Iván Mauricio Pérez veía pasar los hechos del país por el rostro de su padre. Los primeros recuerdos políticos del hoy candidato a la Gobernación por el fajardismo, implican a don José Joel Pérez entrando a su cuarto, con el rostro desencajado, para desahogar su angustia en una conversación.
Su papá empezaba el diálogo, casi siempre, con el apodo por el que le dijo toda la vida: Hermes, o Hermesetas. Más allá de ese inicio, Iván Mauricio no recuerda muchas palabras; quizá porque más que conversaciones esas jornadas eran acumulaciones de preguntas: “¿Por qué pasa esto en el país?”, “¿Cómo evitarlo?”.
La primera vez que su padre lo buscó para ese ritual catártico fue la noche del 30 de abril de 1984, cuando Pérez tenía 15 años y aún estudiaba el bachillerato en Pereira, luego del asesinato del entonces ministro de justicia, Rodrigo Lara Bonilla.
Volvió a la habitación un año después, mientras en la televisión interrumpían la información que llegaba sobre la toma del Palacio de Justicia por parte de la guerrilla del M-19 para transmitir un partido de fútbol entre Millonarios y Unión Magdalena.
Las conversaciones siguieron incluso cuando, a los 16 años, tras graduarse del colegio, Pérez dejó de vivir con sus padres y llegó a Medellín para estudiar administración de empresas en Eafit.
Por esos años, la violencia de la ciudad comenzó a suceder al lado suyo. Mataron a varios de sus amigos, entre ellos varias de las víctimas en la masacre en el Bar Oporto, planeada por Pablo Escobar.
Cada uno de esos hechos son ordenados en la memoria de Pérez por el rostro abatido de su padre. Años después, dice, esas conversaciones influyeron en la decisión que lo llevó a cambiar su profesión, de administrador de negocios a político. El hijo del médico José Joel Pérez decidió participar de esa realidad que su padre cargaba en el rostro, para intentar cambiarla.
Siguiendo a Fajardo
Pérez supo por primera vez de Sergio Fajardo en una derrota electoral. Votó por él en los comicios de 2001, en la primera experiencia en las urnas de su movimiento, Compromiso Ciudadano, que perdió la Alcaldía con Luis Pérez Gutiérrez.
Durante los años siguientes, Iván Mauricio siguió la pista de Fajardo en sus columnas de prensa. Lo leía desde Australia, donde cursó por entonces una maestría en Estudios de Paz y Conflictos en la Universidad de Sidney que poco tenía que ver con su formación de administrador.
“Un día me llamó y me dijo que iba a hacer una maestría”, recuerda su hermano, Felipe Pérez, “pensé que sería algo más en negocios, pero viene y me dice que va a estudiar paz en Australia”.
La decisión, dice Iván Mauricio, la tomó motivado por el fracaso del proceso de negociación con la guerrilla de las Farc que lideró el gobierno de Andrés Pastrana.
Cuando volvió a Colombia, Pérez estaba decidido a cambiar su campo profesional y dedicarse a los Derechos Humanos. Buscó trabajo en varias ONG, pero ninguna lo recibía. Su hoja de vida, compuesta por trabajos como analista de crédito y corredor de bolsa, no coincidía con sus nuevas intenciones.
Entonces volvió a aparecer Fajardo. Iván Mauricio lo conoció en una sus reuniones de campaña para las elecciones de 2003, a la que asistieron entre 10 y 12 personas, y le ofreció su ayuda.
Lo que había para hacer, en principio, era repartir volantes, servir los tintos y gestionar los eventos de campaña. Después, su rol creció: comenzó a asesorar al candidato en asuntos económicos, a leer libros que el propio Fajardo le pasaba para que lo aconsejara.
Dos semanas después de la victoria electoral, Iván Mauricio recibió una llamada: “¿En qué quieres trabajar?”, le preguntó Fajardo. Él escogió un programa creado por la administración anterior, el Banco de los Pobres, aunque decidió renombrarlo como Banco de las Oportunidades.
Convertirse en funcionario no modificó su apariencia. Siguió teniendo el pelo largo amarrado en una cola de caballo, vistiendo con jeans y camiseta, gesticulando en exceso al hablar e intercalando dos o tres groserías a modo de muletillas en sus frases.
En una ocasión, según le contó a su novia Mary Villegas, uno de los vigilantes del edificio administrativo de La Alpujarra le negó la entrada. Le pidió, con algo de impaciencia, que dejara de hacerse pasar por un funcionario de la Alcaldía.
“¿Cuándo se va a motilar?”, le preguntaron durante una entrevista en 2010, cuando era secretario de Hacienda del sucesor de Fajardo en la Alcaldía, Alonso Salazar. Pérez contestó: “Cuando se me acabe el gusto por el rock”. Aunque eventualmente se cortó el pelo, sus otras fidelidades –al rock y a Fajardo– se mantuvieron.
