Fue el 1 de junio de 1926 cuando el sueño de Antioquia de buscar la salida al mar empezó a hacerse realidad. Ese día, a pocos metros de donde hoy está la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, en Robledo, se dio inicio a las obras de la carretera a Urabá.
Ricardo Jiménez Jaramillo era entonces el gobernador de Antioquia, cuyo gobierno puso un case de 8 millones de pesos para las obras, en tanto que la Nación aportó 9,3 millones de pesos.
Si bien desde la época de la Colonia se hablaba de un proyecto de camino al mar, según lo anota Felipe Restrepo, editor, ensayista y profesor de Literatura de la Universidad del Cauca, fue a finales del Siglo XIX y luego a inicios del Siglo XX con la bonanza que se generó por la indemnización de Estados Unidos a Colombia por Panamá, cuando cobraron vida varias obras de infraestructura en el país, entre ellas el proyecto de salida a Urabá.
Las obras fueron tildadas como descabelladas en sectores políticos en Bogotá y el resto del país, pero Antioquia ya con el proyecto en marcha constituyó la Junta Propulsora de la vía, compuesta, entre otros, por Gonzalo Mejía, Vicente Duque, Alberto Echavarría, Gustavo White, Jesús Tobón Quintero, Julio César García y José Ignacio Cano.
A los líderes de Antioquia los movía la idea de exportar productos como oro y café a través de un puerto en Urabá, llegando a considerar incluso un proyecto de ferrocarril.
Pero no todo fue fácil en los comienzos de la construcción de la carretera. Si bien para el primer tramo de 20 kilómetros entre Robledo y el alto del Boquerón se contrataron ingenieros y mano de obra nacional, el siguiente trayecto de 173 km entre Boquerón y Dabeiba se le adjudicó a la firma estadounidense R. W. Hebard que, tras construir 148 km, le fue suspendido el contrato en 1929, siendo gobernador Camilo C. Restrepo. Adujo dificultades económicas.
Vino la crisis económica mundial de los años 30, hasta que la Nación asumió la obra a finales de esa década tras una visita del presidente Alfonso López Pumarejo.
Empuje definitivo
Coinciden los investigadores en que junto a Gonzalo Mejía, el exministro y exgobernador, Fernando Gómez Martínez (1897-1985) fue clave en la conclusión de la vía.
Gómez Martínez, cuyo primer periodo en la Gobernación de Antioquia fue del 4 de diciembre de 1948 al 22 de junio de 1949, lideró la continuidad de las obras e inspeccionó en persona los trabajos a lomo de caballo.
Las críticas arreciaban en el país y fue memorable un discurso de Gonzalo Mejía, en el Teatro Junín, en 1949, transmitido por radio, en el que con vehemencia defendió la carretera. Dijo: “Todavía hoy cuando faltan sólo 52 kilómetros para llegar al mar, cuando la brecha está abierta (...) se han levantado voces que han atacado (la construcción de la vía) en todas formas valiéndose de todos los trucos y de todas las combinaciones de la argucia leguleya”.
Gómez Martínez, entre tanto, en su defensa de la carretera estaba asociar la obra a la construcción de un puerto en el Golfo de Urabá. Dijo en uno de sus textos La Vigencia de un Pensamiento, editado en 1980, al resaltar el aporte de Mejía y la desidia del Estado para con la región: “se necesitó que el interés particular penetrara a Urabá para que revelara lo que ella significa como potencia agrícola y ganadera y como verdadera despensa para el futuro del país”.