El director de televisión Jorge Mario Álvarez recuerda el amor del maestro Fernando Botero por su esposa Sofía Vari. Y ese recuerdo en concreto está conectado con la visita del pintor a Medellín. “Lo recuerdo ahí, parado, esperando a Sofía, en medio de tanta gente”, dice.
Jorge Mario trabaja desde hace años en el documental Botero, grabado a fuego en la memoria, un registro audiovisual sobre la infancia y juventud del maestro, ese trozo de tiempo en el que la identidad adquiere dimensión y consistencia. Es precisamente en ese tiempo en el que las obsesiones y las preguntas de los artistas se arraigan a la memoria y a la consciencia.
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Y usted tiene un documental sobre Fernando Botero, que no se ha estrenado todavía...
“Sí, se titula Botero grabado a fuego en la memoria. Es sobre la infancia y juventud del maestro Botero en el Medellín de los años 20 y 40. En él respondo a la pregunta de cómo hizo el maestro para formarse en una ciudad tan conservadora, donde había tan poco arte. Él siempre tuvo una vocación desbordada, desde niño tuvo un profundo deseo de pintar. Yo conocí su cuaderno de zoología donde dibujó con gran belleza alacranes, culebras, caimanes, mariposas. Todos son dibujos muy bellos. Tenía un talento natural”.
¿Y ese cuaderno quién lo tiene? ¿Dónde se conserva?
“Ese cuaderno lo tiene un señor en Medellín. Yo lo grabé todo, grabé todas las imágenes para el documental. El documental aún no se ha estrenado. Yo lo empecé a hacer hace muchos años, desde la celebración de los 80 años del maestro Botero. Y antes, porque yo había hecho antes un documental sobre uno de los cuadros de él que se llama La casa de María Duque. Yo conocí a María Duque, que era una prostituta.
Era uno de los cuadros del que él hizo sobre los prostíbulos de Medellín. Desde ese momento yo hice ese documental y lo dejé guardado, pero hace como unos 10 años o más, buscando cosas viejas, volví a ver el documental y dije, hombre, este documental hay que modernizarlo, es muy interesante”.
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¿Y por qué consideró importante tratar el periodo de la niñez y la juventud?
“Toda la obra del maestro Botero está dedicada al Medellín de esa época. Él no ha hecho sino hacerle un homenaje al Medellín de los años 30 y 40. Usted en su obra no ve ninguna escena de Nueva York o de otro país. Todas las obras muestran esa cotidianidad de los años 30 y 40: las modas, los sombreros, los bigoticos, los anillos de las señoras Todo es ese ambiente en el que él vivió está pintado en sus obras”.
¿Cómo fue Fernando Botero?
“Pues fue un artista que amó su tierra, fue un paisa de pura cepa. Su obra está inspirada en su país. A pesar de ser un cosmopolita, que tuvo residencias en muchas ciudades del mundo, él amó su tierra.
Hace muchos años no venía a Medellín, creo que desde el incendio en su finca en Rionegro, no volvió. Pero él adoraba Medellín y lo demostró en su obra. Él es un paisa: habló inglés paisa, habló francés paisa, habló italiano paisa.
Y sus costumbres, su cotidianidad. Yo estuve con él en la finca y uno allá se toma sus aguardienticos, come empanadas. Es un hombre antioqueño, siguió siéndolo toda la vida. Y eso lo refleja en su obra.
Yo lo quería mucho, o lo quiero, porque sigue estando cerca a mí. Era un gran hombre en todo el sentido de la palabra. Un gran artista, un gran hombre, un gran antioqueño, un buen colombiano, un buen amigo”.