Viral durante la ceremonia de apertura de los Juegos por reproducir junto a su hijo la mítica celebración del puño levantado al paso de la delegación española, Rafael Nadal se convirtió en gran protagonista de la noche parisina al ser uno de los últimos relevistas de la antorcha olímpica en medio de las figuras anfitrionas.
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En un abrazo entre madridistas, la leyenda del fútbol francés Zinedine Zidane entregó la antorcha a Nadal en Trocadero, en la parte final de la ceremonia de apertura.
A continuación, el ganador de 14 ediciones de Roland Garros se subió a la “lancha de las estrellas” para hacer el camino inverso al desfile fluvial de las delegaciones, que había terminado a la altura de la Torre Eiffel. Le acompañaban otro mito del tenis, Serena Williams, el “hijo del viento” Carl Lewis y la gran niña prodigio de la gimnasia Nadia Comaneci.
Recogió la antorcha en el Jardín de Tullerías otra antigua número uno del tenis, la francesa Amelie Mauresmo –directora de Roland Garros–, que conectó con el mejor jugador de básquet galo de la historia, Tony Parker.
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A continuación se sucedieron otros grandes nombres del deporte francés, bajo la lluvia que nunca cesó durante las cuatro horas de la inauguración, hasta que el gigante del judo Teddy Riner y la triple campeona olímpica de atletismo Marie-José Perec alumbraron el pebetero para que comenzaran los Juegos.
Un balcón con vistas al Sena
Un par de horas antes, cuando todavía no había caído la noche en París, una imagen de Nadal recorría las redes sociales: Su esposa, María Francisca, sacando una fotografía a Rafa junto a Rafa Jr., que reproducía el puño al aire con el brazo levantado, marca del campeón español. Alrededor, las sonrientes madre y hermana del jugador español.
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Nadal seguía el paso de los barcos de las delegaciones desde un balcón con vistas al Sena. No se subió al barco del equipo español, reservándose para su participación en la embarcación de las leyendas internacionales.
Tampoco le convenía gastar energías a menos de 24 horas de debutar en el torneo de dobles, junto con su heredero, el vigente campeón de Roland Garros y Wimbledon Carlos Alcaraz, una pareja convertida en sensación de los Juegos, incluso antes de empezar.
Ambos tenistas son una de las grandes atracciones de la Villa Olímpica, prestándose con simpatía a las fotografías con otros deportistas.
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El único pero a este momento de felicidad para Rafa, de 38 años, ganador de 22 grandes, son las molestias que sufre en la pierna derecha que ponen en duda su participación en el torneo de individuales.
“El partido de dobles, a priori, es menos agresivo, menos puntos largos, cubres media pista. Es más amable con el cuerpo. Va a ser un test importante”, dijo su entrenador, Carlos Moyá.