Cartagena, la joya del Caribe colombiano, no solo es reconocida por sus playas, música, comida, murallas y atardeceres, sino también por su inmensa riqueza espiritual y arquitectónica. La Heroica, cuna de historias, leyendas y una fe que ha marcado su identidad desde su fundación, se posiciona como un epicentro para el turismo religioso.
“Era una deuda que teníamos con el mundo, con nuestra ciudad y con Colombia”, afirma el padre Julio César Muñoz, rector de la Catedral y director de la Pastoral de Turismo. Cartagena busca rescatar y compartir su legado histórico, espiritual y arquitectónico bajo un enfoque de turismo responsable. Este esfuerzo invita a los visitantes a experimentar una conexión profunda con la fe y la cultura cartagenera, promoviendo al mismo tiempo la preservación de este invaluable patrimonio.
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Un recorrido por la fe y la historia de Cartagena
El recorrido por las iglesias de Cartagena es un viaje que combina historia y espiritualidad. Cada templo, con su arquitectura imponente y su aire místico, guarda secretos de siglos y ofrece una vivencia que toca el alma, tanto a quienes buscan consuelo como a los ojos curiosos de los viajeros. Entre los lugares más emblemáticos, se destacan:
Iglesia de Santo Domingo, Cartagena de Indias
En pleno corazón de la ciudad amurallada de Cartagena se erige con majestad una de sus edificaciones más venerables y simbólicas. Fue fundada en 1578 por los frailes dominicos, quienes llegaron al Nuevo Reino de Granada con la misión de evangelizar a la población local. Su arquitectura es un reflejo de los estilos europeos traídos por los colonizadores. Entre sus particularidades destaca la inclinación de su torre, lo que, según algunos historiadores, se debió a problemas con los cimientos, un detalle que añade un carácter único.
Esta iglesia es un verdadero tesoro de arte y devoción. Su Cristo, conocido como el “Cristo de la Inspiración”, es una obra cargada de simbolismo. Se dice que fue tallado por un ángel y, con el tiempo, sus colores se han oscurecido hasta reflejar el tono de piel de los cartageneros, un testimonio del paso de los años y de la cercanía espiritual de la imagen con la comunidad local. Además, el altar, construido con esfuerzo por la comunidad, cargado de detalles barrocos, es una muestra de la influencia artística europea y de la habilidad de los artesanos que participaron en su construcción.
Catedral de Santa Catalina de Alejandría, Cartagena de Indias
Esta majestuosa catedral romana impresiona por su arquitectura y fusiona el esplendor del renacimiento con las profundas raíces coloniales. Construida en 1577 hasta finales de 1612, incluye la bóveda de madera más grande de la ciudad, aunque no existen pruebas documentales, se dice que guarda los restos de más de 16.000 cuerpos coloniales.
Esto la convierte en un lugar de recogimiento y energía singular, pero también son muchas las emociones que despierta. “Los creyentes entran y lloran proclamando piedad de Cristo”, relata el padre Muñoz. Los rezos, gemidos y lágrimas de los fieles llenan el recinto, creando una atmósfera de devoción que trasciende las palabras. A pesar de haber sufrido cañonazos por piratas en el pasado, la catedral se mantiene como un símbolo de resiliencia y fe.
Iglesia de San Pedro Claver, Cartagena de Indias
Construida entre los siglos XVI y XVIII, esta iglesia jesuita grecorromana guarda en su interior los restos de San Pedro Claver, el “El esclavo de los esclavos”. Sus huesos, expuestos en un relicario adornado con un manto dorado, son un testimonio vivo de su legado de compasión y justicia. Además, la iglesia cuenta con el único órgano en la ciudad, un obsequio del Papa León XIII, que aún resuena con la fuerza de la historia.
El padre Rafael López Castro, también sacerdote de la Arquidiócesis de Cartagena, destaca que “hablar de Cartagena sin hablar de la presencia religiosa y de la importancia de la fe desde la constitución de la ciudad, no sería hablar de la identidad del cartagenero”. Este turismo religioso no solo busca preservar el patrimonio material y cultural, sino también transmitir esperanza y espiritualidad. Es una oportunidad para que los visitantes experimenten la presencia de Dios y contribuyan a la preservación de este legado para las futuras generaciones.
En cada iglesia se encuentra una historia que susurra al alma, una serenidad que invita al corazón a encontrar la paz que busca. Al recorrer sus pasillos, se desvela un abrazo silencioso de tradición, arte y devoción, que enciende una chispa de conexión profunda con nuestra espiritualidad.
Cartagena ofrece mucho más que un viaje; es una invitación a reflexionar, conectarse y renovar el espíritu. Desde ya, sus templos y sus gentes esperan con los brazos abiertos a todos aquellos dispuestos a descubrir esta dimensión profunda de la ciudad. Como dice el padre Muñoz: “Que Dios los bendiga y los esperamos en Cartagena”.
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*Cristina Rodríguez viaja por invitación del Cartagena Festival de Música y Fontur.