La carrera 70 huele a almuerzo. Hay restaurantes de recetas criollas e internacionales, de comida rápida, de comida ultraveloz como los kioscos donde venden pizza porcionada y jugos de frutas. Tal vez sea por eso que a muchos se les abre el apetito por nombrarla y renombrarla.
Aunque son nombres que poco se usan. La gente, en su mayoría, sigue llamándola la 70 y casi nadie por esos nombres adicionales.
Hasta los años 80 del siglo pasado, era un sector residencial burgués. Desde entonces, esa avenida se fue transformando. De acuerdo con Ramón Hernández, visitante asiduo de la zona, quedaron atrás los antejardines y las casas de dos o tres pisos, para dar paso a edificios de hoteles y apartamentos, con restaurantes y bancos en su primera planta, antecedidos por aceras de cemento que dijeron adiós a la vegetación.
Las celebraciones futboleras de hinchas de los dos equipos de la ciudad, Nacional y Medellín, comenzaron a realizarse allí. Desde algunos restaurantes de aquellos tiempos, comentaristas de fútbol, como Wbéimar Muñoz Ceballos, originaban espacios radiales después del partido dominical, con invitados de los equipos.
Más tarde, festivales de trovas, exhibiciones de fondas de arrieros en la Feria de las Flores y otras celebraciones fueron haciendo que los medellinenses casi todo lo festejen en ese sitio.
¡Pa la 70!
Ya es una expresión común gritar: «¡Vamos pa la 70! ¡Pa la 70!», por un logro o una alegría pública o familiar, grande o pequeña. Y aunque quienes la gritan tal vez no están pensando en ir específicamente a esa vía, queda claro que lo que quieren expresar es que hay motivo para celebración.
La 70 son dos. Una, desde el sector de El Rodeo hasta la Avenida Bolivariana, en Belén Rosales, en la que queda el Aeroparque Juan Pablo II y la Unidad Deportiva María Luisa Calle. Otra, entre la Universidad Pontificia Bolivariana y el Estadio (aunque, para ser precisos, la 70 va hasta La Iguaná).
Esta vía, símbolo de fiesta, ha tenido varios nombres. La carrera 70 es uno; el que seguramente no cambiará. En ese tramo norte, el segundo de los mencionados, también se llama Bulevar de la 70.
Según las señalizaciones de tránsito, en algunas fachadas de ese trayecto se lee: Avenida El Colombiano.
“La Avenida El Colombiano es el tramo comprendido entre el Estadio y la UPB”, dice Luz Mery González, vendedora de jugos y pizza porcionada en uno de los kioscos sembrados en los andenes.
Y en Google maps, la aplicación geográfica de internet, tienen señalada la Avenida El Colombiano en la otra 70, la del tramo sur.
Lo cierto es que el bautizo de la 70 como Avenida El Colombiano sucedió en 1982 mediante acuerdo municipal, en celebración de los 70 años del periódico.
Ahora, con la euforia del triunfo del Atlético Nacional en la Copa Libertadores de América, dos concejales, Daniela Maturana y Robert Bohórquez, presentaron un proyecto de acuerdo para que este tramo se llame Libertadores de América, porque, dicen, ese equipo le ha dado alegrías a la ciudad desde 1947 y sus hinchas las han celebrado allí.
La gente le dice la 70 —afirma Luz Mery, quien ha visto ese espacio durante 14 años que lleva en su venta.
El DIM y María Cano
Tiene que ser también muy hincha del Medallo quien diga: «veámonos en la Avenida Centenario», un tramo de la carrera 74, en un costado de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, entre la canalización de la quebrada La Hueso y el viaducto del metro, al sur, y la calle 51, al norte.
En una esquina, la de esa Avenida, Leidy Tatiana pela varios mangos tommy para convertirlos, con ayuda de una maquinita de manivela, en hebras que empaca en bolsas plásticas.
Es de mañana. En su puesto de frutas, despacha desde temprano a los deportistas que llegan a entrenar a la Unidad Deportiva. A las once entrega el puesto a otra persona y ella se va al colegio. Es alumna de undécimo grado.
El deporte domina la vida de esta vía. Varios gimnasios tienen su sede por allí.
“Cuando hay partido, sí, esto se llena de gente. Pero no nos va mejor. Las personas van para donde van y es raro la que se detiene a comerse una fruta. Yo diría que nos va mejor cuando no hay partido. Los hinchas son muy peleadores. Se agarran en cualquiera de estas esquinas”.
Avisos de tránsito indican el nombre de la vía. Almendros, mangos, cascos de vaca dan sombra en el costado oriental, el del Estadio, y en el separador central.
“Me vengo a enterar apenas ahora que usted me lo cuenta, que esta vía se llama María Cano —confiesa Jhon Jairo Sin Apellido, a la salida de Colpensiones—, a pesar de que mantengo por aquí haciendo vueltas. Yo siempre digo: ‘voy para la 33’”.
Arborizada y fresca, esta vía está decorada con zonas verdes en los costados y en el separador central. Está ocupada por talleres de figuras de aluminio, restaurantes, bares, licoreras y publicidad exterior. Los letreros que anuncian el nombre de la Flor del Trabajo son visibles.
Justo en el cruce de la 80, está la iglesia de Santa Gema. Bajo el reloj, dice: «Es hora de amar a Dios». En cambio, parece que nunca es tiempo de saber cómo diablos se llaman las calles de esta ciudad.