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El fútbol en Medellín se volvió cosmopolita: los partidos en el Atanasio se llenaron de extranjeros

En los últimos años, las tribunas del estadio Atanasio Girardot albergan extranjeros para ver los partidos que disputan de local Medellín y Nacional.

  • El fútbol en Medellín se volvió cosmopolita: los partidos en el Atanasio se llenaron de extranjeros
  • El fútbol en Medellín se volvió cosmopolita: los partidos en el Atanasio se llenaron de extranjeros
24 de julio de 2023
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Era la tarde de un miércoles de julio. Hacía un calor descomunal en el occidente de Medellín. Unos 50 extranjeros estaban debajo de la carpa de la fachada de un bar esquinero cerca del Obelisco. Algunos, sentados, compartían con sus amigos una cerveza, una gaseosa o una botella de agua. Otros, de pie, miraban las pantallas de los televisores en los que repetían un partido viejo de fútbol.

En el lugar sonaba una canción de salsa a todo volumen. Por eso quienes se protegían del sol, tenían que hablar fuerte, casi gritando, para poder escucharse. Con los minutos, el bajo de la música se sentía cada vez más. Eso dificultaba que si alguien se paraba a unos metros, en la parte de afuera de la acera contigua al bar, identificara cuál era el idioma en el que se hablaba.

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Pero se notaba que eran extranjeros: algunos eran altos, rubios, de ojos claros y tenían la piel roja por la exposición a un sol salvaje al que no están acostumbrados. Otros eran morenos y tenían rasgos caribeños: el cabello crespo y la alegría cautivadora que caracteriza al antillano. Incluso, unos más parecían asiáticos, aunque esto podría ser un engaño de la percepción óptica de quien los miraba.

Lo cierto es que todos tenían el outfit del turista: pantaloneta y tenis los hombres; short y sandalias las mujeres. Lo raro era que estaban uniformados. La mayoría tenía puesta la camiseta del DIM. Los pocos que no, portaban la casaca de la Selección Colombia. Todos tenían pintada una bandera azul y roja en el rostro. Pocas horas después estarían viendo jugar al Poderoso.

Permite conseguir amigos

Cuando los extranjeros llegaron al primer anillo de seguridad para entrar al Atanasio, tomaban cerveza. En una mezcla de español a inglés, el personal de logística les dijo que no podían ingresar con las botellas. Algunos se bogaron rápido su trago. Otros lo tiraron al suelo. Unos minutos después pudieron entrar.

-¿Do you speak spanish?

-No, only english, but my friend sí, respondió, haciendo un gran esfuerzo para decir la última palabra en español, Karl, un joven británico de unos 25 años que vino a pasar una parte de sus vacaciones de verano en Medellín, mientras señalaba a un muchacho de 1,75 metros de estatura, de tez morena y con rasgos asiáticos en su rostro.

El muchacho no era oriental, sino norteamericano. Venía de Los Ángeles, Estados Unidos, llevaba un mes en Medellín y se llamaba Hyrving. Sus padres son mexicanos. Él creció escuchándolos hablar español y por eso también sabe este idioma.

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“Me siento feliz en Medellín, disfrutando con mis amigos. Vine a ver este partido porque me quiero llevar buenos recuerdos de esta ciudad y experimentar cómo se vive la cultura del fútbol acá”, expresó con una sonrisa grande.

-¿En su ciudad el fútbol se vive diferente?

-Sí, 100%. Allá lo miran como algo más; mientras que aquí es como la vida. Por eso vine a experimentar la pasión del fútbol suramericano.

Karl, Hyrving y los demás visitantes que estaban en el bar entraron a las tribunas del estadio. Adentro disfrutaron de los cantos de la hinchada. Tomaron cerveza. Saltaron y en algún momento hasta se confundieron y gritaron el gol del conjunto rival. Todos hacían parte de uno de los tour para visitantes que ofrecen vivir la experiencia de un partido (sea del DIM o de Nacional) en el Atanasio Girardot.

La transformación de la ciudad

Desde hace unos años Medellín decidió ser una ciudad de servicios y dejó de lado su vocación industrial. Por eso las últimas administraciones municipales le apostaron a intervenir sectores exclusivos como El Poblado y Laureles, para atraer más extranjeros.

Con el aumento de flujo de turistas internacionales en esta capital –de acuerdo con la Asociación Hotelera y Turística de Colombia, en 2022 fueron 1.4 millones– y el interés que muchos mostraron por disfrutar del fútbol colombiano, se empezó a ofrecer ese tipo de experiencias.

Las primeras se hicieron en 2011, con motivo del Mundial Sub-20 que se organizó en el país. Con el paso de los años esa apuesta tomó fuerza. Ahora en la ciudad hay entre 8 y 10 grupos que ofrecen a los extranjeros la experiencia de vivir un partido en el Atanasio.

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Por eso se volvió normal ver gente alta, blanca, de cabello rubio y ojos claros en duelos como los clásicos antioqueños. Unos con la camiseta de Nacional, otros con la del DIM. Algunas veces confundidos porque no saben a cuál equipo alentar, pero siempre con la idea de disfrutar del fútbol en Medellín.

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