x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

La redención de Simone Biles, la estrella estadounidense brilla en París-2024 y sumó su tercer oro

Luego de retirarse aburrida en Tokio, y de enfrentar el caso de agresión sexual del médico de la selección, Biles regresó demostrando porque es una de las grandes de la historia.

  • Simone Biles ganó el primer oro en París por equipos, luego en el concurso general y en salto. Este domingo buscará dos medallas más en viga de equilibrio y suelo. FOTOS GETTY
    Simone Biles ganó el primer oro en París por equipos, luego en el concurso general y en salto. Este domingo buscará dos medallas más en viga de equilibrio y suelo. FOTOS GETTY
03 de agosto de 2024
bookmark

Simone Biles se conecta con el público como si hiciera magia. Con sus 142 centímetros de altura podría pasar inadvertida en la inmensa Arena Bercey, en el distrito 12 de París, pero le basta separar los labios, mostrar esa sonrisa potente y contagiosa que la caracteriza, para que de repente se haga la luz y los 20.000 espectadores exploten en una sola algarabía. Biles no es una estrella más, en los Olímpicos de París, parece ser el mismísimo sol.

El mundo parece amarla. En su primera aparición el martes, en la final por equipos, en las graderías hacían fuerza para que se diera el milagro: Lady Gaga, Ariadna Grande, Tom Cruise, Antoine Griezman, Greta Gerwig –la protagonista de Barbie–, Jessica Chastain –de Interestelar–, el rapero Snoop Dogg y Anna Wintour, la creadora de Vogue. En su segunda aparición, para la final de los ejercicios completos, la estrella del baloncesto Stephen Curry la grababa desde la tribuna; Zinedine Zidane rondaba por las gradas y la gimnasta de todos los tiempos, la rumana Nadia Comaneci, abrió la ronda de ejercicios diciendo: “Todos estamos aquí para ver a la maravillosa Simone Biles, por supuesto (...) tengo nueve medallas olímpicas y ella ocho, pero creo que me va a pasar”.

Ayer sábado, en su tercera, la final del salto de potro, nos demostró que mientras sus colegas saltan, Biles vuela. Logró en uno de sus saltos la increíble calificación de 15.700.

Con solo mencionar su nombre por los altavoces el público entra en delirio. Si Simone se queda quieta, el público se queda quieto. Si Simone se voltea y lanza un beso o hace un gesto cualquiera con sus manos, el público explota. Si Simone se sienta los camarógrafos la rodean, se apeñuzcan, no se quieren perder gesto alguno de la diosa.

Por momentos parece agobiante. ¿Qué sentirá de no poder hacer un mínimo movimiento sin tener encima suyo los ojos del mundo? Por momentos cruza por la mente una brizna de la historia de Lady Di y se entiende mejor por qué Biles decidió un día, en medio de la competencia de la barra de equilibrio en los Olímpicos de Tokio, hacer un alto en el camino.

Se había retirado de aquellos Juegos del 2021 con desgano. Sumaba ya siete medallas olímpicas en dos ediciones, cuatro de ellas de oro. En medio de la pandemia, de la soledad, ya no quería hacer gimnasia. Justo cuando estaba en la barra de equilibrio se dio cuenta que su mente no le permitía coordinar los movimientos con la precisión necesaria y dijo: paren que me quiero bajar. Por primera vez un superatleta se había atrevido a decir en medio de su gloria que primero estaba su salud mental.

Al mundo le queda difícil aceptarlo. Son tan poquitos los que logran ser tocados por el don de la genialidad que nadie quiere dejarlos salir de escena. Recordaba hace poco Michael Phelps, el más ganador de medallas olímpicas (23 de oro, 28 en total), que él se sintió deprimido prácticamente desde sus primeras Olimpiadas y que casi no vive para contarlo.

Durante su retiro a Biles le tocó enfrentar declaraciones en la Corte contra quien fuera el médico del Team Usa, Larry Nassar, condenado por agresión sexual a cientos de gimnastas, incluida Simone.

