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El trotamundos que difunde en Medellín pensamientos en carteleras

A finales de la década del cincuenta, Luis Betancur Puerta comenzó un viaje que lo llevó a conocer medio mundo. Ahora difunde en Medellín lo que aprendió en los caminos.

  • Educado en Jericó y Medellín, Luis Betancur dedicó su vida a recorrer el mundo tras los pensamientos de la gente. FOTO Esneyder Gutiérrez
    Educado en Jericó y Medellín, Luis Betancur dedicó su vida a recorrer el mundo tras los pensamientos de la gente. FOTO Esneyder Gutiérrez
02 de julio de 2024
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En una terraza de Santa Mónica, Luis Betancur Puerta dice que la inspiración de viajar por el mundo fue “un rayo, un relámpago”. Vestido con camisa blanca de mangas largas, chaleco azul oscuro –en el que están bordados los mensajes, al frente, “Universidad de los Caminos” y, por detrás, “El amor no es amado”– y pantalón del mismo color, Luis dice que la noche que se le ocurrió la idea ha sido la única en sus noventa y un años de vida que pasó en blanco. “Tenía 25 años, recogía café en una finca en Jericó y me llegó la idea de viajar por el mundo y recoger pensamientos”, dice, mientras acomoda uno de los muchos objetos que trajo de su peregrinación. Aquí hay postales, filminas, cartas, accesorios, souvenires de media vida en los caminos. Sin embargo, para Luis lo más importante son los cuadernos. Y lo son porque allí están escritos los pensamientos.

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“Los pensamientos le cambian la vida a usted, a usted, a usted”, dice Luis, señalando con el índice a quienes le escuchamos. Abre uno de los cuadernos, pasa las hojas –ya marcadas por la humedad–, y trata de leer una de las anotaciones. La letra inclinada no le resulta muy clara. Cierra el cuaderno. Dice que su viaje por América y Europa consistió en visitar los pueblos perdidos y las ciudades ilustres para pedirles a sus habitantes que escribieran pensamientos.

De tal suerte que en los más de cincuenta cuadernos que compiló Luis durante más de veinte años de travesía hay frases sobre la sexualidad, la vida, la religión, la sabiduría, el poder, el placer, el silencio. Hay anotaciones hechas por obispos católicos, por campesinos, por docentes, por mujeres, por taberneros, por conductores de carro, por periodistas.

Le pregunto por su sustento durante viaje. Dice que la mayoría de las veces la gente lo recibió con mucha generosidad. En no pocas partes acudió a la generosidad de los sacerdotes católicos de cada poblado al que llegaba. Esto último no resulta extraño: Luis tiene las maneras, el lenguaje y el léxico de los miembros del clero. Incluso, cuando le pregunto por la decisión de no casarse ni tener hijos, responde con una frase del Evangelio: “Mi familia es la humanidad”.

Con la picardía del paisa, a renglón seguido suelta una artillería de preguntas :”¿Usted cree que si me hubiera casado podría haber viajado como lo hice?, ¿si tuviera hijos podría dedicarme a esto de los pensamientos? ¿Lo cree?”. Guardamos silencio. La sonrisa aflora en su rostro al ver nuestra reacción.

En un momento, le pide a uno de sus ayudantes que baje de una repisa un maletín de viajero. Está empolvado. Lo abre, saca las cartas que se cruzaba con sus padres y hermanos en los tiempos en lo que estuvo fuera del país. Tampoco en este caso resulta sencillo descifrar la letra, salvo los pasajes de las fechas y las ubicaciones. También hay sobres de cartas marcados con direcciones de Bruselas, Milán, París, Texas. Luis se fija en las estampillas y cuenta que algunos coleccionistas le han ofrecido dinero por ellas. En ese punto dice de nuevo que lo importante de su viaje son los pensamientos. “Ahí está la sabiduría de la humanidad”, dice, con la convicción de haberle dedicado la vida a algo importante.

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Ahora Luis dedica parte de sus jornadas diarias a visitar las carteleras en las que pega los frutos de su cosecha de pensamientos. Dispuestas en distintos puntos de la ciudad –el más visible es el interior de la Biblioteca Pública Piloto–, las carteleras tienen una fotocopia de la nota que a mediados de los noventa Reinaldo Spitaletta le hizo a Luis para EL COLOMBIANO y una antología de pensamientos. Estas publicaciones artesanales son llamadas por Luis la “Universidad de los Caminos” y son confeccionadas por él y por gente que le ayuda en este empeño. La mayoría de los pensamientos consignados en las carteleras están acompañados de dibujos, algunos rústicos.

Al final de la entrevista, Luis cuenta que varios medios de noticias lo buscan para hacerle entrevistas. Además, no desaprovecha ocasión de dar a conocer su trabajo. Por eso tiene varios chalecos como el mencionado al principio de la nota. “¿Sabe cuál es el pensamiento más lindo que encontré? Este”, dice y se señala la espalda. “El amor no es amado se refiere a Dios. Este pensamiento es el más lindo de todos”, recalca al tiempo que estrecha las manos de los visitantes.

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