman los efectos del cambio climático, que han intensificado las precipitaciones, porque la atmósfera retiene hoy más vapor de agua, lo que genera lluvias más intensas y de corta duración, con saturaciones más rápidas en las cuencas hidrográficas.
Acevedo Jiménez, ingeniero civil de la Universidad Nacional de Colombia y magíster en Ingeniería con énfasis en sistemas energéticos de la UPB, señala que el otro factor crítico en la ciudad es el crecimiento urbano que también ha contribuido a este problema.
“Antes existían campos que facilitaban la infiltración del agua lluvia, pero ahora predominan superficies impermeables como el pavimento, lo que provoca desbordamientos de quebradas y flujos de densidad con alto poder erosivo en las laderas, que impactan cada vez más el territorio”, advierte.
A eso se suma que muchas de las obras hidráulicas existentes, diseñadas en épocas donde las cuencas eran menos impermeables, ya no tienen la capacidad necesaria para afrontar los actuales eventos extremos.
Según el especialista, este tipo de lluvias ya no pueden considerarse típicas, por ello recomienda fortalecer los sistemas de alerta temprana, revisar las condiciones de las cuencas, las laderas y las zonas de alto riesgo para detectar procesos de inestabilidad que puedan agravarse con las lluvias.
Jesús Anaya, docente de la Facultad de Ingenierías de la Universidad de Medellín, coincide en la necesidad de preparación y adaptación frente a estos escenarios. Advierte que las zonas en pendiente son especialmente vulnerables, más aún si están cerca de quebradas, cañadas o ríos. “Hay que limpiar los cauces, retirar ramas, basuras, colchones y todo aquello que obstruya el flujo del agua durante estos eventos”, enfatiza.
Para Anaya, la clave está en la adaptación de las ciudades y las autoridades a este nuevo contexto climático. Medellín, con una zona urbana altamente impermeable, enfrenta un reto mayor: el agua no se infiltra y fluye rápidamente por la superficie. En contraste, las zonas rurales permiten cierta infiltración, pero presentan mayores riesgos debido a la fuerza con la que el agua puede desplazarse por las pendientes.