Para Simone Biles estos Olímpicos eran los de su redención, una suerte de revancha con ella misma, y de paso una oportunidad de ratificar que existe el derecho a la esperanza.

Con toda esa historia a cuestas, todos queríamos que le fuera muy bien. Por eso cuando dio su primer salto en el potro, el martes en la noche, en la final por equipos, y sonrió todos estallaron en júbilo. “Lo ha logrado. ¡Qué honor estar tan cerca!”, escribió Lady Gaga en sus redes.

Hasta Biles lo dijo así a los periodistas en la zona mixta. “Cuando terminé el salto, me sentí aliviada. No tuve flashbacks ni nada por el estilo. Sentí mucho alivio. Y tan pronto como aterricé del salto, pensé, oh, sí, definitivamente, vamos a lograrlo”.

La Simone de Tokio que en las fotografías lucía triste y frustrada, en París acabó con todos sus fantasmas del pasado, se le ve alegre, se carcajea y baila con su compañera, casi hermana, Jordan Chiles.

Frenar sin duda la hizo más fuerte. Se fue como una adolescente insegura y volvió como una mujer que refleja carácter. Se casó con un jugador de fútbol americano, Johnatan Owens, a quien conoció en una plataforma de citas que se llama Raya a la cual solo tienen acceso ricos y famosos. También buscó nuevas maneras de expresar sus rutinas con dos entrenadores franceses que hacen ver menos mecánicos sus movimientos. En pocas palabras, recuperó la alegría de la gimnasia. Mantiene la potencia y le pone más gracia.

Simone hace movimientos que para cualquier humano son imposibles. Como su nombre lo indica: salto mortal. Doble mortal. Hasta triple doble mortal. Por algo ya tiene su marca en varios de esos movimientos reservados para genios como ella.

Simone Biles no ha estado perfecta, se le ha salido un pie del tapiz, o de la lona, ha dudado en la barra de equilibrio y dobló las rodillas en las asimétricas. Pero nada de eso le ha quitado brillo a su presentación. Por el contrario le ha puesto un ingrediente de vulnerabilidad que cautiva más.

Por más grandeza

Biles, con los tres oros que ha ganado esta semana, está a dos oros de alcanzar el récord de la rusa Larisa Latynina, la que más medallas ha conseguido en Olimpiadas, antes de Pelphs (18) nueve de ellas de oro. Biles llegó con cuatro, ya consiguió tres, y tiene dos competencias más. Lo ha hecho incluyendo los saltos más difíciles del mundo, al alcance de muy pocos gimnastas masculinos.

En el código de puntuación ya hay cinco elementos bautizados con el nombre de Biles. Son figuras que ella se inventa y que muy pocos pueden hacer. Una de ellas, le pidieron que la cambiara por lo peligrosa.

Simone Biles le ganó a otras superdotadas. La brasilera Rebeca Andrade bien podría haber ocupado con todos los méritos el trono de reina. Qué estilo, qué talento y qué gracia. En la competencia de todos los aparatos, le faltaron 1.200 puntos para alcanzar a Biles, y repitió la plata que había ganado en Tokio. Sunisa Lee, la campeona de Tokio, compañera de equipo de Biles, que a sus 21 años ha superado una extraña enfermedad renal que la tuvo al borde de dejar el deporte, se quedó con el bronce. La italiana Alice d’Amato, que fue cuarta, y la argelina Kaylia Nemour, de 17 años –que en realidad es francesa pero no clasificó en el equipo de las locales– que hizo una sobresaliente rutina en barras asimétricas.

Simon Biles es, desde ya, la gran heroína de los Juegos Olímpicos de París. Biles tuvo la valentía de hacer una pausa como cualquier humana y volver a competir como una diosa.

*Acreditada por el Comité Olímpico Colombiano, viajando a París gracias a Iberia.

Liga Betplay

El empleo que buscas
está a un clic
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD