Cerca de 150 títulos publicados en 17 años, esa es la sumatoria de una gran historia que se gestó entre Pilar Gutiérrez y Juan Carlos Restrepo, una pareja de curiosos que se conoció en un taller de escritura de la Biblioteca Pública Piloto y que tuvo el sueño de que Medellín tuviera una editorial independiente:
“Juan Carlos y yo éramos muy conscientes del momento que vivía la ciudad en cuanto a las editoriales independientes de carácter académico que había, pero nos soñábamos una editorial distinta y que no fuera en y de Bogotá, hasta que un día dijimos: ‘Bueno arranquemos nosotros eso que tanto decimos que es evidente que es necesario acá’. Y ahí nace Tragaluz”, cuenta Gutiérrez.
Durante el primer año, el emprendimiento se sostuvo de servicios editoriales que hoy todavía se conservan (diseño, corrección de estilo y de ortografía, creación de contenidos e ilustración), y en el segundo, con unos recursos y un dinero recogido, nació el fondo editorial con un género al que muchos le huyen con escepticismo: la poesía.
“Nos lanzamos con toda con el que para nosotros es mejor poeta colombiano: Jaime Jaramillo Escobar. Cuando nos acercamos a él –continúa contando la también escritora– nos respondió inmediatamente que sí y que quería que el libro fuera rojo porque el rojo es el color de la fuerza y de la celebración, entonces así se hizo y así se recibió: con alegría. Además, lo tocamos de manera distinta: con ilustraciones, con un diseño muy delicado, y eso hizo despertar el interés de muchísima gente, incluso de gente que no leía poesía y también hizo que el Fondo de Cultura Económica nos llamara y nos dijera: ‘Si ustedes van a seguir trabajando así nosotros queremos ser sus distribuidores’. Lo cual fue muy emocionante”.
Desde entonces no han parado de publicar libros que atrapen por su diseño y su contenido, pues su propuesta es hacer de la lectura una experiencia que implique a todos los sentidos y que sostenga en el imaginario colectivo la idea de que siempre es posible regresar a esas “primeras lecturas, en las que todo sorprende y en las que todo es descubrimiento”.
“Para nosotros es muy gratificante mirar hacia atrás y ver una evolución enorme, sobre todo con la construcción de la Casa Tragaluz, porque con ella pudimos darle vida a nuestro concepto ‘de puertas abiertas’, ¿cierto?, nosotros hablamos mucho de ser un proyecto ‘de puertas abiertas’, y es muy bonito porque ese compromiso social que encierra ese concepto cada vez da pasos más sólidos, y nos asusta porque nos falta mucho y porque tenemos que estar a la altura de lo que la gente está esperando, así que sí hay susto pero un susto necesario que denota responsabilidad y yo creo que nosotros hemos sido responsables”.
Hoy a Tragaluz le esperan muchas cosas, pero las que más entusiasman al equipo de trabajo tienen que ver con la ilustración, pues los diplomados que han hecho de la mano de Comfenalco se han fortalecido; el Primer Salón de Ilustración fue un éxito y pronto llegará el segundo; y en ese sentido el fondo editorial y la programación cultural van a servir de espoleta para su robustecimiento.