Escuche los sonidos de esta historia:
Leonte Torres tocaba la flauta en un grupo de chirimía. Fue un músico muy popular en Guapi, Cauca, donde sus melodías le daban vida a todas las celebraciones de la región, en especial a los matrimonios, que no eran fiesta si don Leonte no iba con su ritmo liderando la marcha de los novios.
Él y sus papás, ya reconocidos por su encanto y sabiduría musical, se instalaron en la vereda Sansón, cerca al río Guapi, en una casa de grandes ventanas que permitía la entrada de la naturaleza y sus sonidos; esos que años más tarde tomaron las nuevas generaciones de la familia Torres como inspiración para tocar la marimba.
El viejo José Torres, como muchos lo conocían, fue el primer hijo de don Leonte; y en la lista de enseñanzas y secretos transmitidos estuvo la construcción e interpretación de la marimba, que para ellos y otras familias de la zona representa más que un elemento para hacer música: con ella celebran la vida. Desde entonces, esta casa familiar se transformó en un taller en el que convertían los materiales entregados por la tierra, como la chonta que es una fibra de la palma de gualte, en instrumentos musicales.
El consentido de la familia
En medio de esa abundancia instrumental nacieron los nueve hijos de José Torres: Florentina, Francisco, Genaro y José Antonio fueron quienes tomaron la música como una forma de vida. Florentina fue una de las primeras mujeres en tocar la marimba; Genaro y Francisco, a la fecha, siguen construyendo instrumentos con serrucho y machete, mientras que José Antonio, quien falleció el 16 de mayo de 2018, le enseñó a Colombia y al mundo lo que es una marimba de chonta.
Fue el primero en salir de Guapi. Buenaventura y Cali fueron las primeras paradas. Aquí llegó por invitación de Germán Patiño, creador del Festival Petronio Álvarez. Después llegó a Bogotá y en 1983, el presidente galo François Mitterrand lo recibió en Francia como el mejor tocador de marimba de chonta del mundo.
José Antonio Torres nació un 31 de diciembre en la casa familiar. Había tantos instrumentos y tan poco espacio para ellos que el primer lugar que usó la partera para ubicar al bebé fue una marimba. “Ahí me cortaron el ombligo”, contaba Gualajo, como lo llamaron desde pequeño. El gualajo es un pez muy particular de la región. Díscolo, sensible. Luis Carlos Osorio fue, durante muchos años, el amigo, cómplice y colega del maestro Gualajo. “De todos los hermanos él siempre fue el más inquieto”, recuerda Luis.
Agrega que al maestro le gustaba salir a cazar solo y en las noches “tenía ciertos encuentros con la naturaleza. El primer currulao lo escuchó con el paso de una manada de tatauros, una especie de marranos salvajes. Su música venía de los animales, del río y con esos sonidos afinaba las marimbas”.
Que viva la tradición
El Grupo de Los Torres se creó formalmente al final de la década de los ochenta, pero no fue hasta el año 2013 que grabaron un álbum. Se llama La Familia Torres y la Marimba de los Espíritus. La producción estuvo en manos de Resistencia Music, que llegó con sus equipos hasta la vereda Sansón.
“A pesar de que ellos casi no han grabado sus canciones, el color de la música de Guapi depende mucho del sonido de esta familia. En la región hay muchas así, pero ellos construyeron una dinastía que inició el siglo pasado y todavía sigue trabajando por mantenerse”, explica Hugo Candelario, director musical, investigador y compositor.
La casa de los Torres ya no es la misma donde nació Gualajo. La construcción se cayó. El tiempo, el olvido y la falta de ayuda y recursos se interpusieron. Antes de partir, el maestro le dejó a su hijo y pupilo Jayer una misión pendiente: construir la escuela taller casa de los Torres. “La idea es que en ella podamos enseñar a tocar y fabricar la marimba y mostrarles a los más jóvenes lo que representan esta tradición para Cauca y el país. También es uno de los objetivos de la Fundación Gualajo”, cuenta Jayer, el representante más joven de este clan que sigue vibrando al ritmo de las tablas marimberas.
Así como el llamado piano de la selva nace de la naturaleza, tocarlo es un arte que se aprende en sintonía con ella, entendiéndola, y para comprenderla es necesario conocer esos mitos que la rodean y los pautos, como llaman a los secretos en la región, que nacieron muchos años antes que don Leonte Torres y sus hijos, cuando se hablaba de los espíritus malignos y las sirenas de río que atendían el llamado al primer toque sobre las marimbas.