El apellido Swift es reconocido en Colombia. Hace 30 años arribó de la mano de Chevrolet, que lo ensambló en el país durante la década de 1990, con éxito comercial. Hace unos años retornó a las vitrinas nacionales bajo el paraguas de su fabricante original, Suzuki, reeditando parte de esas buenas cifras en ventas a finales del siglo XX.
La más reciente incorporación es el modelo con el rótulo Hybrid, que exhibe un sistema de apoyo eléctrico, convirtiéndolo, por ahora, en el auto con este tipo de tecnología más accesible de nuestro mercado.
¿Cómo es?
Es un subcompacto urbano de 3,84 metros de largo y 2,45 de distancia entre ejes, que nos acompaña desde 2018 en Colombia y llega armado desde Japón. Para aprovechar la introducción del nuevo sistema propulsor se le hicieron ajustes estéticos, con persiana de nuevo diseño y una barra cromada divisoria. Los rines son de 16 pulgadas con llantas en medida 185/55. En la zona trasera la luz antiniebla va en la zaga inferior. El baúl es de 242 litros de capacidad, ampliables a 948 con los espaldares traseros abatidos.
En el interior encontramos profusión de plásticos sólidos y algunas inserciones cromadas. El volante, con base plana y dirección con asistencia eléctrica, es multifunción, con botonería para operar el sistema de audio y telefonía. Es regulable en altura, las sillas de tela son de ajuste manual. Trae computador de viaje y la pantalla central de nueve pulgadas tiene conexión a Apple Car Play de forma inalámbrica, algo único en su segmento.
Una curiosidad es la incorporación local de los mandos traseros de los elevavidrios, que no se ven del todo bien adaptados al conjunto, y el cargador inalámbrico de celulares. La operación de las perillas de ventilación es manual y trae puntos de carga USB tipo A y C y toma de 12 voltios. Cuenta con sensor de luces y cámara de reversa en pantalla.
En el apartado de seguridad encontramos seis airbags, control de estabilidad y arranque en pendientes y anclajes Isofix.
El motor
Dual Jet 1.2 de cuatro cilindros, 16 válvulas, 89 caballos de fuerza y 120 Nm de torque. Está gestionado por una caja manual de cinco velocidades. La novedad es la incorporación de un sistema MH o microhíbrido, que Suzuki denomina SHBS. Tiene una pequeña batería de iones de litio ubicada bajo la silla del conductor, que para recargarse no necesita conexión, lo hace con las desaceleraciones y frenadas.
¿Cómo funciona?
La idea es que sirva de soporte al motor a gasolina en determinadas situaciones con el fin de mejorar el consumo de carburante y disminuir las emisiones de gases contaminantes. Por ello, está exento de medidas como el pico y placa. Incluso, al arrancar, puede aportar 50 Nm extra de torque, pero no está capacitado para rodar en modo ciento por ciento eléctrico. También se incorpora el sistema Start/Stop, que apaga el motor en pausas prolongadas.
Comportamiento
El arranque y la aceleración producen sensaciones normales, esperables para este motor y el peso que debe arrastrar (880 kilogramos en vacío). El comportamiento es suave y predecible, las suspensiones tratan bien a los pasajeros, aunque en desniveles pronunciados alcanzan fácilmente los topes.
En subidas acentuadas, como la Loma del Escobero, donde testeamos su rendimiento, hay que apelar en algunos tramos a la primera velocidad, incluso sin estar muy cargado. Cuando la carretera se inclina a niveles importantes, el Swift acusa fatiga. Tal vez por esa razón no se incluye la caja automática entre las opciones disponibles.
Los frenos y las luces, pese a ser halógenas, tuvieron un comportamiento normal. El consumo se tasó en un promedio de 50 km por galón (ciudad y carretera), mejor que el de la mayoría de sus competidores.
Conclusión
Está bien equipado y aunque le falta algo de refinamiento en algunos acabados y de músculo a su motor, cumple en el promedio de la gama. Su precio, de $65 millones, no es precisamente el más barato, pues hay alternativas más potentes y amplias, pero eso se compensa con su origen japonés y las cifras de consumo tan contenidas