Pérez fue el gerente de su campaña a la Gobernación en 2011; lo siguió en las correrías políticas por los municipios; discutió con él durante la campaña y renunció durante un día a su cargo –según cuenta su amigo y compañero de Compromiso Ciudadano, Santiago Londoño–; y, tras la victoria de Fajardo, fue recompensado con la gerencia del Instituto para el Desarrollo de Antioquia (Idea), entidad que se ocupa de impulsar proyectos en el departamento.
Una gerencia, dos versiones
El paso de Pérez por el Idea es, a la vez, el puesto más importante de su carrera y su mayor cuestionamiento. El informe de gestión presentado en 2017 por el siguiente gerente (y hoy candidato), Mauricio Tobón, señala que al momento de recibir el Idea de manos del gobierno de Sergio Fajardo el instituto registraba utilidades negativas por 27.384 millones de pesos.
Esto, generó dudas sobre la eficiencia de la gestión de Iván Mauricio, quien estuvo durante la mayor parte del periodo de 2012-2015 al frente de esa entidad.
La versión de Pérez dice todo lo contrario. De acuerdo con el candidato, su gestión “generó utilidades por 60.000 millones de pesos en promedio anuales”, y los números rojos presentados por Tobón serían producto de una modificación de los estados financieros al momento de asumir el mando.
El balance de 2015, que resume la gestión de Pérez desde 2012, señala entre sus logros la obtención de la calificación Triple A para el Idea, siendo el primer Instituto de Fomento Regional de Colombia con esta puntuación máxima.
Las banderas de cada gestión, aunque contrarias, están en informes oficiales. Para Rafael Nanclares, amigo en la política de Iván Mauricio y su actual asesor de campaña, “al final es la palabra de Luis Pérez contra la nuestra”.
Para Felipe, su hermano fue víctima de un ataque. “Soy financista, y lo que hizo Tobón fue incluir en el cierre de 2015 un gasto de papel, declaró un dinero prestado como no recuperable, y luego esa misma plata la incluyó como ingreso”.
Más allá de las versiones, el paso por el Idea de Iván Mauricio fue para su hermano la comprobación de que este no saldría sin enemigos del camino que había escogido.
La crisis del rock ‘n’ roll
Aunque no hay una encuesta que lo confirme, la campaña de Iván Mauricio Pérez a la Gobernación eligió una retórica a la defensiva: “Se juntaron los de siempre y creen que ya ganaron”, dice uno de sus eslóganes más recurrentes.
La principal dificultad que ha afrontado Pérez, según fuentes cercanas al partido Alianza Verde, es que aunque Fajardo conoce su rostro hace 16 años –como se ha dedicado a repetir en los videos de campaña–, muchos de sus votantes no.
Pérez ha estado en la trastienda, apoyando, pero sufre del mismo anonimato relativo que su antecesor en la carrera a la Gobernación, Federico Restrepo. Esta razón, y una serie de movidas políticas de sectores no afines a Fajardo, terminaron dejando al candidato de Compromiso Ciudadano sin el aval de la Alianza Verde, que decidió respaldar a Aníbal Gaviria.
Con esto, la candidatura de Pérez quedó desvertebrada en las regiones, sin fórmulas al Concejo que lo respalden por el riesgo de incurrir en doble militancia. Aun así, de acuerdo con Nanclares, Iván Mauricio continuó en la campaña, “con un espíritu roquero, como es él, renovador. Aunque, bueno, el rock ya es de viejitos”.
De alguna forma, esa es la metáfora de Compromiso Ciudadano, un movimiento con dos décadas que, en las últimas elecciones de Alcaldía y Gobernación demostró la dificultad de su líder, Fajardo, para endosar votos.
La última derrota política de Iván Mauricio Pérez fue en las elecciones presidenciales de 2018, cuando Sergio Fajardo no alcanzó la segunda vuelta presidencial. Esa vez, en medio de la frustración, le dijo a su novia: “Siento que le fallé a todos esos pelados con ganas de cambiar el mundo”.
Durante los momentos más difíciles de esta campaña, cuenta Iván Mauricio, ha extrañado no poder ser él el que entre al cuarto de su papá, quien murió hace 7 años, para acumular preguntas. “Me gustaría saber qué hubiera opinado de que me lanzara a la Gobernación”, dice.
Luego, como por asociación, identifica otra ausencia: “¿Sabes? Nunca le pregunté por qué me decía Hermes. Me dijo así desde tan pequeño, era como si me dijera mi propio nombre y no pensé en la razón. Ahora no tengo cómo saberlo”.
Vivir para la política, como eligió el candidato de Compromiso Ciudadano, implica someterse a que las decepciones se reflejen en su propio rostro
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El cambio de traje del doctor Rodolfo Correa
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Andrés Guerra, de las gambetas a las urnas
la gobernación.