Entre el 7 y el 22 de marzo, el Servicio Geológico Colombiano reportó más de 1.030 sismos en el país. Aunque la mayoría fue imperceptible, resaltan la constante actividad sísmica, especialmente en el Nido Sísmico de Bucaramanga.
El Servicio Geológico Colombiano (SGC) entregó su informe quincenal sobre la actividad sísmica en el país, revelando que entre el 7 y el 22 de marzo se registraron 1.038 sismos. Aunque la mayoría fue imperceptible, estos eventos recuerdan que Colombia es una región con alta actividad tectónica. En la semana del 21 de febrero al seis de marzo se registró un número similar: 1.116.
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Según confirmó el SGC a EL COLOMBIANO, en el país puede haber incluso 2.500 sismos al mes. Sin embargo, una zona destaca por concentrar el 60% de la actividad sísmica del país: el Nido Sísmico de Bucaramanga, ubicado debajo del municipio de Los Santos, en Santander. Este punto es reconocido como uno de los lugares con mayor recurrencia de sismos en el mundo.
También se reportó uno cerca a Colombia, en Panamá, el 21 de marzo a las 9:50 de la mañana, con una magnitud de 6,5 en la escala de Richter y una profundidad superficial menor a 30 kilómetros.
El SGC aclara que los términos “sismo”, “temblor” y “terremoto” son sinónimos, aunque la cultura popular asocia la palabra “terremoto” con eventos de gran magnitud y con consecuencias destructivas. En realidad, el término hace referencia a cualquier movimiento sísmico sin relación directa con su intensidad, profundidad o efectos.
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La duración de un sismo varía dependiendo de varios factores. Puede referirse al tiempo en que el movimiento es percibido por las personas, al registro instrumental del evento (que puede durar varios minutos) o al tiempo que la falla geológica se mantiene en movimiento, lo cual suele ser de algunos segundos. Además, influyen la distancia al epicentro, el tipo de suelo y las características de las edificaciones.
La peligrosidad de un sismo no solo está determinada por su magnitud. Factores como la profundidad del foco sísmico, la distancia al epicentro, la geología local, la densidad de población y la calidad de la infraestructura influyen en sus efectos. En regiones con edificaciones vulnerables, incluso un sismo de baja magnitud puede causar daños significativos.
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Colombia sigue siendo un país altamente sísmico, por lo que la preparación y prevención son clave para reducir riesgos ante futuros eventos.
