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Medio siglo del desarrollo del fútbol femenino en Antioquia

Iniciamos un recorrido por el balompié femenino de Antioquia. Margarita Martínez, pionera, retrata la historia.

  • El 11 de noviembre de 1971, partido benéfico para la institución Don Bosco en el estadio Atanasio Girardot.
    El 11 de noviembre de 1971, partido benéfico para la institución Don Bosco en el estadio Atanasio Girardot.
  • Primeros toques del fútbol femenino a nivel nacional, con Antioquia como protagonista.
    Primeros toques del fútbol femenino a nivel nacional, con Antioquia como protagonista.
  • Mientras las mujeres mostraban su talento en la cancha, los hombres disfrutaban desde afuera (1979).
    Mientras las mujeres mostraban su talento en la cancha, los hombres disfrutaban desde afuera (1979).
  • Imagen de 1985, cuando el fútbol femenino ya hacía méritos para llegar a la Liga local.
    Imagen de 1985, cuando el fútbol femenino ya hacía méritos para llegar a la Liga local.
  • Con la ciudad de fondo, en cualquier manga, las mujeres jugaban con los varones los “picaítos”. Año 1991.
    Con la ciudad de fondo, en cualquier manga, las mujeres jugaban con los varones los “picaítos”. Año 1991.
  • Primera Selección Antioquia oficial, en 1991. En este estreno en el Torneo Nacional fue subcampeona.
    Primera Selección Antioquia oficial, en 1991. En este estreno en el Torneo Nacional fue subcampeona.
  • El equipo de Envigado, orientado por Margarita Martínez, ganó varios títulos como este, en 1993.
    El equipo de Envigado, orientado por Margarita Martínez, ganó varios títulos como este, en 1993.
19 de marzo de 2019
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Tener que abandonar la cancha cuando los hombres llegaban a jugar. Salir corriendo porque, en pleno partido, las vacas invadían el terreno. Soportar insultos de la gente que las llamaba “marimachas”, o simplemente por practicar un deporte que se creía solo para varones. Esquivar la discriminación, pues las señoras del barrio no veían con buenos ojos que, en vez de muñecas, los papás les regalaran balones y uniformes como traídos del Niños Dios.

Así relatan las forjadoras del fútbol femenino antioqueño las dificultades que debieron enfrentar en sus inicios, hace casi 30 años, y que hoy se mantienen firmes en su lucha, levantando su voz para reclamar un espacio que les pertenece y que, aún, no logran consolidar a pesar de sus méritos deportivos.

Margarita Martínez, a quien los protagonistas de este deporte en la región llaman “la verdadera pionera” del balompié femenino, mira el pasado y sonríe. Sabe que aunque hay mucho por lograr, las batallas de todos estos años ya han dado frutos.

Contar la historia de esta mujer de 60 años –dice que su condición de gerontóloga desterró en ella la vergüenza de esconder la edad– es como retratar la evolución de esta actividad en Antioquia.

Todavía vigente como entrenadora y con mucha energía por ofrecer, cuenta que fue una habilidosa mediocampista. Las compañeras recuerdan que una vez esta mujer rubia y de tez blanca se tiñó su frondosa cabellera, y los aficionados decían que era idéntica al lateral argentino Alberto Tarantini, una anécdota que le despierta una carcajada.

En ese entonces ella jugaba en Danza Azul, un equipo que fue famoso en La Floresta y que patrocinaba el médico Rubén Sánchez.

En los predios de Everfit (la 65), Castilla, Doce de Octubre, La Tablaza, Envigado, Sabaneta, Caldas, Rionegro, Itagüí, Alejandro Echavarría, la Marte 3, el Playón de los Comuneros, entre otros lugares a donde la gente acudía en buen número a presenciar las habilidades de esas mujeres vestidas de futbolistas, también exhibió su talento.

“Iban muchas personas a vernos, pero no nos valoraban... La lucha ha sido dura porque son pocos los dolientes del fútbol femenino; hemos padecido muchos señalamientos”, dice, con tristeza, la mujer que en su juventud también practicó balonmano y voleibol.

Pero reconoce que esa mala fama de los comienzos era culpa de ellas, pues entre sus colegas “muchas tomaban trago después de los partidos. Yo sí salía volada para la casa, pero otras se quedaban y había indisciplina”.

Margarita, con voz pausada, expresa que ella fue una niña privilegiada, así como les sucedió a Luz Estela Zapata y Liliana Zapata, otras dos referentes de la época, porque encontraron apoyo de algunos miembros de la familia.

La Profe, o Márgara –así la llaman sus amigos cercanos– relata que en su hogar nunca encontró barreras para practicar fútbol. “Solo unos vecinos me trataban mal cuando me veían jugando con hombres en el barrio La América, cerca de El Danubio, donde crecí”.

El paso del tiempo

Sus actuaciones, como las de muchas paisas que, aferradas a sus convicciones, desafiaron las críticas y cambiaron paradigmas, quedaron en las anécdotas de los torneos barriales y en los partidos amistosos de los fines de semana durante la década del 80.

De los equipos que más recuerda menciona a Masajes Apolo, patrocinado por Hernando Hernández, un mensajista al que le faltaban las dos piernas. Y Bodegas El Cid, orientado por el cantante Tony del Mar.

Cuando empezaron los 90, la Liga Antioqueña de Fútbol, después de muchos ruegos, abrió un espacio para un campeonato femenino, que representó el despegue definitivo de “esta revolución”.

Martínez estaba de salida como jugadora y “la picó el bicho” de la dirección técnica. Armó sus equipos y, con la Escuela Metropolitana, Envigado y Papas Margarita reinó por varios años. Con orgullo señala que ganó 14 títulos.

Esos logros hicieron que el dirigente Arturo Bustamante (q.e.p.d.) le echara el ojo y en 1993 le entregó la Selección Antioquia para ir al Campeonato Nacional. En la primera edición del certamen organizado por la Difútbol, en 1991, el conjunto orientado por Marta Restrepo y Tony del Mar había fracasado ante Valle y al año siguiente, cuenta La Profe, no viajó a Granada, Meta, por falta de presupuesto.

“Me dieron muchas tareas en la Liga y junto a Óscar López (coordinador deportivo q.e.p.d.), dirigíamos todo lo que fuera de las mujeres”. Esa confianza le alcanzó para enrutar a sus jugadoras a ganar el Nacional en 1995, 1998 y 2000, impulsar la competencia regional en todas las categorías y convertirse en un ejemplo para muchas generaciones.

Vistió la camiseta tricolor en el Sudamericano de Mar del Plata, Argentina, como asistente del técnico Juan Carlos Gutiérrez, en la primera participación internacional de Colombia, en 1998.

Una pionera que, a pesar del paso del tiempo, sigue aportando con tesón y optimismo a la historia del fútbol femenino antioqueño que retrata su vida deportiva.

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