No fue casualidad. Las olimpiadas de la inclusión, la igualdad y la equidad de género tenían que terminar como empezaron: llenas de símbolos, de mensajes, de invitaciones a que el espíritu olímpico se impregne en la vida cotidiana y ayude a tener un mundo mejor.
Por eso, los organizadores de la ceremonia de clausura de París 2024 decidieron, una vez más, ser disruptivos, romper la tradición y, en lugar de cerrar las justas multideportivas premiando a los ganadores de la maratón masculina, como siempre se hizo, decidieron reconocer a las tres mujeres con mejor resistencia en la prueba más difícil del mundo.
Con eso los franceses demostraron que no dejan cabo suelto. ¿El motivo? La Ciudad Luz, donde surgió la idea de hacer los Juegos Olímpicos Modernos en la cabeza de Pierre de Coubertin, le tenía que entregar la batuta, la llama olímpica, la responsabilidad de volver a reunir al mundo entorno al deporte, a Los Ángeles, que será la sede de las justas de 2028.
La ciudad californiana, famosa por ser la casa de las súper estrellas del espectáculo en su mítico barrio de Hollywood, por sus montañas, por ser gigante, caótica y además ser el lugar donde se produce el cine más visto en todo el mundo, será por tercera vez la sede de las olimpiadas. Antes organizó las de 1932 y 1984.
En la última, se realizó la primera maratón femenina de la historia y, vitoreando esa disciplina, apagando el pebetero ubicado cerca del Museo de Louvre para que el nadador francés León Marchand se llevara la llama olímpica, los franceses decidieron cerrar sus olimpiadas.
Ceremonia espectacular
Pero antes de que Marchand entregara la llama olímpica en el estadio de Francia, París tenía que volver a ser una fiesta, como alguna vez escribió Ernest Hemingway. Por eso los abanderados de cada país entraron, juntos, mezclados, como pueblos hermanos a la cancha del escenario. Después lo hicieron los deportistas de las delegaciones que aún seguían en la ciudad y mostraron sus medallas, se tomaron fotos, intercambiaron contactos.
Luego se reconoció a los voluntarios, en los que se logró reunir a varias generaciones, pues el 70% de ellos fueron jóvenes menores de 25 años, mientras que 10% estuvieron por encima de los 60. El porcentaje restante lo compartieron personas de edades intermedias.
Y como no podía faltar, los franceses hicieron una obra en la que un viajero de oro, que tenía forma de ángel, llegó a un mundo distópico, lleno de caos, y vio cómo las olimpiadas lograron unir al mundo, tal como lo hacen los anillos olímpicos y sembraron un granito de cultura de paz, como aseguró Thomas Bach, el presidente del Comité Olímpico Internacional.
Finalmente, por primera vez en la historia dos mujeres hicieron la transmisión de la bandera olímpica. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se la entregó a Karen Bass, burgomaestre de Los Ángeles, donde hicieron una fiesta con la banda Red Hot Chili Peppers y Snoop Dogg en una playa californiana que ardía, después de que Tom Cruise llevara la bandera emulando una escena de la película “misión imposible”.
Luego León Marchand apagó la llama, en medio de aplausos. De esta manera se acabó el romance parisino con los Juegos Olímpicos, aunque la fiesta continúa con los Paralímpicos, que serán entre el 28 de agosto y el 8 de septiembre.