Cuando María Osorio, directora de Babel, conoció la historia de A mediodía llovían pájaros (Babel, 2022), supo de inmediato que quería publicarla en su editorial. “Era una historia maravillosa, como decir un mundo macondiano hecho contemporáneo, refrescado”, explica. Era una historia sobre la guerra, pero no contada de forma tradicional, contada desde la violencia con el medio ambiente, que termina siendo “la violencia más violenta” y tal vez una de las menos exploradas desde la literatura.
Sin embargo, esa exploración para Marcela Guiral, la autora, no fue fácil.
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—A mí me costó mucho escribir A mediodía llovían pájaros porque fue muy visceral. María me decía: “Usted está escribiendo sobre la guerra, pero no me está mostrando la guerra”, y yo sentía que sí, que no lo hacía porque esa era una manera de protegerme, porque me cuidaba de hablar del tema, pese a que desde hace mucho tiempo mis amigos también me decían: “Escribí sobre eso que pasó en Yolombó, escribí todas esas vivencias”, pero yo me negaba a hacerlo”.
Y es que toda esa realidad ficcionada que plasmó en este libro de más de 200 páginas, está permeada por los recuerdos que le dejó haber vivido en el corregimiento La Floresta, ubicado al oriente de la cabecera municipal de Yolombó, hasta los 16 años, pues a ese pueblo que siempre estuvo habitado por la guerrilla, en el año 2000 llegó un grupo paramilitar que cambió la historia de todos, porque la orden era “matarlo a todos”.
—Fue una época invivible de la que yo me negaba a hablar hasta que empecé a visitar algunos colegios de Medellín, por ejemplo, en donde les contaba a los estudiantes que yo había pasado eso y ellos decían que eso no ocurría. O sea, los niños niegan la guerra porque a ellos les toca otro conflicto acá en las ciudades con las bandas, y porque el tema también se les oculta. No se habla de esas cosas. Y esto hay que hablarlo, hay que decirlo. Poéticamente digo, ¿no? No hay necesidad de ser un noticiero amarillista.
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Antes de empezar a narrar la historia desde la escritura, Marcela tenía la pesadilla recurrente de que la perseguían, que la alcanzaban, que le daban un disparo en el pecho y que le “dolía horrible”, y justo después de despertar de una, le llegó el recuerdo de que un domingo, a medio día, hubo un tiroteo en su pueblo, y ese recuerdo se convirtió después en el centro de todo.
—En el pueblo todos los días mataban, pero hubo un domingo a mediodía, en el que desde la casa sentimos un tiroteo monumental, entonces mi papá me acuerdo que dijo: “Parece que mataron a medio pueblo”. Luego supimos que esa gente estaba entrenando la puntería disparándole a los gallinazos, y ahí empiezan a aparecer los pájaros en el libro y empiezo a narrar todos esos personajes que en algún momento fueron muy importantes para mí, y sobre los que María estaba detrás diciéndome: “Tenés que matarlos, tenés que reclutarlos”.
“Reclutarlos” porque ese es el eje central de la novela. A mediodía llovían pájaros es la historia de un pueblo mágico, lleno de animales alados, al que un día llegó la guerra en los brazos de un grupo de hombres que portaban uniformes sin bandos y cuyo único fin era apoderarse de los niños que allí vivían, borrar los colores de las calles y causarle una herida profunda a la tierra y a todo lo bello que en y de ella brotaba, es la historia de un pueblo inventado que así como puede estar asentado en el trópico puede estar asentado en cualquier otro continente que conozca de antemano lo que es la crueldad.
Está dividido en 10 capítulos, precedido cada uno por alguna especie que refleja en armonía lo que pasa en su interior, y así como puede considerarse “un libro sobre el reclutamiento infantil de la guerra” puede considerarse “un libro de divulgación científica”, desde otra perspectiva, claro, ya que en él se mencionan a más de 75 especies de pájaros, todas endémicas de Colombia, que fueron escogidas minuciosamente gracias al trabajo en conjunto que tuvo Marcela con el biólogo Luis Kamil Buitrago.
Aunque no solo se mencionan, se detallan, se cuentan rasgos de su ecología o de su taxonomía, e incluso, en algunos casos, pueden verse gracias a la fuerza de los trazos de Alejandra Estrada, la encargada de acompañar desde el dibujo a las palabras.
A mediodía llovían pájaros fue concebido por la ya muy consagrada escritora Marcela Guiral como un libro para niños, pero como rescata María, “Marcela tiene que dejar de pensar que escribe para niños, porque ella escribe para todos”.