¿Quién no ha soñado con compartir un día completo con su ídolo de infancia, reírse con él y hasta hacerlo llorar de la emoción? Ese fue el caso de Zizou Izyan Ahmad, un estadounidense de 12 años de edad que tuvo la posiblidad de pasar una tarde con el tenista suizo Roger Federer.
Lo hizo cinco años después de su primer encuentro con el otrora número uno del ranking de la ATP, que se dio en una rueda de prensa del Abierto de Estados Unidos de 2017, cuando el pequeño, que para ese entonces tenía siete años, le hizo una especial petición a Federer: que si podía seguir jugando por ocho o nueve años más, hasta que se pudieran enfrentar.
Roger respondió en el momento, entre risas, que era una promesa y que la cumpliría.
El tiempo pasó y todo apuntaba a que el encuentro no sucedería, porque aunque el niño siguió su proceso de formación en un programa que supervisa el extenista estadounidense y siete veces ganador de torneos de Grand Slam, John McEnroe, el suizo sufrió varias lesiones que lo alejaron de las canchas hace más de un año.
Una realidad
Sin embargo, uno de los patrocinadores del tenista que nació en Basilea hace 41 años cumplió el sueño de Zizou, y utilizando como excusa un torneo de tenis, llevó al niño, que hoy es uno de los sub-12 más destacados del circuito junior estadounidense, a un club en Suiza, donde lo trataron como si fuera un deportista famoso y de larga trayectoria.
El niño se sentó para comer algo en una mesa elegante, ubicada en la parte de afuera del restaurante. El mesero lo saludó por su nombre y el joven tenista quedó sorprendido. “Se sabe mi nombre”, le dijo con asombro a su entrenador, que lo acompañaba.
La epopeya del muchacho aumentó cuando la chef del lugar salió, le pidió que le regalara una foto y le dijo: “yo soy tu fan #1” mientras se abría el delantal y le mostraba una camiseta negra que tenía estampado un retrato de Zizou.
Un par de minutos después el chico tuvo que mirar hacia la cancha de tenis porque un grupo de “fans”, compuesto por jóvenes de su misma edad, coreaban al unísono su nombre. Él no lo podía creer.
Todo esto sucedió ante la mirada atenta de Federer, que estaba “escondido” en una carpa equipada con televisores conectados a un sistema de cámaras. Cuando el niño entró a la cancha, el suizo dijo sentirse nervioso por él.
Entre vítores Zizou ingresó a la cancha de polvo de ladrillo acompañado del mesero, quien mientras caminaban le comentó: “todos estos jóvenes están aquí para verte jugar, por fin, ante un valioso rival. Aquí está tu sorpresa”.
El chico giró el cuerpo, se puso las manos en la boca, se tapó los ojos y con la voz quebrada saludó al “señor Federer”, que venía caminando con una sonrisa. En un cariñoso gesto el ídolo abrazó al niño, mientras le decía con voz trémula que solo lo llamara Roger y le recordaba que habían hecho una promesa.
El suizo y el estadounidense se enfrentaron en un emotivo encuentro amistoso. El primer saque fue para Zizou, que sorprendió con su juego a Federer. “Juegas bien; me gusta lo que veo”, gritó el ocho veces campeón de Wimbledon.
Aunque no hubo un vencedor cuando terminó el encuentro, el niño norteamericano fue el ganador del día, mientras que Roger demostró que los caballeros, aunque se demoran, cumplen su palabra.