Jorelyn Carabalí sabe de sacrificios y resistencia. La defensora central se sometió a cuatro cirugías y estuvo alejada de las canchas dos años y medio por una lesión. Este lunes, cuando el himno de Colombia sonó en el Sydney Football Stadium, dejó que la emoción se le derramara por los ojos. Recordó que desde niña su sueño era jugar un Mundial.
“Este es mi primer Mundial y sentí que toda la emoción la tenía retenida desde el momento en el que estaba en la lista de las 23 convocadas. Pude soltar toda la emoción, la alegría y el orgullo. Miré al cielo y le di gracias a Dios, a los angelitos que me acompañan siempre. También le agradecí a mi familia”, señaló la jugadora cuando la prensa le preguntó por la razón de sus lágrimas.
Es que las cámaras de televisión alcanzaron a grabar el momento en el que la jugadora lloró durante los actos protocolarios. Su llanto también fue cábala y empuje para que las colombianas se impusieran 2-0 ante las coreanas con goles de Catalina Usme y Linda Caicedo.
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La presencia de Carabalí en el Mundial podría considerarse un milagro. Tuvo que reaprender a caminar y el diagnóstico médico decía que el retiro del fútbol podría ser definitivo. Fue el 28 de abril de 2018. Estaba en un entrenamiento con el Huila y, en una disputa por la pelota, sufrió una grave lesión.
“Me llevaron a la clínica y me tomaron los rayos X y cuando vi la radiografía, una parte de mi corazón se rompió. Pero en el momento que pude entrar en calma, lo único que pensaba era en mi recuperación”, recordó Carabalí en entrevista con Las cracks del fútbol femenino.
Era una fractura de fémur. La sometieron a cirugía y, en el procedimiento, resultó con otra lesión de cadera. Tuvo que reaprender a caminar, tardo ocho meses en volver a dar sus primeros pasos.
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“Al año que empecé con el proceso de trotar, empezaron las falencias, no alcanzaba ni a darle dos vueltas a la cancha y se me dormía la pierna. El clavo que estaba a la altura de mi cadera estaba tocando una parte de los tendones, de los nervios y tuve que parar”, recordó la jugadora que fichó por el Atlético Mineiro.
Carabalí nació 18 de mayo de 1997. Desde que tiene memoria ha jugado con la pelota. Sus inicios fueron en las placas polideportivas del colegio, allí se raspaba las rodillas en disputas por el balón con sus compañeros de clases. Sus profesores vieron el potencial y la ayudaron a unirse a un club de Santander de Quilichao. Su debut en el fútbol profesional fue con el club Orsomarso. En 2018 la fichó el Atlético Huila.
Antes de la llegada de la pandemia del covid-19, a Carabalí ya le habían practicado tres cirugías para tratar de rescatar su fémur y salvar la esperanza de volver al fútbol profesional.
“Me hicieron mi última cirugía. Estaba muy aburrida, el tema de la mente es muy importante para uno tener una recuperación óptima y mi cabeza no estaba tranquila. Regresé a mi pueblo (Buenos Aires, Cauca), hacía mis trabajos sola y buscaba las herramientas, claro que a veces me frustraba, pero al otro día me levantaba con la motivación de recuperarme y volver a las canchas”, añadió Carabalí.
En 2020, y después de cargar por dos años y medio con una lesión, el Deportivo Cali le dio la oportunidad de volver a acariciar la pecosa. “Estaba muy emocionada de volver, lloré de la emoción, estaba temblando antes de salir al calentamiento. Todo el grupo me apoyó y apenas pisé la cancha, explotó algo dentro de mí”, dijo.
Con el Cali se consagró campeona de la Liga. Su mirada valió para que el fútbol brasileño se fijara en ella, con su fichaje por Mineiro también llegó la convocatoria para estar en el Mundial Femenino de Autralia. Por eso las lágrimas.
“Obviamente, ser campeona del mundo es un sueño que está en la cabeza de todos los deportistas y ahora nosotras como Selección Colombia, tenemos esa meta y ese sueño que deseamos cumplir para todos los colombianos”, puntualizó la jugadora “19” de la Tricolor.