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La balada se quedó sin su Camilo Sesto

Tenía 72 años y un problema renal. Aunque su gran éxito fue entre los 70 y los 80, su música todavía se escucha y se recuerda.

  • Camilo Sesto cumplía 73 años el próximo 16 de septiembre. Foto: Archivo El Colombiano.
    Camilo Sesto cumplía 73 años el próximo 16 de septiembre. Foto: Archivo El Colombiano.
09 de septiembre de 2019
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En ese concierto de 1983 en Medellín, en el coliseo Iván de Bedout, Camilo Sesto se secó el sudor con una toalla, con varias, y las tiró al público para que se las llevaran de recuerdo. Era un ídolo que ponía a cantar a la gente esas canciones difíciles, aunque no pudieran subir como él, que cantaba esos temas con un estilo melodramático, mientras usaba unos pantalones botacampana.

Con su amplio registro, llegaba casi a cualquier nota aguda. Y él lo sabía. “Canto lo que siento, una canción de otro interpretada por mí no me causaba problema, pero mi repertorio era tan amplio que siempre había de dónde echar mano. Las mías, cuando lo pienso ahora, digo: “¡Qué loco!, ¡qué bruto!”, porque más alto no se podía cantar (lanza un berrido), tres octavas o cuatro”, le dijo a El País de España en diciembre de 2018.

Porque Camilo cantaba, componía sus canciones, las producía. A veces solía decir que solo le faltaba irlas a vender. El periodista musical y escritor Manolo Bellon lo describe así: “A Camilo lo hizo especial su voz, que es absolutamente inconfundible. En escena era un artista muy comunicativo e integrado con el público, pero además escribió cientos de canciones qué él mismo hizo éxito, sin olvidar docenas escritas para otros artistas, como Ángela Carrasco, Miguel Bosé, José José”.

Fueron cincuenta años de carrera musical, más de 40 producciones discográficas, varios discos de platino, cientos de composiciones, más de 175 millones de discos vendidos en el mundo, y muchos recuerdos: cantó ante 45.000 personas en el Madison Square Garden de Nueva York. Su último álbum salió el año pasado, en noviembre, y lo llamó Camilo Sinfónico. Una orquesta sinfónica lo acompañó a recordar sus numerosos éxitos. Según le dijo a El País, tiene el récord mundial de números uno, 52, los mismos que Madonna, precisó, pero ella no se le había pasado hasta ese diciembre (es la misma cifra en la lista de número uno de Los 40).

Los inicios

Camilo Sesto empezó en el rock y por ahí pensó que iba su camino musical, pero cuando lanzó Algo de mí como sencillo en 1970 y fue número uno, cambió. De todas maneras le iba bien en la balada. Componía con un casete y una guitarra, y no se dejaba contradecir. Luego su éxito no paró más, y en los 70 y 80 se consolidó. Además era muy prolífico: llegó a sacar un disco al año.

Jaime Andrés Monsalve, director musical de Radio Nacional de Colombia, comenta que fue uno de los pioneros de lo que en España se conoce como la canción ligera, balada en estos lados, y nació justo en un momento en el que la música popular derivada del rock giró hacia lo romántico, con “orquestaciones ampulosas y arreglos tremendamente exuberantes”. Eso la diferenciaba del rock, que se tocaba con guitarra, bajo y batería.

Para Monsalve, Sesto fue un purista de la balada con unas composiciones originales, muchas con un toque bailable que no tenían otros. Aún hoy se canta Vivir así es morir de amor a grito herido y se baila Fresa Salvaje.

Esa primera es un himno que ha pasado entre generaciones. El musicólogo Julián Montaña, docente de la Universidad Nacional, señala que esa y otras composiciones de Camilo, que en realidad se llamaba Camilo Blanes, son vestigios melancólicos de una época en la que los repertorios juveniles “nos llegaban en forma de balada desde España e Italia, y nos permitían conectarnos estéticamente en el continente”.

No hay manera de saber por qué sigue siendo tan recordada, sabiendo que se grabó en 1978, aunque Sesto tenía una suposición, que le contó a El País en esa entrevista: “No sé por qué les ha dado por ahí. En su momento cada tema nuevo se convertía en un éxito, pero esa es especial. Mi hijo me contaba que la ponían en las discotecas y todo el mundo la cantaba: ‘Y ya no puedo más’. Y es que la gente no puede más con las cosas que le ocurren en la vida”.

Latinoamérica, otro amor

Sus éxitos pegaron desde Argentina hasta México. Se escuchaban en la radio, en los programas musicales de variedades, sus álbumes se vendían y se cantaban. Bellon cuenta que uno de sus primeros discos de oro lo consiguió justamente en Argentina. Monsalve comenta que cuando en España cayó la popularidad de la balada, con la llegada del rock en la España posfranquista, cuando entraron las modas fuertes y desaforadas a ese país, en Latinoamérica siguió siendo un ídolo de masas. “Su relación empezó fuerte a partir de su segundo disco, Solo un hombre. Él dejó de hacer conciertos en España en 2010, con su gira de despedida y sin embargo, siguió viniendo a Latinoamérica. La última vez en Medellín fue en noviembre de 2015. Veía reciprocidad en el público”. Aunque Camilo también estuvo en Estados Unidos y Japón. Hasta allá se escuchó su música.

Manolo comenta que no hay que olvidar su adaptación española de Jesucristo Superstar en 1975, el musical de rock de Andrew Lloyd Webber, que él adaptó, “considerado por su compositor como la mejor de todas las hechas en otro idioma, críticamente fue aclamada”. Ese fue un punto de quiebre en su carrera, porque además de ser pionero en la producción de musicales en España, él mismo señaló que agrandó su carrera, si bien no fue fácil porque hubo desacuerdos con varios católicos exaltados y todavía estaba Franco en el poder (murió dos semanas después de que se estrenó el musical). Le dedicó todo su esfuerzo y capital, y después tuvo que reponerse. Con lágrimas y con sangre, se alcanzó a decir en su momento. Él mismo interpretó a Jesucristo.

Nunca se casó, nadie lo hizo cambiar de idea, contó él mismo, sobre el matrimonio. Tuvo un hijo, Camilo Michel, en 1983, con la mexicana Lourdes Ornellas. Desde 1975 vivió en la misma casa, en las afueras de Madrid, ahí mismo donde murió. Había elegido la soledad. Sin embargo, sus canciones siempre fueron de amor y desamor. Miraba y escuchaba mucho a su alrededor. Eso era, dijo en la entrevista mencionada. Y se exprimía a él mismo.

Se fue Camilo Sesto, a los 72 años, faltándole ocho días para los 73 (nació el 16 de septiembre de 1946), un 7 de septiembre en Colombia, 8 en España. Fue un fallo renal. Ya hablaba bajito, con voz entrecortada. El 20 de noviembre de 2018, en Madrid, cuando presentó su último disco, que escuchó sentado en un taburete, dijo: “Gracias a todos por estar aquí. Y que la música siga siendo nuestro único mundo”.

Se fue Camilo, ese que cantaba “algo de mí/ se va muriendo./ Quiero vivir,/ quiero vivir./ Saber por qué/ te vas, amor”.

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